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OKDIARIO recuerda en Ermua a Miguel Ángel Blanco: «Cobraba sólo 2 euros y medio por ser concejal»

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Cada mes de julio, desde hace 26 años, Ermua se viste de luto. Este pequeño municipio del País Vasco es el lugar donde nació Miguel Ángel Blanco, un concejal del Partido Popular secuestrado y asesinado por ETA con tan sólo 29 años. OKDIARIO se ha trasladado en su memoria para recordar lo que allí pasó. El «Espíritu de Ermua», movimiento cívico en repulsa del terrorismo que supuso el principio del fin de la banda terrorista, aún está vivo.

En la comarca del Duranguesado está Ermua. Se trata municipio vasco donde vivía Miguel Ángel Blanco. Hijo de un matrimonio de origen gallego, Miguel Ángel era un economista con vocación política que decidió militar en el Partido Popular. Fue una decisión valiente, ya que la banda terrorista ETA estaba en activo y cualquier político era un blanco para ellos. Más aún si se trataba de un concejal sin seguridad privada, como era el caso de Miguel Ángel, que fue asesinado por el comando Vizcaya.

Pero su corta vida no fue en vano. Miguel Ángel Blanco es una de las víctimas de ETA más recordadas de la historia. Gracias en parte a su hermana, presidenta de la Fundación Miguel Ángel Blanco, que no ha dudado en recorrer España honrando y manteniendo viva la memoria del joven concejal. «Mis padres se conocieron en Ermua y aquí nacimos mi hermano y yo», relata Marimar en una entrevista con este periódico. Y prosigue: «Él estudió economía en Bilbao, le gustaban los números y encontró trabajo en Eibar, la localidad vecina».

Precisamente allí fue donde los tres etarras —Txapote, Amaia y Mujika— interceptaron a Miguel Ángel. El joven había comido con sus padres y cogió el tren para ir a trabajar como cada día. Sin embargo, su destino final no fue la oficina en la que trabajaba. En la calle Ardanza, le esperaban los tres terroristas en un coche donde obraron el secuestro. La emisora Enin confirmó el peor de los presagios: Miguel Ángel sería asesinado si no se acercaban a los presos de ETA a las prisiones del País Vasco. España no cedió al chantaje y el cuerpo del joven ermuarra fue encontrado en un descampado de Lasarte (Guipúzcoa).

Hoy, su memoria sigue intacta 26 años después. También continúa en el buzón de su casa, ubicada en la calle Iparraguirre número 11, los nombres de sus padres que ya descansan en paz. Sus vecinos no le olvidan. De hecho, el anciano que ocupa el primer piso de su bloque aún recuerda con desconsuelo como sus hijos jugaban con Miguel Ángel. «Estuvo muchas veces en mi casa, pobre chico», explica desde el balcón a este periódico.

Conmoción

Tampoco la sociedad española le olvida. Da igual que haya pasado más de dos décadas. Miguel Ángel Blanco consiguió que los ciudadanos se armaran de valentía y salieran a la calle para pedir el fin de ETA. Medio millón de personas tomaron la calle en Bilbao y una marea de movilizaciones sociales recorrieron España. La población se untó las manos de blanco y clamó por el fin del terror.

Nada no conmovió a los etarras. Cumplidas las 48 horas de plazo, en las que el país estuvo en vilo, Txapote apretó el gatillo. Miguel Ángel Blanco fue encontrado agonizando y durante 12 horas luchó por su vida hasta que en el hospital de Nuestra Señora de Aránzazu murió de madrugada.

Miguel Ángel Blanco consiguió que los españoles gritaran el lema de «Vascos o ETA». «Esto fue el verdadero fin de la banda terrorista», explica el actual líder del PP en el País Vasco, Carlos Iturgaiz, en una entrevista con este periódico. En este sentido, Iturgaiz recuerda la crueldad de esos años desde la plaza San Pelayo de Ermua y afea como el brazo político de ETA, Bildu, ha podido alcanzar las instituciones en la actualidad.

Han pasado 26 años desde que enterraran a Miguel Ángel Blanco pero su recuerdo aún sigue vivo. El tren que le llevó hasta sus asesinos aún circula y el «Espíritu de Ermua» sigue en la memoria del imaginario colectivo de la sociedad española.

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