¿Cómo funcionan los instrumentos de financiación híbridos?
Los híbridos son instrumentos financieros que combinan la deuda y el capital. Uno de ellos generó gran polémica entre la población, las preferentes. Las entidades financieras emitieron gran cantidad de estos títulos y consiguieron captar mucho ahorro gracias a explicar a sus tenedores que se trataba de un producto de bajo riesgo equivalente prácticamente a un depósito, pero a una rentabilidad mayor. En general, en el mercado es casi imposible encontrar dos productos de igual riesgo que ofrezcan rentabilidades muy dispares. Siempre, a más riesgo, más interés. Igualmente, no se informó al respecto y muchos inversores se encontraron ante la imposibilidad de recuperar el dinero invertido cuando querían retirarlo.
En general, los híbridos, al combinar deuda y capital, permiten a su tenedor participar en los resultados de la entidad pero, a la vez, quedan sujetos a una serie de restricciones en términos de liquidez. En ese sentido, combina un contrato principal no derivado y otro financiero, que no es posible transferir de forma independiente.
¿Qué instrumentos financieros híbridos encontramos?
Algunos de los instrumentos híbridos que encontramos en el mercado son los siguientes:
- Preferentes: son el instrumento más conocido entre el público por las negativas razones comentadas en la introducción. Quien adquiere las acciones preferentes es accionista de la compañía en cuestión, pero sin derecho a voto, de forma que no puede participar en la toma de decisiones. A cambio, eso sí, recibe un determinado interés pactado.
- Deuda subordinada: son títulos de renta fija de rendimiento explícito que emiten, sobre todo, las entidades financieras. Dado que, en caso de problemas para la entidad emisora, sus tenedores están a la cola de los acreedores que podrán recuperar su inversión (al final del llamado orden de prelación), ofrecen unos tipos elevados en relación a otros instrumentos parecidos, como los bonos.
- Deuda convertible: se trata de la emisión de deuda que, en un determinado momento, se convierte en acciones (por lo tanto, en capital) cuando se empieza una nueva ronda de financiación. Para fomentar su contratación, además, se acostumbra a incluir un porcentaje de descuento en el precio. Ahora bien, el precio al cual habrá la conversión no se fija en el momento de la adquisición de la deuda, sino que solamente se habla de un porcentaje de descuento (que acostumbra a ser de valores entre el 10 y el 30%) en el momento que haya la siguiente financiación.
- Deuda perpetua: se trata de una deuda que no tiene un vencimiento de finalización. Por lo tanto, el emisor la puede amortizar en el momento que considere conveniente. De esta forma, las empresas no precisan de realizar ampliaciones de capital que, normalmente, provocan un descenso del valor de sus acciones o pérdida de control.
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