Escándalo en Red Eléctrica: el Gobierno impone la venta de Hispasat perdiendo 200 millones

Nuevo escándalo en uma empresa gestionada por el Gobierno. No ha hecho el ruido de otros atropellos como el asalto a Telefónica o a Talgo, pero no por ello es menos grave. La venta de Hispasat por Redeia (Red Eléctrica) a Indra ha ocasionado una pérdida de 200 millones a la vendedora y ha sido aprobada sin rechistar por los mismos que impulsaron la compra de la empresa de satélites en 2018. Y el precio ha sido impuesto por el Gobierno a petición de Indra.
Lo peor es que esta situación en la operación entre empresas semipúblicas -pero controladas férreamente por el Gobierno como si fueran 100% del Estado- no ha tenido ninguna consecuencia. Nadie ha dimitido ni ha sido destituido. Todos siguen sentados en sus sillones ganando el mismo sueldo. Aquí paz y después, gloria.
En concreto, Red Eléctrica compró el 89,68% de Hispasat a Abertis por 933 millones en 2018, aunque la venta se cerró en noviembre de 2019. Esa operación fue impulsada por el actual consejero delegado, Roberto García Merino, cuando era director de desarrollo de la compañía, a instancias del entonces CEO, Juan Lasala. En teoría, se trataba de diversificar su negocio y se compraba para hacerla crecer con operaciones corporativas y convertirla en una de las cinco mayores compañías de satélites del mundo.

Para empezar, este precio debía haberse corregido a la baja por una serie de condiciones que se dieron (básicamente, pérdida de clientes), pero no se hizo por motivos políticos.
Reventa a Indra
Y ahora, en 2025, se revende esa participación a Indra por 725 millones, es decir, 208 millones menos de lo que costó hace cinco años. Y lo aprueba el mismo García Merino, que es quien gestiona Redeia (la presidenta, la ex ministra Beatriz Corredor, sólo sabe de electricidad que la luz se enciende al darle al interruptor).
Según fuentes conocedoras de la situación, el Gobierno le comunicó a Redeia que debía vender Hispasat a Indra, y la empresa eléctrica dijo «vale, al mismo precio que lo compré». Pero la nueva Indra presidida por Ángel Escribano contestó: «No, 200 millones menos». Redeia no aceptó en principio, pero Moncloa llamó a Corredor y le dijo que a callar. Y así fue.

Esta inversión ha sido ruinosa porque, aparte del sobreprecio pagado, Redeia no ha hecho nada en todo ese tiempo para incrementar el negocio de Hispasat y, con ello, elevar su valor. Las conversaciones y los planes de crecimiento quedaron en el olvido. Al contrario, ha permitido que la empresa languidezca y que su valor se deteriore. Esta nefasta gestión le habría costado la cabeza a cualquier consejero delegado del Ibex, pero no así al de Redeia.
De profesión, sus consejos
Incluso hay casos más sangrantes. Algunos consejeros de la gestora de la red de alta tensión pidieron que se les diera también un asiento en el de Hispasat, presidido por Pedro Duque (otro ex ministro), para redondear su sueldo. Y Redeia se lo concedió graciosamente, será por dinero. Es el caso del susodicho García Merino, pero también de Antonio Gómez Ciria, uno de esos profesionales de los consejos de administración que tanto abundan en España.
Las fuentes consultadas explican que el sillón en Hispasat fue el precio que Gómez Ciria puso al entonces presidente de Red Eléctrica, el también ex ministro (cómo no) Jordi Sevilla, para apoyar la destitución de Lasala y su reemplazo por García Merino.

Este consejero ya aprobó la compra de Hispasat en 2019 y ahora aprueba la venta sin apreciar que haya ningún problema en perder 200 millones por el camino.
Además, Gómez Ciria consigue la cuadratura del círculo de tener la consideración de independiente en el consejo de Redeia y la de dominical (representante del accionista Restel, filial de Redeia) en el órgano de gobierno de Hispasat. Es decir, tiene que controlar equipo directivo en la matriz -para eso están los independientes, en teoría-, pero tiene que cumplir sus órdenes en Hispasat. Algo metafísicamente imposible.
Así se las gasta nuestro Gobierno en las empresas semipúblicas, saltándose cualquier principio de buena gestión o de buen gobierno. Lo único que importa, como siempre, es tener el poder y colocar a los afines con buenos puestos y sueldos. ¿Alguien esperaba otra cosa viendo casos como el de Ábalos?