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Marlaska obliga a los guardias civiles a pagarse los hoteles en los que se alojan en Cataluña

Los guardias civiles desplegados en Cataluña afrontan los gastos de su bolsillo. "Estamos en situación límite", aseguran desde los sindicatos

Guardia Civil
GRS de la Guardia Civil en Cataluña
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Los guardias civiles desplegados en Cataluña para hacer frente a la violenta respuesta por la sentencia del ‘procés’ tienen que asumir de su propio bolsillo las dietas y hoteles en los que se alojan. Según aseguran desde la asociación JUCIL, una gran parte de los agentes llevan días sin recibir por adelantado el pago para afrontar esos gastos.

El trámite habitual es que cada grupo realice una transferencia con antelación a los agentes para que puedan pagar los gastos derivados de una misión concreta, cuando se encuentran desplazados. Sin embargo, aseguran desde esta asociación, en esta ocasión se les avanzó lo equivalente a dos semanas de alojamiento y dietas. Una cantidad que hace días que ‘caducó’, obligando a los guardias civiles a adelantar ellos mismos los gastos que, por término medio, suponen unos 48,92 euros de hotel y 28,21 euros para las comidas.

«Situación límite»

«Las dietas iniciales ya se han terminado», explica el secretario nacional de Organización de JUCIL, Jesús Page. «A unos pocos agentes se les ha ingresado una cantidad inferior a la que recibieron por primera  vez. Pero la mayoría no han visto ni un euro en sus cuentas». «¿Deberían estar en ayunas hasta el lunes?», se pregunta retóricamente.

Los agentes se quejan de precariedad. «Jornadas que nunca bajan de las 12 o 15 horas de servicio, sumado a la presión por no saber sus cuadrantes de servicio -que en el mejor de los casos reciben un día antes- y la presión por no poder plantear una visita a sus familiares, a sus hijos, porque nadie les dice cuándo tendrán un descanso». Según Page, se trata de una «situación límite».

El malestar de la Guardia Civil con Interior no se limita únicamente a esa cuestión. Los agentes aseguran sentirse frustrados por no poder colaborar en las calles con Policía y Mossos contra los radicales independentistas.

Aunque en los últimos disturbios trascendió una orden verbal para mantenerse alerta para intervenir, finalmente su misión se limitó a la vigilancia de infraestructuras críticas -como el aeropuerto- o de sus propios cuarteles. Marlaska destinó casi un millar de agentes a la región.

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