Internacional
DECISIÓN HISTÓRICA

Biden anuncia que se retira de la carrera presidencial: «Es lo mejor para el país»

Biden decide después de haber recibido presiones de Barack Obama y otros líderes del Partido Demócrata

Joe Biden, de profesión político: sus secretos, sus escándalos y lo que la Casa Blanca ha ocultado

El presidente de Estados Unidos Joe Biden ha anunciado su renuncia de la carrera presidencial, una decisión histórica, que ha tomado después de que numerosas voces dentro de su partido, incluso el ex presidente Barack Obama, se lo pidieran, y después de que las encuestas mostrasen de forma abrumadora que los propios votantes demócratas no confiaban ya en él para ganar al candidato republicano, el ex presidente Donald Trump, tras el desastre del debate.

El aún presidente ha difundido un comunicado en el que explica que «ha sido el mayor honor de mi vida servir como vuestro presidente. Y pese a que era mi intención buscar la reelección, creo que es lo mejor para los intereses de mi partido y del país dar un paso al lado y centrarme únicamente en mis labores como presidente hasta el final de mi mandato».

Carta difundida por Joe Biden con el anuncio de su renuncia a la reelección.

Los grandes donantes del partido demócrata, los legisladores y activistas demócratas han señalado su preocupación por la incapacidad del presidente para derrotar al ex presidente Donald Trump y seguir al frente del país cuatro años más, después de que el candidato republicano se haya visto reforzado tras sufrir un atentado el pasado 13 de julio en Butler (Pensvilania) y por su gran aparición en la Convención Nacional Republicana en Milwaukee (Wisconsin), donde Trump apareció por primera vez tras recibir el impacto de bala en la cabeza. El contraste entre los dos partidos ha dejado ver a un Partido Demócrata dividido, con un candidato que ha tenido que cancelar su campaña tras contagiarse de Covid, y a un Partido Republicano, unido con un candidato al que no le puede parar ni siquiera recibir un tiro en la cabeza.

Biden ha ofrecido su renuncia después de no poder ocultar su fragilidad mental en los últimos días, donde ha tenido varios de sus habituales lapsus, entre los que ha destacado cuando ha olvidado el nombre del secretario de Defensa Lloyd Austin, al que ha llamado «hombre negro», mientras se jactaba de todas las oportunidades que ha dado a los miembros de la comunidad afroamericana.

Biden, que ha cancelado su campaña el miércoles por dar positivo por Covid, ha recibido el gran golpe de gracia el jueves, cuando el ex presidente Barack Obama ha manifestado que debía replantearse su futuro, en un lenguaje muy medido, propio del ex presidente demócrata.

El multimillonario Barry Rosenstein y otros grandes donantes que han conseguido grandes sumas de dinero para Biden en los últimos meses han valorado los daños en los últimos días antes de su renuncia. Por un lado, Rosenstein se encontraba en el grupo de grandes donantes que no tenía ganas de empezar a explorar las opciones de otros candidatos a los que apoyar económicamente. En cambio, ha podido más la opinión de otros grandes donantes que preferían trasladar sus donaciones a otro candidato más joven con más opciones de ganar a Trump después de ver los lapsus constantes del presidente.

En este sentido, han pesado los intereses de los congresistas de la Cámara de Representantes, que temían perder 20 asientos en la Cámara Baja si Biden seguía en la carrera. Los políticos del Senado, cámara en la que Biden ha representado durante décadas al Estado de Delaware, también han presionado para que convencieran a Biden para que se marchara a los dos mejores amigos del presidente en esta Cámara Alta: el senador Chris Coons (Delaware), confidente de Biden, y el ex senador Ted Kaufman, que fue jefe de gabinete de Biden en el Senado y fue nombrado para su escaño después de que Biden se convirtiera en vicepresidente.

Biden ha resistido las presiones como ha podido antes de anunciar su renuncia. En un principio, se recluyó en Camp David (Maryland), la residencia oficial del presidente, durante varios días con su familia, sopesando su futuro tras el desastre del debate el pasado 27 de junio. Sus seres queridos, sobre todo la primera dama, su mujer Jill Biden, le habían pedido que permaneciera en la carrera presidencial, a pesar del desastre del debate, en el que Biden apenas pudo articular palabra y apareció en diferentes ocasiones con la mirada perdida.

Desde entonces, la primera dama ha estado en el punto de mira de demócratas y republicanos. Los políticos republicanos han indicado de forma abierta que no tienen respeto por una mujer que obliga a su marido a seguir en la carrera presidencial, a pesar de sus obvios problemas de salud mental y cognitivos. Los demócratas han reconocido que están decepcionados después de que se haya negado a aconsejar a su marido a que abandone la carrera presidencial.

Una de las voces más firmes para que resistiera la presión de abandonar ha sido la de su hijo Hunter Biden, recientemente condenado por comprar un arma de forma ilegal, ya que mintió en el formulario obligatorio antes de adquirir armas sobre si había consumido drogas. En ese momento, el hijo del presidente, sospechoso además de haber utilizado información privilegiada de su padre ante China y Ucrania, tomaba crack y heroína.

Médico experto en párkinson

En cambio, la campaña para lavar su imagen ha fracasado: los intentos de disipar las dudas sobre el deterioro cognitivo de Biden con diferentes entrevistas con medios de comunicación afines a  Biden, como la realizada por Abc News, no han surtido efecto. Biden no ha podido controlar el aumento de las presiones para que abandone la carrera presidencial, después de que se supiera que un médico especializado en párkinson había visitado en casi una doce de ocasiones la Casa Blanca para verse con el médico del presidente y sus constantes lapsus. Mientras, el Partido Republicano ha ofrecido durante la Convención Nacional Republicana en Milwaukee (Wisconsin), celebrada entre el lunes, 15 de julio, y el jueves 18 de julio gran unidad, donde Trump hizo su primera aparición tras sufrir el atentado el fin de semana previo.

¿Qué ocurrirá ahora?

Los grandes donantes y los estrategas del Partido Demócrata tienen que empezar a valorar las opciones ante posibles candidatos. Necesitan una opción que conecte con las élites de las costas del país, con las minorías (mujeres, latinos, afroamericanos y los votantes que optan por los demócratas porque no les convencen los republicanos) y con los votantes indecisos de los swing states (estados péndulo, en español) que tienen en sus manos la presidencia (Nevada, Arizona, Georgia, Wisconsin, Michigan y Pensilvania).

Una vez que hayan decidido, el candidato tendrá que empezar a hacer campaña y presentarse ante los votantes, sobre todo, serán determinantes los estados arriba citados, debido a que otros estados por tradición o tendencia de los últimos años están decididos ya a favor de uno u otro candidato. Como, por ejemplo, Nueva York, que siempre vota demócrata, o Texas, que prefiere a los republicanos.