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Podemos contra Sánchez por el porno: «Lo que es normal para adultos no puede ser peligroso para menores»

Ángela Rodríguez 'Pam' considera que habría que impulsar más la educación sexual en menores

La secretaria de Feminismos de Podemos aspira a una pornografía que no implique violencia

podemos porno
Irene Montero y Ángela Rodríguez Pam.
Paula Baena

La secretaria de feminismos de Podemos y ex secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, considera, a raíz del plan anunciado por el Gobierno de Pedro Sánchez para proteger a los menores del porno en Internet, que no puede ser que «lo que es normal para un adulto» sea «una epidemia peligrosa para un menor».

En un artículo titulado Como si nadie viera porno, la que fuera mano derecha de Irene Montero en el Ministerio de Igualdad hasta que Sánchez las desterrara de su nuevo Ejecutivo, hace un repaso sobre el consumo de pornografía en España y sobre cómo el anuncio del Gobierno es, a su juicio, insuficiente, a la hora de abordar la relación entre el porno y el aumento de las agresiones sexuales.

La secretaria de Feminismos de la formación morada se pregunta cuál es realmente la novedad que ofrece el Gobierno con el anuncio de una nueva aplicación de control parental para menores de edad ante el acceso al porno cuando, recuerda, en la actualidad, «en casi cualquier dispositivo se pueden colocar a día de hoy distintos filtros para el control de la privacidad y la seguridad en el acceso a distintas aplicaciones o internet en general de personas menores».

«El Gobierno afirmó que habrá un Acuerdo de país para proteger a los menores del porno en internet, ya que se ha convertido en una epidemia. Y es verdad que hay cifras que preocupan. Por ello, no se debe menospreciar este asunto, sino más bien al contrario, hablarlo de la forma más honesta posible», argumenta Ángela Rodríguez Pam en un artículo publicado en Info Libre.

Así, para la autora, «tan preocupante es el acceso temprano de los menores al porno como el aumento en las agresiones sexuales, como la ausencia de educación sexual o el recién publicado por el CIS rechazo de una buena parte de los hombres a lo que el feminismo pueda aportar a sus vidas».

En este sentido, opina que la «conversación que España tiene pendiente no es únicamente la del acceso al porno de los menores, sino la de una determinada cultura sexual basada en el sometimiento y no en la igualdad». Dicho de otro modo, aclara, «de nada sirve hablar de lo primero sin hablar de lo segundo».

Para Pam hay que empezar por reconocer que «en España se ve mucho porno». De acuerdo con las estadísticas de Pornhub, cita, España se encuentra en el puesto número trece del ranking mundial de consumo de pornografía y que un 74% de los consumidores son hombres y el 80% mayores de 24 años.

«Aunque no podemos saber la relación de este número con el consumo en los menores de edad -que seguro sería preocupante-, hay una evidencia aplastante y es que el consumo de porno parece, fundamentalmente, un asunto de hombres de mediana edad», señala.

La responsable de feminismo de Podemos no cree que esto quiera decir que todos los hombres de mediana edad que ven porno consumen violencia sexual e, incluso, aunque este fuera el caso y asumiéramos que toda la industria pornográfica solo sirve para reproducir violencia contra las mujeres, reflexiona, «¿prohibir el acceso al mismo para los menores serviría para acabar con la raíz del problema? ¿Cuál sería, entonces, el problema que estaríamos intentando atajar? ¿La existencia del porno, que los menores lo consuman o la relación de ambos asuntos con la violencia sexual?».

Para la ex secretaria de Estado de Igualdad, sería deseable que existiera un «porno no violento que no reproduzca estereotipos patriarcales sobre las relaciones sexuales o sobre los cuerpos» y se pregunta si podría ser «útil» la ficción sobre las relaciones sexuales para la educación sexual porque, apostilla, deberíamos aspirar a una sociedad en la que la ficción sobre el sexo no fuera siempre un problema.

Pam considera «urgente» una mayor educación sexual entre los menores y sobre este extremo se pregunta: «¿Qué creemos que puede ser más útil con un chaval de 10 años, que tenga que pasar algún filtro más en su ordenador cuando ponga tetas en Google después de jugar al Fortnite o que haya podido hablar lo suficiente sobre sexo en clase antes de que eso suceda?».

«Si bien pueden ser medidas deseablemente compatibles, es preocupante, una vez más, que el Gobierno centre sus esfuerzos únicamente en la primera, confiando además en que no afecte de ningún modo a la implementación de esta medida la insalvable brecha digital que existe entre la generación que prohíbe y la que quiere saber», sentencia.

«Lo que es normal para un adulto, no puede ser una epidemia peligrosa para un menor. Dejemos de fingir que esto es un problema de los adolescentes o que se puede solventar con la hipervigilancia o la prohibición. El problema sigue siendo el mismo: en España de sexo (feminista) no se habla y la educación sexual es ya una urgencia», concluye.

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