Informe Funcas

La España despoblada pierde en los últimos 70 años la mitad de su peso económico y laboral

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Alrededor de 23 provincias en nuestro país han perdido en las últimas siete décadas el 50% de su peso demográfico, económico y laboral. En 1950, la España ‘rural’ albergaba el 34,1% de la población y generaba más de un tercio del empleo total. Hoy en día, acogen tan solo al 18,1% de la población y tan sólo generan uno de cada diez empleos, tal y como se desprende del último informe de Funcas.

La España despoblada se consolido durante las décadas de los 50, 60 y 70 y se ha ido estabilizando durante los primeros años de este siglo, según el informe ‘La despoblación de la España interior’, en el que se analiza el fenómeno de la despoblación en nuestro país, así como los factores económicos que determinan este movimiento poblacional.

En 1950, la España ‘rural’ albergaba el 34,1% de la población y generaba más de un tercio del empleo total.

Desde el inicio del siglo XX, los 18,6 millones de habitantes se han multiplicado por 2,5 hasta superar los 47 millones. Sin embargo, la distribución territorial de este crecimiento no ha sido homogénea. A partir de la década de los 50 la mecanización de la agricultura, la industrialización y la urbanización provocaron intensos movimientos migratorios desde las zonas rurales a las grandes ciudades.

La pérdida de población se concentró entre los jóvenes y las personas en edad de trabajar, lo que provocó un envejecimiento de la pirámide demográfica. Excluyendo las capitales de provincia y las ciudades de más de 50.000 habitantes, las 23 provincias que formarían la España despoblada son las nueve de Castilla y León, las tres de Aragón, cuatro de Castilla la Mancha, las dos de Extremadura, dos gallegas -Lugo y Ourense-, dos andaluzas -Córdoba y Jaén- y La Rioja.

Asturias también ha perdido población desde 1950, pero su densidad actual, sin incluir su capital y las ciudades de más de 50.000 habitantes, supera a la media nacional. En paralelo, provincias con menor densidad de población que la media han tenido un crecimiento demográfico desde 1950, como Álava, Almería, Navarra, Huelva, Lleida y Toledo.

Despoblación asimétrica

Según el informe de Funcas, la España despoblada no es uniforme. De ahí que distinga entre tres grupos: una España despoblada que decrece, una España despoblada que se estanca y una España despoblada que remonta. Así, las 23 provincias de la España despoblada se han dividido en tres grupos.

El primero, la España despoblada que decrece, es el núcleo duro de la despoblación. Lo forman Ávila, Cuenca, León, Zamora, Salamanca, Lugo, Ourense, Segovia, Palencia, Soria y Teruel. Cuenta con los peores registros demográficos. Ha perdido más población que los demás, tiene menos densidad de habitantes por kilómetro cuadrado , una población más envejecida y, por tanto, una elevada destrucción de empleo. Estas provincias han seguido perdiendo población en el siglo XXI, salvo Salamanca y Segovia.

El segundo grupo, la España despoblada que se estanca, lo integran Albacete, Ciudad Real, Badajoz, Cáceres, Córdoba y Jaén. Aunque sufrieron importantes procesos migratorios, no han perdido tantos puestos de trabajo y conservan aún población joven.

Su principal desventaja en comparación con los otros dos grupos son las variables económicas. en ese sentido, tienen escaso peso del sector industrial, bajos niveles de PIB por habitante y muy elevadas tasas de paro. Según Funcas, el problema en este caso no sea tanto demográfico como de reactivación económica y de utilización más productiva de sus recursos.

El tercer grupo, formado por Guadalajara, Burgos, Huesca, La Rioja, Valladolid y Zaragoza, es la España despoblada que remonta. Se sitúa en una posición intermedia en cuanto a indicadores demográficos, con escasa densidad de población y problemas de envejecimiento, pero presenta los mejores registros económicos, con un PIB per cápita por encima de la media, baja tasa de paro, elevado peso del sector industrial y presencia de importantes núcleos capitalinos, que les ha permitido crear empleo.

En este escenario, el informe advierte de que las políticas destinadas a aumentar la cohesión territorial deberían tener en cuenta la diferente naturaleza de los problemas de cada uno de los grupos, habida cuenta de sus distintas condiciones demográficas y económicas.

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