El Gobierno sabía más de seis horas antes de la tragedia de Valencia que llegaban riadas devastadoras
El Ministerio de Teresa Ribera tenía datos a las 10.00 horas del martes de que ya se habían registrado crecidas de más del 2.000% y que lo peor estaba por llegar: la letal destrucción se produjo por la tarde
El Gobierno de Pedro Sánchez sabía más de seis horas antes de que se produjera la tragedia de Valencia que el caudal de ríos y barrancos estaba creciendo de forma alarmante y que lo peor de las lluvias torrenciales aún estaba por llegar –lo había advertido la Aemet–, según datos oficiales que manejaba el Ministerio de Transición Ecológica (Teresa Ribera) y a los que ha tenido acceso OKDIARIO. Con esos datos, a los que también accede el servicio autonómico de Protección Civil y utilizarlos para evaluar el riesgo, no hacía falta ser científico de alto nivel para saber que el peligro era máximo y que el riesgo de que se produjera un episodio de desastre era muy elevado. Los hechos lo confirmaron en la tarde de ese martes 29 de octubre de 2024 que queda ya para la historia por la letal destrucción que se ha producido, con un centenar de muertos, infraestructuras y propiedades arrasadas.
El Ministerio de Transición Ecológica que dirige la también vicepresidenta tercera Teresa Ribera (PSOE) difícilmente puede alegar que el desastre fue impredecible, porque los datos que hacían disparar las alarmas los tenía sobre la mesa a primerísima hora de este trágico martes. Para ello, el ministerio cuenta con una red de detección en tiempo real que mide los caudales que van llevando los ríos. Los miden las estaciones de aforo repartidas por las distintas cuencas hidrológicas, estaciones que transmiten las mediciones prácticamente minuto a minuto y que llegan a los centros de control y vigilancia de la confederación hidrográfica.
En el caso de la levantina cuenca del Júcar, ese Sistema de Automático de Información Hidrológica (SAIH) –que cuesta más de 2 millones al año– transmitió a las autoridades ministeriales los alarmantes datos en las primeras horas de la mañana del pasado martes, más de seis horas antes de que empezara a desatarse la tragedia, que empezó al arrancar la tarde y que disparó la letal devastación al caer la noche. Mucho antes, a las 10.00 horas de ese martes, OKDIARIO ha constatado que el SAIH ya había comunicado aumentos de caudales de más del 2.000%. Y el Ministerio de Transición Ecológica, a través de la confederación hidrográfica que depende de él, pudo colegir fácilmente que el riesgo de tragedia era muy elevado, porque la Aemet ya había advertido que lo peor de DANA, las lluvias torrenciales de mayor envergadura, se iban a producir a lo largo del martes y particularmente a partir de mediodía, como así sucedió.
Con ríos y barrancos que a primera hora de la mañana ya habían empezado a disparar su caudal –porque el intenso episodio de lluvias empezó a sentirse la víspera, el lunes–, las lluvias torrenciales que estaban pronosticadas hacían temer un desastre que, al final, se produjo. Las técnicas de predicción meteorológica todavía tiene margen de errores, más aún en lo relativo a la localización exacta donde van a descargar tormentas torrenciales, pero los datos del SAIH no dejaban lugar a dudas de lo que se estaba formando.
Como se ha apuntado, estos registros del SAIH, minuto a minuto, deben ser esenciales para la evaluación del riesgo, tanto desde las confederaciones hidrográficas (Estado) como por parte de los servicios de Protección Civil que dependen de las autonomías, en este caso de la Generalitat. Y eso es esencial para lanzar una alerta temprana en caso de riesgo máximo.
Uno de los escenarios más devastados ha sido la zona del río Magro. Y precisamente allí, a las 10 de la mañana del martes el Ministerio ya conocía que la situación era muy preocupante. A las 7.00 horas, esa estación situada en Requena midió un caudal de únicamente 0,73 metros cúbicos (m3) por segundo; a las 10.00 horas había aumentado a 15,9 m3 por segundo, una crecida del 2.078% en sólo 180 minutos. A las 12.00 horas ya llevaba en ese punto 38,8 m3 por segundo, y a las 14.00 horas rondaba los 100. A partir de ese momento, por cierto, la estación de aforo dejó de transmitir datos. No consta ninguno en la base de datos del SAIH de la Confederación Hidrográfica del Júcar, y no fue la única estación de aforo de este caro sistema de medición de caudales en tiempo real que quedó anulado en pleno episodio de devastación.
Otro ejemplo, la estación de aforo de Mocastre, en el mismo río Magro. A las 7.00 horas del martes registraba un caudal de 0,1 m3 por segundo, pero tres horas después había aumentado un 4.870% y a las 11.00 horas registraba un caudal de 10,66 m3 por segundo, un 10.560% más que a las 7 de la mañana. Desde las 14.00 horas, esa estación de aforo dejó de registrar datos en el SAIH.
Más casos: el río Turia. En Bugarra, la estación de aforo ubicada allí alertó que en cinco horas, de 7.00 a 12.00, el caudal había crecido de forma alarmante y acelerada un 1.067%. Era el aviso, la antesala, de lo que les esperaba aguas abajo. Así, en Vilamarxant, a las 21.00 horas el Turia pasaba con 1.336 m3 por segundo, cuando 14 horas antes ni siquiera llegaba a los 5 m3 por segundo.
Otro río levantino del que el Ministerio de Teresa Ribera dispone de datos en tiempo real sobre la evolución de su caudal es el Cabriel. La riada que se fue formando durante el martes acabó siendo una avalancha por la noche. En este caso la espectacular riada sí que se desató de forma más brusca en la zona de Cofrentes, al menos a tenor de los datos que aparecen en la base estadística del SAIH. Y, aún así, desde la mañana ya se pudo observar que el caudal iba muy al alza. A las 7.00 horas del martes esa estación de aforo transmitió un caudal de 13,22 m3 por segundo; a las 15.00 horas era de más del doble, 29,74 m3 por segundo; a las 17.00 se había elevado hasta los 55 m3 por segundo; y una hora después llegó la avalancha, con 2.233 metros cúbicos por segundo.