¿Es mejor invertir los recursos propios o acudir a la financiación ajena?
En el momento de hacer frente a una inversión, la empresa puede escoger entre financiarla mediante recursos propios o vía financiación ajena. En el primer caso, no siempre es posible. La cantidad necesaria es tan grande que puede no estar disponible.
Ahora bien, existen compañías muy solventes y con una situación financiera muy sólida que sí tienen la oportunidad de elegir entre cualquiera de los dos opciones.
En un primer momento, se podría pensar que lo más adecuado en todo caso sería utilizar recursos propios. De esa forma, se evita tener que endeudarse y pagar intereses por la deuda contraída. La realidad, pero, difiere de este primer pensamiento.
Los puntos a considerar antes de tomar la decisión sobre si afrontar la inversión mediante recursos propios o ajenos son los siguientes:
- Rentabilidad para los inversores: En caso de utilizar recursos propios, la empresa ve mellada su solidez, como mínimo en el corto plazo. No presenta la misma estructura que antes de la inversión, ya que no tiene la misma capacidad para hacer frente a imprevistos. Esta situación puede espantar a posibles inversores, que verán como la rentabilidad de su inversión disminuye. La empresa tendrá menos margen para retribuir a sus accionistas, que pueden preferir otras opciones. En cambio, mediante el endeudamiento, la empresa sigue disponiendo de estos recursos y la rentabilidad del capital se mantiene.
- Tipos de interés vigentes: En caso que el coste de la financiación sea reducido, puede ser atractivo endeudarse. Si la empresa consigue una rentabilidad superior al coste del endeudamiento, obtendrá un margen de beneficio. Además, podrá seguir retribuyendo a sus accionistas de forma habitual. Por el contrario, entraña un riesgo considerable: una posible subida de los tipos de interés. Especialmente si la financiación se pacta a tipo variable, un incremento del tipo supondrá también un aumento de la cuota a afrontar. Por lo tanto, a medida que los tipos suben, baja el margen para la compañía.
¿Y una combinación de los dos?
Muchas veces, más que escoger entre dos opciones a blanco o negro, existen caminos intermedios que pueden llevar a un mejor resultado. En este caso, la empresa puede financiar una parte de la inversión mediante recursos propios de tal forma que los fondos utilizados no supongan una descapitalización excesiva que retraiga a los inversores.
La otra parte, pues, se cubriría a partir de financiación ajena. Dado que el importe pedido sería inferior, se reduce el riesgo de endeudamiento y, a la vez, se ahorra el pago de parte de los distintos gastos financieros.
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