Vuelve la tensión con Marruecos: Rabat no cree a Sánchez y lo señala como la X del ‘caso Ghali’

Vuelve la tensión con Marruecos: Rabat no cree a Sánchez y lo señala como la X del ‘caso Ghali’
El rey Mohamed VI y Brahim Ghali.
Carlos Cuesta

La versión de Arancha González Laya, que se niega a revelar quién le dio la orden de permitir la entrada opaca e ilegal del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en España, ha relanzado la tensión con Marruecos. Rabat no cree la versión oficial que exculpa al presidente del Gobierno de este caso judicial y ha trasladado ya extraoficialmente su petición de explicaciones ante la evidente sospecha de que la X del caso Ghali es el propio Pedro Sánchez.

Marruecos exigió -y se cobró- la cabeza de la ministra de Exteriores que gestionó aquella entrada de Ghali en territorio español. La crisis diplomática abierta a raíz de haber acogido en España a quien está considerado como uno de los principales enemigos de Rabat, de hecho, provocó, además, la invasión de Ceuta por 10.000 inmigrantes ilegales a los que Marruecos abrió las puertas para que cruzaran al otro lado de la frontera.

Ahora el asunto es menos ruidoso. Pero de una gravedad máxima. La evidencia de las declaraciones realizadas en sede judicial por el ex jefe de Gabinete de Exteriores Camilo Villarino y la ex ministra del ramo Arancha González Laya dejan pocas opciones. Ambas declaraciones admiten haber recibido órdenes de arriba y por encima de un ministro hay pocos cargos.

Marruecos sigue el caso de cerca y la evolución judicial ha provocado ya el trasladado extraoficial de la cuestión obvia a las autoridades españolas: ¿Es Sánchez el responsable final de la entrada de Ghali en España?

O, dicho de otra manera: ¿Es Sánchez la X del caso Ghali?

Mientras, Sánchez se apresuró el pasado viernes a emitir un comunicado de elogio hacia el nuevo Ejecutivo de Rabat. Un comunicado de concordia, ante una situación que no la garantiza.

“El Gobierno de España felicita cordialmente al nuevo Gobierno de Marruecos nombrado por S.M. el Rey Mohamed VI y presidido por el jefe del gobierno, Aziz Ajenuch, tras las elecciones legislativas del pasado 8 de septiembre. España confía en trabajar con el nuevo Gobierno de Marruecos para adaptar nuestra asociación estratégica a la altura de las oportunidades y desafíos compartidos, sobre la base de la confianza, el respeto y el beneficio mutuo”, destaca el comunicado.

Es complicado que “la confianza, el respeto y el beneficio mutuo” sean valorados por Rabat si se prueba que el máximo responsable de dar cobijo a unos de los mayores enemigos de Marruecos es el propio presidente español.

El texto del comunicado añade que “Marruecos es un socio estratégico y un país vecino y amigo con el que España desea seguir desarrollando una cooperación modélica y fructífera en múltiples ámbitos, que contribuya a la estabilidad y prosperidad regional”.

Lo cierto es que Laya dejó la cartera del Ministerio de Exteriores tras la crisis con Marruecos por el caso Ghali, que se encuentra en estos momentos en plena investigación para depurar responsabilidades. La crisis diplomática desatada por culpa de la entrada del líder del Frente Polisario en España provocó el asalto masivo a Ceuta de más de 10.000 inmigrantes ilegales.

Pedro Sánchez decidió a raíz de aquello dar un giro a la política exterior española incluyendo la salida de Laya en la remodelación del Ejecutivo. Laya estaba en entredicho por la falta de peso a nivel internacional de España pero, sobre todo, por una de las crisis más graves vividas con Marruecos en las últimas décadas. De hecho, fue Marruecos el que pidió la cabeza de Laya.

La decisión de acoger al líder del Frente Polisario, enfermo de coronavirus, provocó una grave crisis con Marruecos por la que España todavía está pagando las consecuencias. Hay que recordar que el líder polisario recibió el visto bueno del Gobierno de Pedro Sánchez para tratarse del Covid en España, después de que Argelia intentara de manera infructuosa llegar a un acuerdo con Alemania. Y, si la presencia de Ghali en España ya era un golpe a las relaciones bilaterales con el reino alauí, la forma en la que llegó a nuestro país no deja lugar a dudas de que tanto Pedro Sánchez como Arancha González Laya eran conscientes de que iban a provocar una crisis con Marruecos.

Ghali llegó a finales de abril a España en un avión privado medicalizado. Aterrizó en Zaragoza eludiendo los controles de aduanas e inmigración y fue trasladado a un hospital en Logroño.

La reacción de Marruecos ante lo que consideró un agravio para las relaciones bilaterales fue permitir que cerca de 10.000 inmigrantes ilegales cruzaran la frontera de Ceuta en un solo día, desbordando a la Policía y a la Guardia Civil y obligando al Gobierno socialcomunista incluso a movilizar al Ejército para impedir nuevos asaltos.

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