El PSOE admite que «no se explicó bien» la abstención a Rajoy: «Hay más cabreo del que pensábamos»
El resultado de la recogida de avales —6.000 de diferencia a favor de Susana Díaz— ha activado las alertas en el entorno de la presidenta andaluza. Aunque consideran que existe margen para reactivar a la militancia de cara a la votación definitiva, el 21 de mayo, admiten también, en un ejercicio de sincera autocrítica, que la abstención a Mariano Rajoy «no se explicó bien» y que los avales certifican que, entre la militancia, «hay más cabreo» del que presuponían.
Esa es la lectura en frío, una vez analizados los datos, federación a federación. Esas mismas fuentes apuntan a que el ex líder socialista ha exprimido el enfado de los militantes ante la investidura de Rajoy y ha alimentado ese «cabreo» durante meses a través de una agresiva campaña en las redes sociales. Tras la dimisión de Sánchez como secretario general, el pasado 1 de octubre, y su posterior renuncia al acta como diputado, los ‘pedristas’ se organizaron en un «ejército» de fieles en contra del ‘aparato’ socialista.
La reflexión que se comparte en el entorno de Susana Díaz es que Sánchez se ha aprovechado mejor del enfado de la militancia contra la Gestora, que ellos mismos de la responsabilidad que, como partido de gobierno mayoritario durante la democracia, debían asumir para sacar al país de una absoluta parálisis institucional.
Esto es, reconocen que tendrían que haberse detenido más en explicar los argumentos para la abstención, y que se recogían bien detallados en la resolución que el PSOE aprobó en su Comité Federal del 23 de octubre.
«A nadie se le oculta que no es una decisión fácil, pero tampoco contemplamos el ejercicio de la responsabilidad política, en esta coyuntura ciertamente excepcional, como una carga que nos resulte ajena o incompatible con el papel que hemos venido desempeñando en nuestra democracia constitucional», señalaba el texto, presentado por la eurodiputada y ex número dos, Elena Valenciano.
En la propuesta se destacaba además que unas terceras elecciones serían algo «gravemente dañino para la salud de la democracia» y tendría «efectos muy negativos para el Partido Socialista, porque apareceríamos ante la sociedad como los principales responsables de un bloqueo que nadie desea».
Además, contemplaba que esa abstención no sería, en cualquier caso, gratuita para el Gobierno. Así, incluía varias medidas que se comprometían a llevar a cabo: la derogación de la reforma laboral y de la «ley mordaza», la convocatoria del Pacto de Toledo, la apertura de un diálogo en el Congreso sobre el modelo territorial, la lucha contra la corrupción y un gran pacto de estado contra la Violencia de Género.
Aún así, en el entorno ‘susanista’ consideran que existe cierto margen para ganar voto y acabar superando a Sánchez. Esa estrategia, in extremis, se dirige especialmente a Cataluña, la región donde, según sus cálculos, existiría un mayor «voto oculto» a favor de la presidenta de la Junta. También ven posible ‘pescar’ más apoyo en Andalucía o en Galicia, una comunidad en la que se volcarán con varios actos de campaña en los próximos días.
El objetivo del equipo de la dirigente andaluza es afianzar el voto que ya tienen, a la vista de los avales, y movilizar ese voto «oculto» que aún no se ha pronunciado, o que lo ha hecho a favor de Sánchez. Los ‘susanistas’ admiten su «sorpresa» por la elevada movilización, histórica, que está demostrando este proceso: el 65,64% del censo —187.949 militantes— ha dado ya su aval a alguno de los tres candidatos. En 2014 esa cifra fue del 38,60%.