Crisis del coronavirus

El ‘think tank’ de Defensa ya veía clara 3 días antes del 8-M la amenaza de «una crisis sanitaria devastadora»

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Trabajadores de una funeraria protegidos trasladan de la morgue a un fallecido por coronavirus. (Foto: EFE)
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

La amenaza de una crisis pandémica de gran magnitud no era una hipótesis, sino algo muy real. Lo avisaron organismos internacionales. Pero también aquí se trabajaba con esa alerta. El Instituto de Estudios Estratégicos, ‘think tank’ de Defensa, llevaba meses anticipando el riesgo. Sus conclusiones se recopilaron en un cuaderno de título certero: «Emergencias pandémicas en un mundo globalizado: amenazas a la seguridad». Se publicó el 5 de marzo, cuando el coronavirus era ya una dramática realidad en China y en Italia y se propagaba por España ante la pasividad del Gobierno. El dossier se presentó el 9 de marzo. Ese día, el Ejecutivo vio un cambio de escenario y empezó a reaccionar.

En el informe no hay mención al actual coronavirus, pero sí se describe un escenario muy similar, que los autores llevaban meses investigando: «Cada nuevo brote de una enfermedad infecciosa tiene el potencial de tener consecuencias geopolíticas, no sólo por las pérdidas de vidas sino también por alterar el comercio y la productividad económica, a nivel nacional, regional e internacional», se resumía ya en su presentación.

En sus páginas se advierten conclusiones claras: «En un entorno cada vez más complejo y volátil donde se observa un aumento de las tensiones geopolíticas y de la incertidumbre; un mundo cada vez más globalizado e interdependiente, debemos ser capaces de hacer frente a las crisis que se suceden con cada vez más intensidad, y esto incluye una crisis sanitaria, que podría llegar a tener consecuencias devastadoras». 

Los investigadores adelantaban que «lo más probable es que de enfrentarnos a algo nuevo sea una zoonosis», como es el caso del Covid-19, «que se propague dentro de nuestra especie, convirtiéndose en una epidemia o pandemia, de la misma manera que lo hace el virus de la gripe». 

Sus efectos serían «no sólo de pérdidas de vidas humanas. Suponen también pérdidas económicas». En este contexto, el informe destaca, por ejemplo, que, según la CGHRF –Commission on a Global Health Risk Framework– una de las cuatro comisiones creadas a partir de la epidemia del ébola, «las pérdidas asociadas a las pandemias pueden suponer 60.000 millones de dólares al año». 

¿Estábamos preparados? El panorama, desde luego, no era alentador. Por un lado, porque «la OMS carece de flexibilidad, adaptación, de recursos y de mandato para hacer frente a cualquier pandemia que pueda declararse», sostenía el dossier. Por otro, porque «la política europea de prevención y control de pandemias es muy mejorable».

Y por otro, porque «en caso de enfrentarnos a una nueva pandemia, la medicina debería estar en condiciones de brindar cierta protección. Sin embargo, lo más probable es que nos sorprenda sin una vacuna para prevenirla o un medicamento capaz de contrarrestar sus efectos».

En cualquier caso, concluían sus autores, «la responsabilidad de la preparación y planificación de situaciones de pandemia corresponde a los Estados, no existiendo una evaluación de la gobernanza y de las capacidades nacionales».

¿Qué debía hacer nuestro país? En primer lugar, disponer un plan de prevención para evitar la entrada del virus a través de sus fronteras. Porque «no está de más recordar que España recibe anualmente alrededor de 80 millones de personas, lo que nos ha aupado al pódium de los campeones del turismo. A esto hay que añadir que se mueven dentro de nuestras fronteras alrededor de 200 millones de pasajeros aéreos (la UE casi 1.000 millones), los inmigrantes legales (más de 650.000 en 2018) o irregulares (más de 56.800 en 2018) que acogemos y los 17 millones de españoles que todos los años visitan el extranjero, viajando algunos de ellos a países más o menos exóticos. Datos que deberían llevar a las autoridades sanitarias españolas a sustanciar planes y medidas más acordes con esta vulnerabilidad». 

«En España, la capacidad de la respuesta española quedó probada en la gestión de ébola en 2014, permitiéndonos adaptar y mejorar nuestras capacidades que hoy son una realidad. Aun así, es necesario, desarrollar nuevos planes de preparación y respuesta ante las amenazas y los desafíos sanitarios», se destacaba.

Otras advertencias eran que «España no es ajena a esta realidad, debiendo hacer un esfuerzo de preparación e integración para responder a los desafíos asociados a los brotes epidémicos, integrando todas las capacidades, las civiles y las militares, para hacerlas frente, tanto a las de origen natural, como a las de origen provocado». O que «en España se hace necesaria una detección temprana de la circulación de microorganismos y de una posible transmisión de enfermedades. Constituye por tanto un reto importante reforzar las labores de vigilancia y control».

Un escenario que dramáticamente ha acabado confirmando la pandemia del coronavirus.

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