Fondos europeos

Los economistas enfrían el optimismo del Gobierno sobre la aportación de los fondos europeos al PIB

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia tras el Consejo Europeo en Bruselas. Foto: Joan Guirado

La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, aseguró esta semana que los fondos de recuperación europeos Next Generation tendrán un «shock positivo» en la economía española,  pero para algunos economistas, entre ellos los del Banco de España, las expectativas del Gobierno sobre ese impacto parecen demasiado optimistas.

Tras un 2021 en el que la incidencia de estas ayudas en el Producto Interior Bruto ha pasado prácticamente desapercibida, el Banco de España proyectó el viernes una ejecución de estos fondos al término del año en torno a los 11.000 millones de euros, lo que -según la entidad- equivale a una tercera parte de lo programado inicialmente por el Gobierno.

En otras palabras, y tal y como confirmó el director general de Economía y Estadística del organismo, Óscar Arce, se aprecia un «retraso» en la ejecución del programa, lo que ha llevado al banco central a ampliar hasta 2024 el escenario del despliegue de los fondos europeos.

Antonio Pedraza, presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas, opina que «lo más duro comienza ahora con los 27.000 millones previstos para 2022, al existir poca transparencia en propuestas y proyectos».

Una idea que comparte Marian Fernández, responsable de estrategia de Andbank España, para quien la aportación de estos fondos, en estos momentos, «es un interrogante», por lo que ve más factible que su efecto se note en la economía más adelante. «Si se retrasa este año (porque, por ejemplo, no hay materias primas suficientes para producir), el crecimiento se desplazaría de 2022 a 2023. Pero es un riesgo porque estamos viendo retraso en algunas de las inversiones», asegura esta experta.

En un informe reciente, BBVA Research sostenía que las perspectivas actuales de la economía española son también más inciertas que las de hace un año por la aparición de nuevos riesgos y el aumento de algunos ya existentes, lo que hace que las expectativas sean más volátiles. Entre esas incertidumbres que se mantienen, el banco destacó las que tienen que ver con el ritmo de ejecución y efectos de los fondos europeos, y con las reformas estructurales necesarias para seguir accediendo a ellos en los próximos años.

BBVA Research recordaba que, al inicio de 2021, sus previsiones apuntaban a una utilización de los fondos de entre 10.000 y 15.000 millones de euros este año, muy por debajo de las estimaciones iniciales del Gobierno. Ahora la entidad calcula 8.000 millones para este ejercicio -menos incluso de lo que espera el Banco de España- y pronostica que la ejecución de estos fondos aumentará previsiblemente hasta los 21.000 millones en 2022.

El agravante de la inflación

Si a ello se suma el entorno de inflación actual que está lastrando la recuperación,  la economía podría acusar una ralentización mayor de la esperada.  Según Pedraza, por cada punto porcentual del aumento de la subida de la luz, el PIB  crece un  0,015% menos. «De hecho, este alza de la energía ha podido restar un 1,3% al crecimiento año», calcula. Y va más lejos: «la alta inflación actual del 5,5% y, sobre todo, el 1,7% que refleja la subyacente va a dejar cierto peso estructural en nuestra inflación».

No parece que las tensiones en los precios vayan a remitir pronto. La Fundación de las Cajas de Ahorros, Funcas, elevó el miércoles su previsión de inflación para España al 5,8% en diciembre de este año frente a la estimación anterior del 5,1% dentro de su escenario central. Con todo, Pedraza prevé que, en general, la inflación debe bajar por la desaparición paulatina de los problemas de los suministros, que normalizarán los precios de las materias primas. Así, cree que a lo largo del próximo año «podrían verse los primeros síntomas del aplanamiento de la cresta actual que se observa en la inflación, un fenómeno de carácter no solo europeo sino mundial».

En este sentido, Fernández, de Andbank, afirma que «la inflación está reduciendo la capacidad de pago de los hogares medios». Ni si quiera el ahorro embalsado durante la pandemia está teniendo un reflejo significativo en el gasto ante el temor por la evolución de la pandemia, que se está alargando en el tiempo y vuelve a mostrar un repunte de la incidencia y dudas con las nuevas variantes, explica Fernández.

Aunque ese ahorro acumulado es «un pequeño pulmón» para que vaya volviendo gradualmente el gasto, «el consumo es muy sensible a la confianza, y esta no solo tiene que ver con la pandemia, sino con la percepción laboral o la realidad de renta disponible», indica. En el contexto actual de escalada de los precios de la luz, «habrá menos dinero para gastar en otras cosas», vaticina.

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