El espionaje a Sánchez y Robles coincidió con la crisis con Marruecos por la entrada de Ghali
Las fechas del espionaje a Pedro Sánchez y Margarita Robles que ha facilitado Moncloa coinciden con la guerra fría de Marruecos y España. Fue en mayo y junio del año pasado cuando Rabat prácticamente rompió relaciones con el Gobierno español por la postura de Pablo Iglesias respecto al Sáhara y la entrada del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, de forma ilegal para ser tratado de la Covid en Logroño. La respuesta de Marruecos fue permitir una invasión de inmigrantes ilegales en Ceuta.
Por aquel entonces, según fuentes de la diplomacia y los servicios de inteligencia españoles, Marruecos desplegó toda la artillería a su disposición -excepto la armamentística- para ir contra los intereses de España. La entrada de Ghali en España fue considerada un ataque por parte de Rabat. De ahí que respondieran con dureza. La diplomacia marroquí cargó contra la exministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Arancha González Laya, así como contra el presidente del Gobierno y los ministros de Podemos.
Acceso a Pegasus
Marruecos, tras recomponer las relaciones diplomáticas con Israel, convirtiéndose así en el sexto país de la Liga Árabe en reconocerle, tuvo acceso al software Pegasus que comercializa la empresa israelí NSO. Justo en ese preciso momento, Francia denunció el espionaje al presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, cuyo número figuraba entre los 50.000 teléfonos espiados por los servicios secretos marroquíes. Los medios saharauis también afirmaron, entonces, que Marruecos se enteró de la entrada de Ghali a España por el espionaje a través de Pegasus.
A finales del año pasado, en una de las revisiones periódicas que hace Israel sobre el uso que los clientes hacen de Pegasus, el país hebreo decidió no vender más herramientas similares a Marruecos. Le acusó de hacer un uso abusivo de sistemas como el de espionaje. Entre las razones que aducía Israel es que no se estaban usando para luchar contra el crimen y que Rabat lo aplicaba de forma indiscriminada y generalizada contra sus ciudadanos y otros de terceros países para sus propios intereses.
El giro histórico de Sánchez, reconociendo la postura marroquí respecto al Sáhara, que provocó una profunda crisis entre los socios de la coalición gubernamental, recondujo las relaciones entre España y Marruecos. La carta que le envió Sánchez a Mohamed VI, desvelada por Rabat, facilitó un encuentro inminente entre el monarca y el jefe del Ejecutivo que fue invitado al iftar, la ruptura del ayuno del Ramadán. Un gesto, aseguró el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, que «demuestra la amistad».
Hace unas semanas, tras reconocer su posición respecto al Sáhara Occidental, Pedro Sánchez afirmó que Marruecos es un «país hermano». «Nuestros dos países están indisolublemente unidos por afectos, historia, geografía, intereses y amistad comunes» relataba el jefe del Ejecutivo en la misiva que remitió a Rabat. Ese cambio de postura provocó que, a principios del mes de abril, Sánchez viajase a Marruecos y mantuviese una larga conversación con el rey marroquí.