Economía
¡Es el mercado, amigo!

Winter is coming en la economía y Alemania da un espaldarazo a Feijóo

  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Como reza el lema de la casa Stark en ‘Juego de tronos’, el invierno se acerca y amenaza con ser catastrófico para la economía española. Hasta el BCE reconoce ya el riesgo de recesión e incluso de estanflación: la combinación de caída del PIB y alta inflación, el peor escenario posible. Ante la que se nos viene encima, Alemania está tomando medidas coherentes y que suponen un espaldarazo para Feijóo porque coinciden con las que él propone. Y mientras, Pedro Sánchez tocando el violón y obsesionado con el aire acondicionado.

Lo de la recesión lo llevan avisando desde hace tiempo servicios de estudios como los del Colegio de Economistas, Mapfre o el BBVA, por el desplome de la confianza de familias y empresas, la inflación y la subida de tipos de interés (sin contar con la restricción del crédito por el impuesto a la banca). Pero si ahora es toda la zona euro la que entra en contracción, la cosa se va a poner mucho más fea aquí. Como siempre se ha dicho, cuando Alemania estornuda, España coge una pulmonía.

Sede del BCE en Frankfurt.

Todos los organismos esperan una recesión suave, que tendría el efecto benéfico de moderar la inflación. Ojo, eso no significa que los precios bajen, sino que suban menos de lo que lo hacen ahora; pero el subidón que nos hemos metido entre pecho y espalda nos quedamos con él. Volviendo a la recesión moderada: aunque ese puede ser el escenario central, existe una alta probabilidad de que sea mucho más grave si, como todo el mundo se teme, Putin cierra del todo el grifo del gas a Europa para obligarnos a aceptar una paz en Ucrania beneficiosa para Rusia.

Alemania se arremanga

Esta posibilidad es la que ha impulsado a Bruselas a exigir a los Estados planes de ahorro energético, que es lo que Sánchez ha traducido en su infumable decretazo. Algo que será totalmente insuficiente si el zar ruso hace de las suyas. En ese caso, tendremos seguro un subidón del precio del gas y, muy probablemente, cortes de suministro para mandar el gas a los países centrales de Europa (donde no van a tener suficiente abastecimiento en invierno).

Ante ese riesgo tan grave, un país serio como Alemania se prepara con medidas mucho más contundentes que apagar los edificios públicos o subir el aire acondicionado. Y eso que Olaf Scholz es socialdemócrata, afortunadamente en coalición con los liberales; y ojo, también con los verdes, pero allí la izquierda tiene sentido de Estado, no como aquí. Por el lado energético, está alargando la vida de las nucleares y ha vuelto a quemar carbón, que es lo que más contamina para reducir su dependencia del gas ruso (dependencia que hay que anotar en el debe a la conservadora Angela Merkel, probablemente su mayor error).

Olaf Scholz, canciller alemán (AFP).

Pero sus medidas van más allá. Como, al final, todo esto a lo que afecta es al bolsillo del ciudadano, lo que ha adoptado es una rebaja generalizada de impuestos. Esta semana ha reducido el IVA del gas al 7%, frente al 21% de España, donde el Gobierno insiste en que no se puede porque Bruselas noséqué (es verdad que también ha impuesto un recargo a la industria por la subida del precio, pero la rebaja del IVA lo compensa con creces). Y la pasada, anunció una bajada del IRPF de 10.000 millones, con especial incidencia en las rentas más bajas, que son las que más sufren la inflación (el «impuesto a los pobres»).

Y no sólo eso, sino que ha aprobado un plan de ayudas a la industria de 27.500 millones para compensarla por la subida de la energía y evitar que las empresas se deslocalicen a otros países con precios más asequibles y menos costes climáticos. Vamos, lo mismito que aquí con Alcoa, por poner un ejemplo.

¿Quién le pone el cascabel al gato?

Estas medidas, en especial las rebajas de impuestos, suponen un espaldarazo para el plan fiscal del líder del PP, que también ha pedido rebajar al mínimo los impuestos de la luz y el gas, deflactar el IRPF con la inflación -Sánchez se niega pese a que es una sangría para el ciudadano no hacerlo con un IPC al 10,8%-, rebajarlo a las rentas más bajas es incluso un impuesto negativo (una ayuda) para quienes no están obligados a declarar. El propio Feijóo ya se ha apresurado a recordárselo a Sánchez, aunque con el éxito previsible.

Evidentemente, Alemania tiene mucho más margen que España para bajar impuestos y dar ayudas, ya que no tiene un déficit desbocado por no haber reducido el gasto ni antes ni después de la pandemia. Ahí está la madre del cordero. En la negativa de este Gobierno (cogido por salva sea la parte por Podemos, aunque los use como tontos útiles como con el impuestazo a banca y energéticas) a recortar su inmenso gasto inútil y clientelar para tener esa capacidad de ayudar a quien verdaderamente lo necesita en una situación crítica como la actual.

La Comisión Europea y el BCE, después de años tolerando lo que nunca debieron tolerar, empiezan a ponerse serios, pero el tahúr de Moncloa espera poder aguantar hasta las elecciones (aunque las tenga que adelantar si es preciso) sin hacer recortes. Y luego, si las pierde como todo indica -no descarten sorpresas, como ya les hemos advertido en esta columna-, el que venga detrás que arree.

Y ahí llegará el turno de Feijóo, que tendrá que atreverse a lo que no se atrevió Rajoy: a reducir el gasto público, incluidas -ojo- las pensiones. Pero bueno, se supone que todo eso sucederá después de este invierno. Antes hay que sobrevivir. Y no va a ser fácil. Winter is coming.