Palestina, cinco milenios de conflicto en la «tierra prometida»

El polvorín de la zona de Canaán se originó al final de la edad del bronce

El nombre de Palestina lo hizo oficial el emperador romano Adriano, de origen hispano

Procede de la palabra "peleset", con la que se identificaba a los filisteos

Palestina
Estela egipcia representando a los filisteos.
Tomeu Maura

Aunque la Biblia la llamó «la tierra prometida», lo cierto es que la antigua región de Canaán lleva siendo un polvorín desde hace más de 5.000 años. Un crisol de culturas ha reclamado su identidad desde que se registraron los primeros asentamientos humanos en Jericó. Sumerios, acadios, caldeos, egipcios, amorreos, fenicios, hebreos, filisteos, asirios, babilonios, griegos, romanos, bizantinos, musulmanes, y cristianos se han disputado el control de la zona más caliente del mundo, el extremo occidental de lo que el historiador americano James Henry Brested llamó media luna fértil, conocida desde la época del  emperador romano de origen hispano Adriano como Palestina. Ésta es su atormentada historia.

Situada entre el Jordán y el Mediterráneo -de ahí la frase «desde el río hasta el mar», grito de guerra de Hamás-, la región de Canaán formaba parte de la antigua Mesopotamia y comprende la zona que abarca desde Gaza en el Sur, hasta Líbano, en el norte, en el enclave que dominaron los fenicios, mercantes navales que florecieron comerciando con los dos grandes imperios de la era de las primeras civilizaciones, Sumeria y Egipto, hasta que, de repente, algo inesperado acabó con la débil estabilidad geopolítica de la zona. Algo que cambió el mundo antiguo para siempre.

Ningún historiador ha podido todavía explicar la verdadera razón del colapso de las principales civilizaciones del Mediterráneo en la era final de la Edad de Bronce, pero lo cierto es que en un periodo no superior a 50 años, sobre el 1.200 A.C., se extinguieron imperios tan poderoso como el hitita, el micénico, el cretense, el frigio o la primera versión de asirios y babilonios. Casi de la noche a la mañana, en un soplo, dejaron de existir ciudades como Hattusa, capital de los hititas, que sólo 70 años antes había asistido orgullosa a la victoria de su pueblo ante las tropas egipcias del faraón Ramsés II en la batalla de Qadesh; Cnosos, cuyo majestuoso palacio, sede central de la cultura minoica, fue destruido casi por completo, o Micenas, la ciudad-estado del Peloponeso desde la que según Homero había partido Agamenón hacia la conquista de Troya junto a su hermano Menelao apenas medio siglo antes.

La razón de semejante declive permanece oculta aún en la bruma de la incertidumbre, pero precisamente gracias a los egipcios nos ha llegado el indicio que parece más contundente: una tablilla descubierta en Medinet Habu, en el exterior del templo funerario de Ramsés III, en el que se describe una batalla naval ante un enemigo ataviado con penachos y faldellines. Un enemigo cuya identidad aún no ha sido revelada, pero que fue catalogado por el egiptólogo francés Gaston Maspeto en 1881 como «los pueblos del mar», atendiendo a la lectura descubierta en la Estela de Tanis, en la que se les describe como la representación del diablo en la tierra: «vinieron del mar en sus barcos de guerra y nadie pudo oponerse a ellos».

Los filisteos

¿Quiénes eran los pueblos del mar? Existen muchas interpretaciones, pero apenas evidencias. ¿Corrientes migratorias a causa de un evento climático? ¿troyanos supervivientes de la masacre de los aqueos, unidos a tropas de piratas? Aunque existen menciones anteriores que datan del reinado de Ramsés II, quien utilizó a parte de estos pueblos del mar como mercenarios, nadie sabe todavía en realidad de dónde salieron, pero sí cuáles fueron las consecuencias de su paso por el Mediterráneo, al que dejaron sumido en una era de oscuridad que duró siglos y de la que sólo sobrevivió Egipto, el único imperio que pudo pararlos, aunque  a costa de consumir casi todos sus recursos. Los faraones nunca recuperaron su esplendor, aunque sí evitaron la destrucción que asoló al resto de civilizaciones, borradas por un invasor que, al igual que 15 siglos después harían los hunos de Atila, no tenía la menor intención de establecerse en las tierras conquistadas. Simplemente llegaba, arrasaba y se marchaba. Fueron los primeros terroristas de la historia de la humanidad.

Grecia tardó 400 años en resurgir. Lo hizo en la que desembocaría después en la época de mayor esplendor de su historia, en la era de la democracia ateniense, pero al perderse el sistema de escritura Lineal B que caracterizaba a la civilización micénica sólo pueden establecerse hipótesis de lo que sucedió durante esos cuatro siglos perdidos. Aunque en realidad los griegos tuvieron suerte. Los hititas desaparecieron para siempre y con ellos una de las primeras grandes civilizaciones de la historia de la humanidad, enemigo arcano de los primeros faraones.

En su lugar surgieron nuevos pueblos. Los arameos, antiguos guerreros nómadas del desierto, aprovecharon la debilidad de Asiria y Babilonia para crecer hasta tal punto que acabaron imponiendo su idioma en toda Mesopotamia. Una demostración de poder ante la que no palidecieron los fenicios al simplificar en 22 letras los jeroglíficos egipcios, convirtiendo esa nueva y más sencilla fórmula de comunicación en una herramienta esencial en las transacciones comerciales. Ciudades como Tiro, Sidón y Biblos se convirtieron en enclaves fundamentales del Mediterráneo oriental.

Pero hubo dos actores más en el teatro surgido de entre las cenizas que dejaron los pueblos del mar en el siglo XI antes de Cristo. Ambos en Canaán, en el valle de la media luna fértil, dominado por la cultura amorrea. Unos ya estaban allí desde hacía 800 años, cuando su patriarca Abraham había abandonado Sumeria «por mandato de Dios», según relata la Biblia. Eran los israelíes, nombre con el que según las mismas fuentes un ángel rebautizó a Jacob, nieto de Abraham, que bajo su nueva denominación de Israel unificó  a las doce tribus de los antiguos pastores nómadas semitas.

Los otros, en cambio, eran unos recién llegados. Los egipcios los llamaban peleset. Nosotros los conocemos como los filisteos. Se establecieron en la costa suroeste de Canaán, desde la actual franja de Gaza y subiendo al norte casi hasta Tel Aviv. Muchas teorías sugieren que se trataba de nómadas procedentes del Egeo que habían formado parte del conglomerado de los pueblos del mar aunque, a diferencia de ellos, estos sí se asentaron en una zona geográfica concreta y desarrollaron núcleos de población en Gaza, Ascalón, Asdod, Gat y Ecrón, ciudades que en el pasado habían pertenecido al ahora debilitado imperio egipcio. Algunas de ellas aún existen en la actualidad.

Favorecidos por su conocimiento de la metalurgia, los filisteos prosperaron y empezaron a extenderse hasta chocar inevitablemente con los israelíes, establecidos ya en reino bajo el mando de Saúl. A esta época, más o menos el año 1.000 A.C., pertenece el mítico combate entre el pastor  y futuro rey David y el gigante filisteo Goliat, aunque lo cierto es que no hay ninguna prueba de la existencia de ambos más allá de los relatos bíblicos. De hecho, tampoco hay nada que demuestre que  los israelíes llegaron a Canaán tras abandonar Egipto, a donde habían sido llevados como esclavos por los faraones siglos antes según el libro del éxodo. De hecho todo hace indicar que la mayor parte de ellos nunca abandonaron su tierra desde que se estableció allí Abraham desde Sumeria en el 1.900 A.C., pero ésta es otra historia.

Israel y Filistea siguieron enfrentados durante los siglos siguientes, que conocieron la época de mayor esplendor del reino de Israel. Lamentablemente duró poco. Tras la muerte del rey Salomón, hijo de David, las tribus se negaron a aceptar la autoridad de su heredero Roboam, al considerarlo fruto de la unión con una extranjera, y el reino quedó dividido en dos. Al sur Judá, con capital en Jerusalén, y al norte Samaria, nueva capital de Israel.

Destrucción de Israel y Filistea

Mientras tanto, el este, un poderoso imperio se levantaba. Los asirios entraron en escena y lo hicieron de manera devastadora. Primero arrasaron Filistea, luego acabaron con Israel, que en el 722 A.C. dejó de ser un Reino y pasó a ser vasallo de los asirios. Una gran parte de la población fue exiliada a Nínive o vendida como esclavos. Se les sustituyó por indígenas asirios. Dejando aparte el mito del éxodo egipcio, históricamente ésta fue la primera diáspora hebrea.

Judá, en cambio, mantuvo una independencia controlada que duraría un par de siglos más, hasta que en el 587 A.C. el rey Nabucodonosor II de Babilonia se cansó de las revueltas judías y destruyó la ciudad y el templo de Salomón. De nuevo se produjo un destierro, ahora hacia Babilonia. Durante 50 años permanecieron más allá de la puerta de Ishtar, hasta que el rey persa Ciro el Grande les permitió volver en 537 A.C. El templo fue parcialmente reconstruido y consagrado en 516 A.C., pero por supuesto no recuperaron la condición de reino. Siguieron sometidos a la égida de Persia, nuevo señor de la media luna fértil. Eso sí, no perdieron el tiempo durante su destierro babilónico. Fue en ese periodo cuando se escribió el antiguo testamento, adoptando muchos mitos procedentes incluso de la tradición sumeria, como el del diluvio, extraído de la epopeya de Gilgamesh.

Tras 200 años de dominio persa el macedonio Alejandro Magno entró en la partida geopolítica tomando la antigua ciudad fenicia de Tiro en 332 A.C. Judea se entregó sin combatir. Gaza se resistió, pero acabó cayendo ante la falange macedónica. A la muerte de Alejandro sus generales no sólo no abandonaron la zona, sino que reforzaron su presencia. Tolomeo derrotó a Demetrio en Gaza en 312 A.C., asegurándose el control de Judea. Luego llegaría a Egipto para crear una dinastía de faraones que se extendería hasta Cleopatra.

El reino seléucida, creado por otro de los generales de Alejandro, Seleuco, tomó el relevo de Tolomeo en la zona de Canaán y uno de sus descendientes, Antíoco IV, profanó el templo de Salomón en 167 A.C. y decretó el fin del judaísmo y el regreso a las religiones politeístas dando paso a las revoluciones macabeas que conseguirían recuperar el control religioso a través de un órgano de sumos sacerdotes que detentarían una gran cuota de poder hasta la llegada de Roma, que en el 63 A.C. pisó Canaán por primera vez tras haber convertido a Siria en una de sus provincias un año antes.

Adriano proclama a Palestina

En el 4 de nuestra era el primer emperador romano, Octavio Augusto, proclamó la provincia romana de Judea, que se mantuvo relativamente apaciguada bajo el mando de gobernadores romanizados como Herodes Agripa hasta que en el año 66 estalló la primera rebelión judía, sofocada primero por Vespasiano y después de manera mucho más radical por su hijo Tito, que tomó Jerusalén cinco años después y destruyó el segundo templo de Salomón. Aunque se carece de respaldo arqueológico, los judíos creen que el actual muro de las lamentaciones formaba parte de la estructura del templo.

Tras una escamaruza entre 115 y 117 reprimida despiadadamente por el general Luiso Quieto, el líder judío Simón Bar Kojba lideró en 132 una rebelión de tal calado que durante dos años consiguió liberar gran parte de Judea de los romanos. Hasta que en 134 el emperador Adriano, nacido en la localidad sevillana de Santiponce, ordenó que seis legiones completas, al mando de Sexto Julio Severo, infligieran a las tropas rebeldes una derrota de tal calado que más de medio millón de judíos fallecieron en los combates. Una vez que los romanos hubieron recuperado el control Adriano borró del mapa el nombre de Judá y lo reemplazo por el de Siria Palestina. Sobre las ruinas de Jerusalén se fundó la ciudad de Aelia Capitolina.

¿Fue esa la primera vez que se acuñó el término Palestina para designar la zona geográfica del sur de Canaán? Oficialmente sí, pero lo cierto es que Herodoto ya la mencionó cinco siglos antes como una de las cinco partes del imperio persa de los aqueménidas. Sea como se, lo cierto fue que bajo el palio romano no sólo no hubo ya más rebeliones, sino que Palestina fue extendiéndose y en el Bajo Imperio se reorganizó en varias unidades administrativas.

Tras la división del imperio romano, en 395, Palestina quedó bajo el control de Bizancio y así se mantuvo durante más de dos siglos, hasta que en 635 se produjo la conquista musulmana, con control absoluto sobre Palestina, Jordania y el sur de Siria con la única excepción de Jerusalén, que fue tomada dos años después para dar inicio de una larguísima etapa que incluyó a la dinastía de los Omeyas, al califato abasí y a los turcos selyúcidas.

Dominio musulmán

La Primera Cruzada recuperó Jerusalén en 1.099 y lo constituyó como reino hasta 1187, cuando de nuevo cayó en manos musulmanas gracias al sultán Saladino, fundador de la dinastía ayubí, depuesta abruptamente por los mamelucos, antiguos esclavos turcos y eslavos islamizados cuyo control en Egipto se extendería hasta la conquista de Napoleón en 1.798, aunque su radio de acción en Palestina y Siria se había extinguido mucho antes, en 1.516, cuando fueron derrotados por los turcos otomanos.

Durante 400 años los otomanos fueron los dueños de la región, que perdieron en 1.916, durante la I Guerra Mundial, cuando cayeron ante Inglaterra, que al finalizar el conflicto impulsó a través de la Declaración Balfour la creación en la zona de un «hogar para el pueblo judío», en lo que constituyó el primer punto de un apoyo de una potencia mundial al concepto del sionismo, el derecho del pueblo judío a recuperar la antigua tierra de Israel. Ese fue el germen del inicio del conflicto palestino-israelí ya que los ingleses no establecieron los límites del territorio reservado a los judíos, que empezaron a emigrar en masa a la zona provocando levantamientos de la población árabe.

La violencia entre ambas comunidades fue incrementándose hasta que en 1.948 Inglaterra se retiró de la escena, aprovechando la resaca de la II Guerra Mundial y la creación en 1.945 de la ONU como reemplazo de la fracasada Sociedad de las Naciones. Se acordó el reparto del territorio en dos estados, uno judío y otro árabe, y en mayo de ese mismo año los primeros proclamaron la independencia del estado de Israel, a lo que respondieron los árabes con la primera de las guerras árabe-israelíes. En 1964 se creó la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), que manifestó que su primer objetivo era «la destrucción del estado de Israel mediante la lucha armada». No era un eufemismo.

Del Yom Kipur a Hamás

En 1.967 Israel lanzó un ataque preventivo contra Egipto, Siria y Jordania que dio lugar a la Guerra de los Seis Días, resuelta como la anterior con victoria israelí y, esta vez, con la consecuencia de la anexión de los Altos del Golán, Cisjordania, la Franja de Gaza y la península del Sinaí. Israel ofreció los territorios ocupados a cambio de la paz, pero los árabes lo rechazaron. En 1.973, aprovechando la festividad judía del Yom Kipur, Egipto y Siria lanzaron un ataque contra Israel, que reaccionó llegando con sus tanques hasta las puertas de Damasco y El Cairo. El conflicto provocó una seria crisis energética en todo el mundo.

En 1.978, tras los acuerdos de Camp David, Egipto recuperó el Sinaí, y en 2.005 se retiró unilateralmente de la franja de Gaza. Antes, en 1.993, el líder de la OLP Yasir Arafat reconoció en una carta oficial al estado de Israel dando paso a los Acuerdos de Oslo, diseñados para ofrecer una solución al conflicto. Lamentablemente fue sólo una ilusión porque seis años antes, en 1.987, se había creado desde una escisión de los Hermanos Musulmanes el grupo terrorista Hamás, inicialmente con apoyo de Israel con el objetivo de controlar a la OLP. Mientras, en 1.994 nació la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que pasó a controlar la franja de Gaza y a detentar representación en las Naciones Unidas en calidad de observador, sin voto.

En 2.006 el partido Cambio y Reforma, ligado a Hamás, ganó por mayoría absoluta las elecciones generales palestinas, asumiendo el control de la franja de Gaza hasta 2017, cuando pasó a estar de nuevo bajo la jurisdicción de la ANP. Se sucedieron los atentados y bombardeos mutuos y el 7 de octubre de 2023 se produjo una masiva irrupción de terroristas de Hamás en Israel, con el resultado de 1.200 personas muertas y 250 secuestradas, muchas de las cuales permanecen todavía retenidas. La respuesta israelí, inmediata, fue invadir territorio palestino en busca de la «erradicación absoluta de Hamás». Es, por ahora, el último conflicto de la zona más caliente del mundo. Canaán lleva ardiendo más de 5.000 años y nada hace pensar que vaya a enfriarse. La tierra prometida tiene poco de edén y mucho de infierno. Es una paradoja en sí misma.

Fechas claves:

  • 7.800 A.C. primeras huellas de presencia humana en Jericó
  • 4.000 A.C. Llegada de los sumerios a Mesopotamia
  • 3.150 A.C. Antiguo Egipto
  • 1.900 A.C. Época de Abraham en Canaán (origen del pueblo israelí)
  • 1.250-1200 A.C. Los pueblos del mar destruyen el imperio hitita y los reinos micénico y cretense. Entran en guerra con Egipto
  • 1.230 A.C. Egipto derrota a los pueblos del mar
  • 1.200 A.C. Los israelitas toman Jericó
  • 1.185 A.C. Los filisteos se establecen en Canaán
  • 1.000 A.C. David derrota al filisteo Goliat, se convierte en rey de Israel y unifica las doce tribus
  • 992 A.C. División de Israel entre Samaria y Judá a la muerte de Salomón
  • 753 A.C. Fundación de Roma
  • 732 A.C. Asiria toma Filistea
  • 722 A.C. Asiria toma Samaria. Fin de Israel como reino independiente
  • 604 A.C. Babilonia devasta lo que queda de Filistea y lo incorpora a su reino
  • 587 A.C. Babilonia toma Judá. Fin de Judá como reino independiente
  • 63. A.C. Roma empieza la conquista de Canaán
  • 4  Augusto proclama la provincia romana de Judea
  • 26  Poncio Pilatos gobierna en Jerusalén
  • 70  Tito sofoca la rebelión judía y destruye el templo de Salomón
  • 135  Adriano acaba con la tercera rebelión judía y da a la provincia el nombre de Siria Palestina
  • 395  Palestina queda bajo el control de Bizancio
  • 635 Los musulmanes toman Jerusalén
  • 1.099 Tras la primera cruzada se funda el Reino de Jerusalén, con partes de Israel, Palestina, Líbano y Jordania
  • 1.922 Mandato británico en Palestina
  • 1.947 División de Palestina por parte de la ONU
  • 1.948  Se crea el Estado de Israel
  • 1.948  Primera guerra Árabe-Israelí
  • 1.967 Guerra de los Seis Días
  • 1.973 Guerra del Yom Kipur
  • 1.978 Acuerdos de Camp David
  • 1.987 Creación de Hamás como escisión de los Hermanos Musulmanes
  • 1.993 Acuerdos de Oslo
  • 1.994 Nace la Autoridad Nacional Palestina
  • 2.005 Israel abandona la franja de Gaza
  • 2.006 Hamás gana a través del partido Cambio y Reforma las elecciones palestinas
  • 2.023 Terroristas de Hamás irrumpen en Israel matando a 1.200 personas y secuestrando a 1.200
  • 2.023 Israel, en represalia, ataca territorios palestinos. El conflicto continúa

 

 

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