Juicio al 'procés'

Millo y De los Cobos: la ‘trampa del Fairy’, el mundo al revés y la pasividad de los Mossos el 1-O

El ex delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, recuerda una respuesta del ex consejero de Interior, Joaquim Forn, que le dejó "estupefacto" sobre su opinión de lo que iba a pasar el 1-O: "Ese día nosotros vamos a garantizar que la jornada electoral se desarrolle con total normalidad".

Ver vídeo

A medida que avanza el juicio del 1-O son cada vez más importantes los hechos y menos los nombres propios. Como es lo deseable y era de esperar. Lo ha recordado Marchena, una vez más, a todos los que osan alterar la normalidad procesal, manteniendo «careos institucionales» con los testigos o formulándoles las preguntas previas «introducciones irónicas» que, como ha recordado el presidente del tribunal «carecen de trascendencia jurídica».

Sí la ha tenido el contenido de la declaración del ex delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, quien, continuando la estela inaugurada en la sesión de ayer por Juan Antonio Nieto, ha insistido en la concertación previa de los CDR para promover concentraciones violentas en los días previos al 1-O y en cómo en el día de autos la desidia de los Mossos provocó una grave situación de riesgo para quienes «de buena fe» acudieron «engañados» a votar.

Millo trató de llevar a los cauces de la cordura las intenciones de un Puigdemont – entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, hoy acusado en rebeldía procesal- que estaba lanzado a la celebración de un referéndum declarado ilegal por el Tribunal Constitucional. También a la materialización de la DUI que ni era simbólica, ni «nadie en Cataluña podía pensar que se trataba de una broma. Iba en serio», asegura el ex delegado del Gobierno de Rajoy sin parpadear.

Pero claro, necesitaba hacer Puigdemont «un esfuerzo importante para demostrar» que era muy independentista. O al menos así lo ha revelado Millo, parafraseando al mismísimo Junqueras quien en los días previos a la convulsión general del 1-O le confesó que no era partidario de que la hoja de ruta «fuera tan deprisa» y le insinuó cómo algunos miembros del Govern estaban pisando el acelerador para tratar de demostrar de que eran más independentistas que él.

Millo asegura que lo que nunca dijeron los líderes catalanes con los que habló fue que el referéndum no se iba a celebrar

Millo advirtió, informó, persuadió y volvió a insistir: «No se podía incumplir la ley y convocar y realizar el referéndum». Pero la postura de sus ‘interlocutores’ «no varió» con el paso del tiempo «especialmente después de que el Parlament se comprometiera» con una fecha y una pregunta concreta, relata a preguntas del fiscal Zaragoza. Y vuelve a la ‘silla vacía’ de Junqueras. Lamenta Millo que fuese él quien se la encontró cuando pese a sus constantes ofrecimientos de diálogo y los encuentros formales, pero no públicos a petición del catalán, que mantuvo con Puigdemont, éste nunca claudicó. Jamás se movió del referéndum pactado de autodeterminación. Un imposible.

Y como por las buenas no, pues por las malas. Se produjeron más 150 acciones con un «claro componente violento» por su agresividad, acoso, ataques a personas, hostigamiento, lanzamiento de objetos -algunos incendiarios- bajo la premisa de que «alguien nos está atacando» destaca el testigo en su intervención. Un panorama de conflictividad que se incrementó en intensidad desde la aprobación de las leyes de desconexión del 6 y 7 de septiembre de 2017. Y que padecieron, también, los guardias civiles y los policías nacionales en sus hoteles y alojamientos.

«Si alguien llama a defender las instituciones» es que hay alguien que las está amenazando, apunta Millo con lógica evidente. Y curiosamente quienes pedían defenderse eran los poderes públicos catalanes para hacerlo de las comisiones judiciales, añade. «El mundo al revés», bautiza. No le falta razón. Así fue como cuajó la idea de que el Estado español estaba atacando a Cataluña.

Así apretaron los Comités de Defensa del Referéndum -que mutarían en Comités de Defensa de la República-. Incluida su «trampa del Fairy» para hacer «patinar a los policías que intentaron cerrar los colegios para una vez en el suelo patearles» en aquella fatídica jornada que fue el 1-O. Nada de sociedad civil movida por la voluntad de decidir libremente sobre su futuro, como aseguran los mantras independentistas. Los CDR eran «células autónomas» bajo la apariencia de espontaneidad pero que «de espontáneo tenían poco», aclara. «No se puede negar que los CDR son violentos», sentencia, aunque matiza que no todos.

«Los CDR eran células autónomas violentas», asegura Millo para negar que las concentraciones protesta fuesen «espontáneas»

Responsable, Puigdemont. Para Millo el único que pudo haber frenado toda aquella locura colectiva a la que se estaba arrastrando a la población era el presidente de la Generalitat. «Sólo quien convocó el referéndum lo podía desconvocar», apunta el ex delegado del Gobierno. Máxime en aquel «clima de crispación» permanente que se vivía en la comunidad autónoma y que «hacía prever que el 1-O podía haber un riesgo para la integridad física de las personas» que participasen en aquella votación.

Así se lo manifestó expresamente en la última reunión de la Junta de Seguridad, celebrada a instancia del propio Puigdemont mediante convocatoria «inusual, en los últimos días de septiembre de 2017. Un encuentro tenso en el que Trapero «no reconoció expresamente que los Mossos no iban a actuar el 1-O pero sí que no emplearían la violencia, en ningún caso, como forma de asegurar el cumplimiento de un auto judicial».  Ya se lo había avanzado meses antes el recién nombrado y entonces consejero de Interior, Joaquim Forn, dejándole «estupefacto» en su primer encuentro institucional acerca de su opinión sobre lo que iba a pasar el 1-O: «Ese día nosotros vamos a garantizar que la jornada electoral se desarrolle con total normalidad». Millo no duda: «Querían soplar y sorber al mismo tiempo».

«Existía una alineación política entre el objetivo independentista de la Generalitat y los criterios que guiaron la actuación policial de los Mossos», abunda el ex delegado del Gobierno. Y por tanto plan y concertación delictiva, en su opinión. Sobre si fue o no lo que sucedió, avanza en la formación de su juicio sobre los hechos, con paciencia y mucha firmeza, el tribunal.

Pérez de los Cobos entra en acción

Por eso a Trapero no le gustó que el fiscal general del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, José María Romero de Tejada, nombrase al coronel de la Guardia Civil, Diego Pérez de los Cobos, como coordinador público que le auxiliase, sin prevalencia jerárquica, con el dispositivo policial.

Quizás porque de los Cobos siempre manifestó abiertamente sus críticas a los planes de seguridad del mayor de los Mossos para evitar -como inicialmente ordenaban las instrucciones de la Fiscalía y con posterioridad el auto del Tribunal Constitucional- la preparación y celebración del referéndum del 1-O. «No era apropiado» sino que parecía más el de «unas elecciones normales y habituales y no de un referéndum prohibido que hay que impedir», consideró el coronel. Tras dicha «recriminación», Trapero se quejó al fiscal a quien insistió en que no le «reconocía» como mando del que recibir instrucciones. El fiscal, confirma de los Cobos, «le pidió que modificara el plan».

A Trapero no le gustó el nombramiento de Pérez de los Cobos como coordinador del operativo policial orientado a evitar el 1-O

La divergencia entre dos de los cuerpos policiales, Guardia Civil y Policía Nacional, y el tercero de ellos, los Mossos, estaba servida y de forma unilateral. Era ya una evidencia a gritos que Trapero no quería que se tratase de «tutelar a los Mossos». «Calificó las decisiones de Fiscalía» como un «exceso en el ejercicio de su función y una forma aplicar el 155 por la puerta de atrás», relata el coronel. Su relación con Trapero fue siempre «difícil», se lamenta, al tiempo que manifiesta a preguntas de la fiscal Consuelo Madrigal cómo le sorprendió que el mayor revelase, públicamente, los contenidos de las reuniones de coordinación.

Todo ello creó un clima de mutua desconfianza y confirmó «las dudas sobre cuál sería la actuación de los Mossos el 1-O, que venían albergándose desde mucho tiempo atrás», asegura Pérez de los Cobos. Y añade «pero no solo nosotros sino toda la ciudadanía». Describe con minucioso cuidado la situación entre los miembros de los cuerpos policiales «una vez que ya se había anunciado que se iba a seguir adelante con el desafío de convocar un referéndum».

«Trapero defendió la postura de quienes convocaban aquello que se le ordenaba impedir» recuerda Pérez de los Cobos

Y es que, Pérez de los Cobos confirma la discrepancia (ya apuntada antes por Nieto y Millo) sobre el bien superior que era para Trapero el «preservar la normal convivencia catalana» durante la celebración del referéndum del 1-O y el hecho de que existiese una orden judicial que le instaba obligatoriamente «a impedirlo». El coronel advirtió sobre la confusión «de lo sustantivo que era el cumplimiento de un mandato judicial» y lo «adjetivo que era la forma de hacerlo».

Pero Trapero «no solo asistió a aquella reunión», recuerda Pérez de los Cobos sobre el último encuentro de una polémica Junta de Seguridad, «sino que hizo unas intervenciones que eran idénticas a las de los convocantes de aquello que se le ordenaba impedir y que estaban sentados en el mismo lado de la mesa que él». Entre ellos, el entonces presidente Puigdemont que contestó a las recomendaciones del coronel de la Guardia Civil: «Yo ya sé lo que tengo que hacer». Y ya sabemos todos lo que fue.

Lo último en España

Últimas noticias