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Economía
Macroeconomía

Grecia recorta los salarios de los funcionarios un 10% y dispara la productividad y el crecimiento

Grecia ha bajado los salarios de sus funcionarios un 10%, y esta rebaja ha resultado en un aumento significativo de la productividad y el crecimiento económico. Así lo evidenciaban los datos del estudio Las consecuencias no deseadas de la contratación gubernamental meritocrática de la Revista Económica Europea. El informe sitúa el ajuste dentro de un debate más amplio que relaciona el empleo público, el «clientelismo» y sus efectos negativos sobre la economía.

El recorte salarial se ha aprobado en un contexto de contención del gasto público y reforma del sector público. Este se justificó, inicialmente, como una medida de «disciplina presupuestaria». Sin embargo, parece que sus efectos han ido más allá.

La rebaja en la retribución del empleo público ha reducido el atractivo de ser funcionario para trabajadores con potencial, incentivándoles a moverse hacia el sector privado. Según el estudio, el desplazamiento de los trabajadores a la empresa privada ha aumentado los niveles de productividad y ha favorecido una subida del producto interior bruto (PIB) del país.

En los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Estado es el mayor empleador, y Grecia no era una excepción.

El sector público griego ofrecía condiciones laborales estables y salarios relativamente competitivos, lo que llevó a muchos trabajadores altamente cualificados a optar por opositar o entrar en la administración. Esta situación, que resulta habitual en muchos países del mundo, privó al sector privado de perfiles esenciales para la innovación y la expansión empresarial.

Los autores destacan que los resultados observados en Grecia «podrían ser extrapolables a otros países de la OCDE», donde la administración juega un papel significativo en el empleo. No obstante, destacan que cada país requiere un análisis propio, pues las condiciones salariales, las tasas de desempleo y la estructura del mercado privado varían entre unos y otros.

Por ahora, el caso de Grecia se presenta como un experimento involuntario de política económica, puesto que, una medida implementada para sanear las cuentas públicas ha generado una redistribución del talento y en un incremento de la productividad griega. Los autores señalan que aún es pronto para determinar si el efecto se mantiene a largo plazo y efectivamente ha equilibrado la relación entre el sector público y privado.

El caso de Grecia

El estudio publicado en la European Economic Review aporta una lectura novedosa sobre las políticas de ajuste en Grecia. Lejos de limitarse a medir los efectos de los recortes en términos de disciplina fiscal o caída del consumo, los autores analizan cómo la reducción salarial en el sector público ha terminado por crear algo inesperado: la redistribución del talento hacia el ámbito privado.

El Estado griego había actuado como el principal empleador del país generando, según el estudio, unas redes clientelares alrededor de ciertos puestos funcionariales. Los salarios públicos, relativamente competitivos, y la estabilidad garantizada convertían la función pública en el objetivo principal para los jóvenes más cualificados. El resultado era un goteo constante de ingenieros, economistas o médicos hacia la administración, lo que restaba fuerza al tejido empresarial y contribuía a perpetuar redes de clientelismo político.

El recorte del 10% en las nóminas, sumado a otras medidas de austeridad, alteró este patrón. Con un sector público menos atractivo, los graduados con mayores capacidades comenzaron a optar por el mercado privado.

Los investigadores destacan que el hallazgo cuestiona la visión tradicional de los recortes salariales como elementos únicamente negativos. En contextos muy concretos, como el griego, pueden provocar cambios estructurales que refuercen la competitividad y mejoren la eficiencia del mercado laboral. Al mismo tiempo, advierten de que no se trata de una receta universal: el caso de Grecia estaba marcado por un elevado desempleo, un sector público hipertrofiado y un sector privado con capacidad de absorber a profesionales cualificados.

El país heleno se convierte así en un laboratorio involuntario de política económica. Las decisiones sobre retribuciones en la función pública no sólo han impactado en las cuentas del Estado, sino que también modelan la estructura productiva y la distribución del talento.