El famosísimo bizcocho japonés viene de España y ésta es la confirmación que lo cambia todo

Hay una confirmación que lo cambia todo, ese increíble bizcocho japonés que se ha convertido en un extra de buenas sensaciones que ha acabado siendo lo que nos ha acompañado en estos días que tenemos por delante. Ese dulce especial, merienda, desayuno o comida que estamos deseando que llegue a nuestro día a día, puede acabar convirtiéndose en una dura realidad que debemos tener en cuenta. Habrá llegado el momento de apostar claramente por ciertos detalles que son fundamentales.

Ese bizcocho de la abuela que ha traspasado fronteras, quizás acabe siendo algo radicalmente diferente. Tenemos que dejar salir, algunos elementos que quizás hasta ahora no hubiéramos ni esperado, en estos días que quizás hasta ahora puede acabar siendo de una forma muy diferente. Ha traspasado fronteras y ha llegado hasta un país tan lejano como Japón que no ha dudado en lanzar una serie de advertencias que debemos tener en cuenta y que puede acabar siendo lo que marque estos días que tenemos por delante. Por lo que, habrá llegado el momento de empezar a conocer un poco más por lo del bizcocho japonés.

Esta es la confirmación que lo cambia todo

Los expertos en historia de la gastronomía no dudan en lanzar esta confirmación que lo cambia todo y que realmente puede acabar siendo lo que marque unos días cargados de situaciones inesperadas. La relación gastronómica entre España y Japón puede ser especialmente difícil de asumir, pero con algunos detalles podemos tenerlos muy claros.

En Japón existe un tipo de bizcocho que se llama Castella o Kasutera, muy popular en este país tiene un nombre que nos indica que estamos ante una receta de origen español cuyo origen debemos conocer y quizás nos acabe sorprendiendo.

Desde el blog muy japonés nos explican que: «Lo introdujeron los mercaderes portugueses en Japón en el Siglo XVI, de ahí procede su nombre: el pão de Castela portugués que significa pan de Castilla. Nagasaki era la ciudad portuaria abierta al comercio extranjero. Cuando llegaron los portugueses, introdujeron muchos productos en Japón además del castella. En esa época el azúcar era muy caro por lo que el castella no era un postre popular sino que estaba reservado a la aristocracia. Cuando en 1860 Japón se vio obligado a abrir todos sus puertos al mundo, el azúcar bajó drásticamente de precio y el castella se popularizó entre los japoneses».

Siguiendo con la misma explicación: «Los ingredientes para elaborar este postre son muy simples: harina, huevos, azúcar y sirope de arroz. No lleva aceite, ni mantequilla ni levadura. Tradicionalmente se cuece en unos recipientes de madera para que el calor se distribuya mejor y no se seque demasiado antes de estar perfectamente cocinado. En Japón los postres no son muy dulces. El castella no es una excepción, tiene un sabor suave y esponjoso, suele venderse en cajas estrechas y alargadas o bien empaquetado individualmente. Suele comerse solo, sin añadirle toppings aunque una excepción es el dorayaki que está hecho con pancakes de castella. Si hemos de probar uno de los mejores, recomendamos el de Fukusaya. Esta pastelería abrió en 1624 en Nagasaki y hoy en día podemos encontrar mostradores con sus productos en los mejores centros comerciales por todo Japón, en las plantas de alimentación».

El famoso bizcocho japonés que viene de España

Puedes disfrutar de un buen bizcocho japonés que viene de España y queda de vicio, siempre que lo desees, en cada uno de los elementos que puede acabar siendo el que marque la diferencia. Por lo que, al final, lo que necesitamos para descubrir la historia gastronómica de este dulce, simplemente descubre este tipo de detalle que realmente necesitas.

Ingredientes:

• 200 g de harina para todo uso
• 150 g de azúcar
• 6 huevos grandes
• Una pizca de sal
• 80 ml de miel
• 1 cucharadita de agua de rosa

Para la parte superior del bizcocho

• 1 cucharada de miel
• 1 cucharadita de zumo de limón
• 2 cucharaditas de agua muy caliente

Utensilios

• Batidora

Bizcocho esponjoso casero elaboración

1. Tamiza la harina con ayuda de un colador y reserva.
2. Precalienta el horno a 180 grados. Prepara un molde, añade unas gotitas de aceite y forra con papel de horno. De esta forma nuestro bizcocho no se pegará al fondo.
3. Calienta dos cucharadas de agua caliente y el agua de rosas en el microondas unos pocos segundos. Añade este líquido a la miel y remueve.
4. En un recipiente apto para batidora batimos los huevos a media velocidad hasta que estén bien mezclados, incorpora el azúcar poco a poco y sigue batiendo. Este paso necesita paciencia ya que tenemos que batir durante cinco minutos o un poco más la mezcla para añadirle aire, de esta manera nuestro bizcocho queda muy esponjoso. Cómo usamos batidora no es tan cansado que si fuera a mano. La clave es que veas que la mezcla de huevos y azúcar dobla su tamaño y está tirando a espesa.
5. Agregar ahora la mezcla de miel y una cucharada de la harina tamizada. Batir y seguir añadiendo poco a poco cucharadas de harina hasta incorporar toda. Tendrá un color amarillo pálido.
6. Verter la mezcla en el molde de horno.
7. Introduce un cuchillo dentro de la masa y dibuja un ‘zig-zag’ para eliminar burbujas de la masa.
8. Agarra el bizcocho por los bordes unos tres centímetros sobre una mesa, agita un poco y suelta, vuelve a agarrar, sacude y suelta. De esta manera estamos eliminando burbujas de aire.
9. Hornear a 160 grados durante 35 minutos, apaga el horno y deja reposar 5 minutos. Despega con cuidado el papel del molde para sacar el bizcocho.