Banca

Orcel, el enemigo número uno de Botín, será consejero delegado del italiano Unicredit

Tendrá que rebajar los 110 millones que reclama a Banco Santander por su fichaje frustrado

UniCredit, Orcel
Andrea Orcel

Andrea Orcel, el consejero delegado de campanillas que fichó Ana Botín para Banco Santander en 2018 para después dar marcha atrás, ocupará el cargo de primer ejecutivo en el primer banco de su país (Italia): Unicredit. Este movimiento obligará a la estrella de la banca de inversión a rebajar la cantidad que reclama al banco español como indemnización, 110 millones (la mayor de la historia), que está pendiente de un juicio en Madrid previsto para el 10 de marzo.

El nombramiento de Orcel se lleva rumoreando varias semanas, pero se hará oficial finalmente en el consejo que el banco transalpino celebrará este miércoles. Sustituirá así al francés Jean Pierre Mustier, que se va con el mérito de haber salvado a Unicredit de la resolución o la nacionalización durante la crisis financiera, gracias a una fuerte recapitalización que impuso importantes pérdidas a los accionistas del banco.

Con este nombramiento, Orcel, nacido en Roma hace 57 años, volverá a la cima de la banca europea tras abandonar la jefatura de la banca de inversión en el suizo UBS en 2018 para aceptar la oferta -frustrada posteriormente- de Santander.

En UBS, y anteriormente en Merrill Lynch, Orcel había sido el banquero de inversión de cabecera del fallecido Emilio Botín, y como tal había diseñado sus grandes operaciones internacionales como las de ABN Amro y Antonveneta.

El fichaje y marcha atrás de Banco Santander

Una vez que Ana Botín había sucedido a su padre, Orcel también fue el muñidor de la estrategia de esperar a que cayera Banco Popular -en vez de pujar en la subasta que puso en marcha Emilio Saracho- para poder quedárselo gratis (aunque fue necesaria una ampliación de capital de 7.000 millones para absorberlo). Esta relación fue determinante para que la actual presidenta pensara en él como primer ejecutivo con la intención de dar un vuelco a Santander y, sobre todo, hacer remontar su hundida cotización bursátil.

Sin embargo, antes de que se incorporara oficialmente al banco español, surgieron dos problemas que, a la postre, resultaron insalvables. El primero fue que Orcel quería tener amplios poderes para poder llevar a cabo la tarea encomendada, algo que mermaría los de la presidenta. Una de las primeras medidas que pretendía llevar a cabo el banquero era la venta de la unidad en Estados Unidos. Y el segundo fue el dinero.

Los banqueros de inversión son los ejecutivos que más ganan en el sector financiero, y fichar por Santander implicaba que Orcel renunciaría a un bonus de más de 50 millones de euros en UBS. En estos casos, lo normal es que la entidad que contrata se haga cargo de ese dinero, pero Botín consideró que esa cifra nunca vista en la historia de Santander provocaría un gran escándalo mediático y sentaría mal en el entonces nuevo Gobierno socialista de Pedro Sánchez, apoyado por Podemos en la moción de censura.

Así que pidió a Orcel que negociara con UBS para que se hiciera cargo de parte de ese dinero y rebajar así la factura para el banco español. El italiano accedió pero no consiguió convencer al presidente de UBS, Sergio Ermotti, según su versión; según la de Santander, ni lo intentó. Ante esta situación, que empezaba a prolongarse en el tiempo, Botín decidió dar marcha atrás, descartar el fichaje, y volver a nombrar consejero delegado a José Antonio Álvarez.

Bajar la indemnización o retirar la demanda

Orcel exigió entonces su readmisión o una indemnización. Después de una negociación con el banco en la que las posturas estaban muy alejadas, finalmente optó por acudir a los tribunales.  El quid de la cuestión es que Santander considera que la carta-oferta no era un contrato formal y que Orcel incumplió cu compromiso de negociar con UBS. Por el contrario, el italiano sostiene que el banco español incurrió en incumplimiento de contrato.

Los citados 110 millones que reclama Orcel incluyen el bonus perdido de UBS, una prima de fichaje de 17 millones prometida por Santander, los 10 millones anuales que iba a cobrar en Santander y que ha dejado de percibir durante dos años, y una indemnización por daños y perjuicios al considerar que su carrera se acababa con 55 años.

Esto es lo que ahora queda desmentido con su fichaje por Unicredit, lo que le obligará a reducir la cantidad solicitada en el juzgado. Algunos medios especulan con que podría dejar la cantidad en torno a 50 millones. Incluso se plantea la retirada de la demanda si, tras una nueva negociación con Ana Botín sobre una cantidad inferior, se puede llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes.

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