España
Ministerio de Defensa

Defensa está fabricando 2,3 millones de dosis de yodo contra la radiación nuclear

El Ministerio de Defensa, a través de su Centro Militar de Farmacia de la Defensa (Cemilfardef), está produciendo un lote de 2,3 millones de comprimidos de yoduro potásico (IK) para su uso ante emergencias de tipo nuclear. Esta sustancia, al ser ingerida a tiempo, permite que el cuerpo humano no absorba el yodo radiactivo resultante de un accidente o una detonación nuclear. El encargo lo ha hecho el Ministerio del Interior e irá destinado a los almacenes de Protección Civil, encargado de su custodia y reparto. Son los mismos comprimidos de los que están haciendo acopio otros países ante la amenaza nuclear de la Rusia de Vladímir Putin. Una amenaza que tampoco descarta Defensa.

Los lotes deben ser entregados, según la documentación del convenio entre Interior y Defensa, a lo largo de 2023. Durante este 2022, los farmacéuticos militares están procediendo a retirar todas las partidas de yoduro potásico caducado que hay almacenadas en la reserva central y en almacenes secundarios.

El Centro Militar de Farmacia de la Defensa, con sede en Colmenar Viejo (Madrid) y clave durante la pandemia, es el organismo encargado de elaborar este tipo de fármacos, esenciales para la defensa nacional y para la lucha contra riesgos NBQ (nuclear, biológico y químico). De hecho, según fuentes militares, éste es uno de los principales compuestos que se fabrican en los laboratorios militares, que tienen su propia reserva estratégica. Su dimensión es confidencial.

Interior corre con los gastos que generan estos comprimidos, cuyo coste unitario es de alrededor de 8 céntimos. El envase de 10 comprimidos, que como los presenta Defensa, tiene un coste de producción de 0,80 euros. Su fabricación es militar porque se trata de un producto básico para la seguridad nacional pero con nulo recorrido comercial. Al menos hasta ahora.

Cápsulas de yodo fabricadas por Defensa.

Estas pastillas son iguales de las que algunos países europeos están haciendo acopio estas semanas ante la amenaza nuclear de la Rusia de Vladímir Putin. Finlandia y Noruega han recomendado a sus ciudadanos que hagan acopio de tabletas de yodo, Rumanía ha adquirido 30 millones de pastillas y en Eslovaquia ya es imposible encontrarlas en farmacias. Estados Unidos, por su parte, ha autorizado la compra de 290 millones de euros en dosis de Nplate, un medicamento que se utiliza contra el síndrome de radiación aguda. 

Centrales

Como estipula el convenio por el que se rige este encargo de Interior a Defensa, el uso principal de esos 2,3 millones de comprimidos (presentados en cajas de 10) irá destinado a su empleo «en situaciones excepcionales entre la población de las localidades afectadas por los Planes de Emergencia nuclear», recurriendo al yoduro potásico de gran concentración «como elemento de profilaxis para afrontar eventuales riesgos nucleares».

La intención prioritaria de este lote es que se reparta entre las poblaciones que rodean a las cinco centrales nucleares que hay actualmente en activo en España: Almaraz (dos reactores, Cáceres), Ascó (dos reactores, Tarragona), Cofrentes (un reactor, Valencia), Vandellós II (un reactor, Tarragona) y Trillo (un reactor, Guadalajara).  

En caso de accidente o fuga radioactiva, el Plan Básico de Emergencia Nuclear (Plaben) y los cinco planes de emergencia nuclear exterior vigentes (uno por cada central) recogen la necesidad de repartir yoduro potásico o yodo estable entre las poblaciones cercanas como herramienta de profilaxis.

Sin embargo, fuentes militares consultadas por OKDIARIO apuntan a que el pedido de Interior cubre «con muchísimo margen» las necesidades que reflejan esos planes de emergencia nuclear de las cinco centrales. Por ejemplo, en el plan de Ascó se estipula que ante un incidente nuclear «se prevén unas necesidades aproximadamente de 2.500 dosis» para una población base de 1.800 personas.

Cabe tener en cuenta que no toda la población, según estos planes, recibirá sus dosis de yoduro potásico en caso de riesgo radioactivo. Sólo los niños (también los bebés, que lo toman en gotas), los adolescentes y los adultos hasta 40 años están incluidos en el cálculo de reparto de dosis. Los adultos mayores de 40 años tienen un riesgo asociado mucho más bajo de presentar cáncer de tiroides por una exposición a yodo radioactivo. La dosis estipulada es de 130 miligramos al día. Las pastillas que fabrica Defensa son comprimidos «doble ranurados» de 65 miligramos, por lo que se necesitaría la ingesta de dos comprimidos.

Por otra parte, los trabajadores de las centrales nucleares y los servicios de emergencia que trabajan en ellas ya están cubiertos con su propio convenio. También es el Cemilfardef quien fabrica los lotes de yoduro potásico que necesitan, tras un acuerdo firmado en 2021 con el Foro de la Industria Nuclear Española.

Efectos

Según refleja la guía técnica de la utilización de yoduro potásico en emergencias nucleares elaborada por la Dirección General de Protección Civil, en caso de accidente nuclear o ataque intencional, «el yodo radiactivo es una de las principales materias liberadas al medio ambiente».

La clave en su uso está en que sean repartidas lo antes posible. Su efectividad, si se toma antes que se produzca el foco de radiación, sube hasta el 98%. Si se toma en las primeras cuatro horas, baja hasta el 90%. A partir de ahí, la exposición a la radiación sin haber ingerido las pastillas ya se convierte en un peligro para la salud.

«La concentración de yodo radiactivo en la glándula tiroides, después de una exposición a una nube radiactiva, puede dar lugar a hipotiroidismo si las dosis alcanzan alrededor de 5 Sv. Estas dosis podrían suceder en caso de inhalación de cantidades importantes de yodo radiactivo, lo que podría ocurrir fundamentalmente al personal de emergencia que ha de trabajar en las zonas más contaminadas. Dosis inferiores, sin embargo, pueden afectar a los niños, dando lugar a hipotiroidismo», explica el documento que ha consultado OKDIARIO.

Cáncer

«La inhalación o ingestión de yodo radiactivo puede causar un aumento del riesgo de cáncer de tiroides. En Chernóbil hubo aumento de la incidencia de cáncer y nódulos tiroideos en niños expuestos de edades inferiores a los 14 años. Así, hasta 1989 había una incidencia de aproximadamente 10 nuevos cánceres tiroideos por año, en 1990 la incidencia aumentó a 40 casos por año. En 1992 a 80 casos por año y en 1995 se estabilizó en aproximadamente 130 nuevos cánceres tiroideos por año, lo que implica un aumento de 10 a 13 veces la incidencia previa a la irradiación», describe el documento.

«La mayor incidencia de cáncer de tiroides que se observó tras en accidente de Chernóbil, lo que indica, pues, una relación directa entre la exposición a radiaciones ionizantes (I-131 y otros isótopos de vida media corta) y el cáncer de tiroides. La latencia promedio observada entre la exposición y el desarrollo de la enfermedad fue de aproximadamente 6,5 años», apunta la guía técnica de Protección Civil.