ETA

Un descuido de ETA permite a la Guardia Civil encontrar armas con huellas para investigar a sus jefes

ETA armas
Guardias civiles tras el hallazgo de un zulo de ETA.
Pelayo Barro

ETA cometió errores y descuidos. Especialmente en sus últimos tiempos, cuando los terroristas que integraban el grupo eran cada vez más escasos y la presión policial sobre la banda era asfixiante. Uno de ellos fue no limpiar correctamente armas que escondieron en zulos. Armas que han sido localizadas por la Guardia Civil y la Ertzaintza. En algunos casos ya se han encontrado huellas y rastros de pólvora que muestran que fueron utilizadas. Ahora se analiza si pueden tener relación con alguno de los 379 crímenes de ETA sin resolver, especialmente los cometidos en la última década de actividad de la banda. Problemas a la vista para los miembros de ETA, presos y en libertad.

Con toda la cúpula de ETA que queda en prisión ya acercada al País Vasco, y con los presos etarras accediendo a los beneficios del tercer grado que se les otorga en base al «arraigo», el horizonte parece despejado para todos los que fueron miembros de la banda terrorista. Pero aún quedan cabos sueltos que amenazan con volverse en su contra.

Fuentes de la lucha antiterrorista aseguran a OKDIARIO que hay en marcha «varias líneas de investigación» en base a material y armas -cortas y largas- que se han localizado en los últimos años. Tanto en España como en Francia.

Se trata, explican, de armas halladas en zulos y escondrijos utilizados por la banda, algunos de ellos improvisados a toda prisa, en los que ETA no habría respetado el celo habitual con el que escondía sus armas. El protocolo seguido por el grupo terrorista y su aparato logístico era meticuloso al extremo en cuanto a la limpieza y ocultación de armas y explosivos, sabedores de que en algunos casos representaban pruebas incriminatorias que podrían llevar a prisión a sus miembros si no eran convenientemente ‘higienizadas’.

He ahí la razón por la que entre las 118 armas, 25.000 balas y cerca de tres toneladas de material explosivo que entregó ETA en 2017, justo antes de su disolución, no había ni una sola huella. Ninguna de las armas había sido disparada. Era material inerte, simbólico, sin ningún valor probatorio para las unidades de investigación antiterrorista. Pero, como explican estas fuentes, ETA no fue ni mucho menos infalible en la limpieza de su arsenal. Especialmente en su última etapa.

Armas «sucias»

En los últimos años han sido varios los escondites de armas hallados. El último de ellos en Oñate (Guipúzcoa) el pasado mes de octubre. Esas armas, tras ponerse su hallazgo en conocimiento de la Audiencia Nacional, pasan a ser analizadas por servicios de criminalística tanto de la Guardia Civil como de la Ertzaintza. Y en ocasiones ofrecen sorpresas: hay armas con huellas parciales y restos de pólvora.

«Fuera de la red de zulos estables de ETA hay otros improvisados sobre la marcha, en cuevas o excavados en bosques, donde había armas empaquetadas a toda prisa que no se limpiaron correctamente», explica a OKDIARIO una fuente de la lucha antiterrorista.

Esto, aseguran, puede abrir nuevas vías de investigación para esclarecer alguno de los 379 asesinatos de ETA sin resolver y procesar a sus autores. Especialmente los cometidos en los últimos años de actividad, a los que se circunscriben temporalmente las armas halladas. Del año 2000 al 2009.

 

Lo último en España

Últimas noticias