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Mr. Market; ¿apagamos la luz ya?

Wall Street
Operadores bursátil en Wall Street (Foto: GETTY)

“Trata de evitar comprar acciones calientes en industrias que estén de moda. Buenas compañías en industrias maduras son de forma consistente las grandes ganadoras”, Peter Lynch.

Esta semana tenía ganas de expandime intelectualmente en materia económica, de bajar al barro deshaciendo los pasos dados en busca de nuevas conclusiones, aquello de; si quieres algo que nunca tuviste, debes hacer algo que nunca hiciste. Me encuentro en busca del remedio y no la falta. Y en estos casos, nada mejor que la reflexión. Así que, ¡allá vamos!

En mi humilde y conocida opinión, tu legado es bendito, y es indiscutible que el de ‘Helicopter Ben’ en 2009 fue muy sonado cuando Bernanke pudo poner en práctica su tesis doctoral en favor de su patria, para así salvar la economía estadounidense a corto plazo poniendo en práctica su ya archiconocida metáfora de “salir en helicóptero a regalar dólares”. A ello se le denominó QE ‘quantitative easing’, ¿en cristiano? medidas monetarias no convencionales. Ello provocó una década de absoluto pecado capital para Mr. Market en forma de lujuria, a través de la burda manipulación orquestada por los queridos bancos centrales.

Al fin y al cabo, el QE no es más que alterar los precios de la deuda para reducir su rentabilidad, facilitando así que los inversores inviertan en deuda corporativa, posibilitando también la inversión y calmando a los nerviosos mercados que recuperaban de tal forma la vital confianza del consumidor mediante el efecto riqueza. Esta impresión monetaria originó que los bancos centrales fueran los principales tenedores de deuda del mundo, sí sí, han leído bien… apalancando sus balances a niveles nunca antes conocidos, y llevando a cabo una estrategia que lejos de estimular la economía productiva, ha desarrollado la mayor burbuja financiera de la historia a cargo y cuenta del contribuyente. ¡Très jolie!

Es cierto que para las mentes alejadas de las tesis económicas y populistas en general y particular, será fácil cargar contra el libre mercado, el establishment o simplemente los “ricos”, o lo que la mediocridad entiende por ello. Pero lejos de eso, la señora Banca una vez más con su vil intervencionismo, se convierte en juez y verdugo de nuestro futuro socioeconómico. Tal vez reconocer que el sector más regulado del mundo debería de desregularse, parezca paradójico e inversemblante.

Pero lo cierto es que es tan simple y llano, como entender y permitir que nuestra banca se enfrente a la libertad de la misma manera que el resto de sectores, ¿cómo? ¡quebrando! Y he aquí una servidora que posee una, amando por encima de todo la justicia, y odiando al mismo nivel la hipocresía. Ya hemos comprobado con el maldito Covid-19 suficientes garantías como para comprender que la sociedad se adapta y sobrepone al miedo, aunque a muchos de arriba les pese. La única forma de superar las adversidades es enfrentándose a ellas con valentía, apartando a la permisividad de la arcaica dominancia social del miedo y castigo.

Quizás todos deberíamos comprender que la solución a los males no está en intervenir o regular, más bien en dejar correr los riesgos y asumir los fracasos. Ser permisivo permite avanzar, ser estrictamente autoritario frena ¡y mucho! el desarrollo, el talento y el progreso. La mano invisible de Adam Smith permite disfrutar en libertad de nuestra mejor virtud; la creatividad empresarial, aquella que a muchos nos fascina y pone en jaque nuestro instinto más primario de supervivencia a diario, o lo que en economía se denomina “animal spirits”. La quiebra no es un problema señores, el problema es hacer que la bola se mega contamine y se haga mucho más grande. ¿Y qué nos proponen? Que la solución de todos los males financieros sea la misma ley populista de siempre, ¡más regulación! Me aburro…

¿Y a todo ello, que es lo que nos queda? Pues un mundo entrillonadísimo de USD, en el que cualquier mercado ha perdido el interés por el sacrificio, un defecto adoptado cuando todo lo que antes merecía tal sacrificio, ahora parece que viene dado. El dinero ha perdido aparentemente su valor, especialmente el especulativo, pero no me malinterpreten, por favor. Foros de internet combatiendo a grandes fondos de inversión, Tesla capitalizando en bolsa más de 2,5 veces la industria europea y americana del automóvil, subidas del 30% en un gigante como Volkswagen, y un largo etcétera que me demuestran que el dinero de los bancos centrales capitaliza en los mercados, y que por codiciosos una vez más han perdido totalmente el juicio, ¡la historia se repite! Afortunadamente, en esta ocasión la perversa situación financiera forma parte de lo otrora al margen de toda burbuja y es que el inversor profesional, es ahora el pardillo de la clase. Los grandes fondos se han habituado a revender sus bonos más caros y así como el que quiere la cosa, ya no sirve aquello de la duración y la convexidad.

Pero no decaigan, en este sinfín ilusoriamente monetario queda la esperanza del ‘stock picking’ para aquellos que puedan ver el vaso medio lleno y aprovecharse de la desventaja esencial de muchos valores, sectores y activos, como es operativamente nuestro caso. La inflación azota, siendo un arma de destrucción masiva que cierne sobre la burbuja de la renta fija, y es que los bancos centrales podrían comerse con patatas su abultada cartera de deuda viéndose obligados a continuar comprando masivamente unos bonos, que inflación al canto, no valgan absolutamente nada.

Dicho lo cual, en Blackbird Bank hemos entendido una vez más aquello que tanto ilustraba nuestro maestro Peter Lynch, haciendo referencia a que veces es más inteligente comprar Coca-Cola y estar tranquilo, que vivir corriendo detrás del carro de lo antipragmático y comprar la burbuja de Japón (maravillosas palabras de los ‘90). ¿El resto? ¡Es historia! Aquella de la que al parecer no aprendemos. Y reflexionando hoy les cuento que esta vuelta a lo tradicional, a lo cíclico y al menos común de los sentidos; el sentido común, seguramente nos seguirá alejando de los excesos, claro está si estos deciden continuar… Pero ni duden de que éste será el mejor refugio, no solamente a la inflación, sino al exceso de vanidad, egoísmo y codicia a la que los bancos centrales nos han sometido y acostumbrado. Estar al margen de ello me lo tomaré como un reto en el que no pienso perder. 3, 2, 1… ¡luces fuera!

Gisela Turazzini
Founder CEO, Blackbird Bank.

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