No sólo son toallitas: tirar aceite o pelo al váter nos cuesta más de dos millones de euros
El váter es la nueva basura. Desde toallitas desechables, pasando por bastoncillos para las orejas, pelos, preservativos y hasta juguetes: un gran abanico de residuos orgánicos acaba en el inodoro de los madrileños cada día. Este hábito no sólo tiene un impacto en el medioambiente, también en sus bolsillos: la factura económica por retirar estos restos supera los dos millones de euros anuales.
Los residuos que tiran los residentes de la capital terminan en las 157 estaciones depuradoras de aguas residuales que Canal de Isabel II opera en Madrid. El año pasado, el Canal retiró 28.433 toneladas de residuos sólidos de sus depuradoras, lo que equivale a más de cuatro kilos por madrileño.
Estos restos de comida, pelos, compresas o tampones no desaparecen: colapsan los sistemas mecánicos de las depuradoras. “Estos sistemas de retirada están colocados y preparados para otro tipo de residuos, que no son, por ejemplo, las toallitas. Éstas tienen la facultad y la capacidad de enrollarse y formar marañas, provocando bloqueos en las bombas de retirada continuamente; lo que provoca que continuamente haya que entrar a repararlas”, explica José Suárez, jefe del área de depuración cuencas Tajo–Tajuña.
Los procesos de retirada en el área de pre-tratamiento del agua son dos: las rejas de la depuradora y el tamiz de afino. En el primer caso, filtran los residuos de hasta 20 milímetros, como las compresas, toallitas o envases de plástico; mientras que en el tamiz, se quedan los residuos de 6 milímetros, como los bastoncillos, chicles o palillos.
Para ello, tras pasar por el pretratamiento, el agua se bombea y comienza a pasar por los tratamientos físicos y bilógicos que permiten limpiarla antes de devolverla al medio natural.
Reparación de las bombas
El precio de cada bomba oscila los 300.000 euros. Estas piezas son clave para el funcionamiento de la planta y, por esta razón, el Canal invertirá un total de 10 millones de euros anuales para su mantenimiento y reparación.
Aún así, Canal lleva 4 años sin subir la tarifa del agua, muy por debajo de la media española, y asumiendo estos sobrecostes sin repercutirlos en lo que los madrileños pagan por su agua. Si hasta las depuradoras de la Comunidad de Madrid llegasen menos residuos sólidos, probablemente esta tarifa podría incluso bajar.
Pero el problema no sólo está en las casas, también en las calles. Los residuos que tiramos y se quedan en las vías urbanas son arrastrados por la lluvia y viajan por la red de alcantarillado hasta las depuradoras.
Desde las depuradoras hacen un llamamiento para concienciar a la población: las calles y el váter no son un basurero.
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