Gobierno Pedro Sánchez

Montero traslada a Sánchez su agotamiento como portavoz del Gobierno tras la pandemia

Está cansada de la sobreexposición que ha tenido a lo largo de la pandemia y en su entorno consideran que le puede resultar perjudicial.

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La ministra portavoz del Gobierno y de Hacienda, María Jesús Montero (Foto: EP).
Joan Guirado

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, está cansada de ser la voz y la cara del Gobierno de coalición. La andaluza, a quien muchos la ven como el relevo de Susana Díaz o, llegado el caso, del propio Pedro Sánchez, ha trasladado en los últimos días su «agotamiento» al presidente por un cargo, el de portavoz, que le ha provocado «un fuerte desgaste» durante los últimos meses de pandemia.

Hasta que se decretó el estado de alarma, el 14 de marzo, su exposición mediática estaba siendo la habitual en comparación con sus antecesores en el cargo. A partir del día en el que el Gobierno aprobó la situación de excepcionalidad, la portavoz ha estado permanentemente en los medios de comunicación, ya sea mediante la concesión de entrevistas o en rueda de prensa.

Montero ha salido en solitario, acompañando al ministro de Sanidad, Salvador Illa, o a otros ministros que han trabajado en la lucha contra la pandemia. Como portavoz del Gobierno, además de tener que responder a las cuestiones puramente sanitarias, tenía que cargar también con la responsabilidad del Ejecutivo en otras cuestiones.

Según fuentes de Moncloa consultadas por este periódico, María Jesús Montero ha puesto en conocimiento del presidente su cansancio como portavoz. En su entorno, esta sobreexposición en un momento en el que las críticas hacia el Gobierno han sido feroces y la gestión no ha dado siempre el resultado esperado, creen que puede jugarle en contra de cara a posicionarse como un relevo en el PSOE.

Defensa de Podemos

Como portavoz del primer Ejecutivo de coalición a Montero se le acumulan semanalmente preguntas espinosas sobre una de las partes del Gabinete. Es recurrente, a cada aparición de la ministra, que alguno de los periodistas presentes en la sala de prensa le acaben preguntando por los líos, declaraciones o salidas de tono de algunos de los miembros de Unidas Podemos. Lo último, el embrollo judicial de Pablo Iglesias por el caso Dina.

La socialista siempre se zafa de dichas preguntas, cuando se circunscriben al ámbito más personal o de partido, que son cuestiones de carácter interno sobre las que no tiene opinión. Lo cierto es que sí la tiene y, en pro de la convivencia en el seno del Consejo de Ministros, en muchas ocasiones se tiene que morder la lengua para evitar avivar más los incendios que a menudo crean sus socios de coalición.

Gestión de la comunicación

A diferencia de su antecesora en la portavocía, Isabel Celáa, Montero es más próxima a los periodistas, con los que en su mayoría mantiene una buena relación más allá de la sala de prensa. Esa cercanía choca con la forma de actuar de la Secretaría de Estado de Comunicación (SEC), dirigida por Miguel Ángel Oliver, que siempre marca unas distancias más severas, incluso dificultando la tarea de los comunicadores.

La ministra de Hacienda no comparte la forma de funcionar de la SEC pese a que, como portavoz, está obligada a trabajar permanentemente con el equipo de Oliver. Estas diferencias, apuntan en el entorno de María Jesús Montero, también habrían propiciado ese hartazgo en la dirigente socialista para mantenerse mucho tiempo más al frente de las explicaciones de Moncloa.

Cambios sí, pero no inminentes

En el entorno de Pedro Sánchez dan por hecho que tarde o temprano habrá cambios en su equipo con el fin de fortalecer el Gabinete. Pero serán más tarde que temprano. Inicialmente el presidente pretendía hacer ciertas modificaciones, incluso estructurales, a finales de este mes de julio.

Sánchez quería hacer coincidir los cambios con el lanzamiento de las candidaturas de Arancha González Laya y Pedro Duque para ocupar cargos internacionales. Sin embargo, la sensación de que tras la crisis sanitaria su Gobierno sale «consolidado» han aparcado los planes del jefe del Ejecutivo, que esperará unas semanas más para acometer dichas remodelaciones.

Entre esos cambios, apuntan en Moncloa, hay una reestructuración profunda de la Secretaría de Estado de Comunicación, que desde la formalización de la coalición depende exclusivamente del director del Gabinete del presidente, Iván Redondo. Las críticas de los periodistas durante la pandemia a la oficina que dirige Oliver han puesto al periodista en la cuerda floja. Su relevo, por eso, está pendiente de encontrarle sustituto. Y no es fácil.

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