La burbuja renovable estalla: comienza el hundimiento de empresas
No diga que OKDIARIO no se lo avisó. Aquí ya les alertamos en julio del año pasado de que España ya tiene exceso de energía renovable y, si añadimos los alocados planes de la ministra Teresa Ribera -la photoshopeada candidata del PSOE a las elecciones europeas- de duplicar la capacidad instalada en 2030, la burbuja se iba a venir abajo en cuanto los precios de la luz bajaran. Menos de un año después, el derrumbe ya ha empezado.
Y tenemos sobre la mesa varios casos de pequeñas empresas al borde del abismo: EiDF (en este caso, aderezado con investigaciones de fraude, multas de la CNMV y un entramado societario opaco que recuerda al de Grifols), Solartec u Holaluz, que se ha salvado por la campana de la quiebra con una refinanciación in extremis que hoy les contamos en este periódico.
Y mas adelante vendrán muchas más, no les quepa duda. ¿Qué hay detrás del estallido de la burbuja renovable? Pues un conjunto de factores que la hacían inevitable tarde o temprano. En primer lugar, un diseño de mercado anticuado (es de 1997) que el actual Gobierno, con su integrismo ecologista -Dios nos pille confesados si Ribera cumple su sueño de ser comisaria europea de Energía-, no ha querido cambiar.
Punto de saturación
Y en el que la red no puede absorber más renovables sin nuevas inversiones para ampliarla (que el Gobierno se resiste a remunerar como piden las eléctricas, que insisten en que «la inversión que no se remunera no se hace»). Hemos llegado a lo que se llama «punto de saturación» de la fotovoltaica (la renovable que más se ha instalado porque requiere menos inversión) y eso hace que el mercado no funcione.
«El exceso de potencia anula el mercado. Cuando el mercado te da un precio que no te permite ser sostenible con tus costes, no está funcionando», explica un experto en el sector. «La propia ministra lo reconoció en 2021 cuando subió el precio de la luz en las horas diurnas y lo bajó en las nocturnas y nos mandó a planchar a las 2 de la mañana. Pero, a pesar de eso, el exceso de producción solar más la hidráulica han llevado los precios a cero o a entrar en negativo», añade. Este sábado, por ejemplo, el precio de la luz fue negativo durante tres horas y el medio fue de 1,76 euros.
Este experto pone un ejemplo gráfico sobre este punto de saturación: «Sabemos que llegará ese punto. ¿Con qué potencia? No lo sabemos. Entonces, no va a llegar el punto de saturación. Es como si decimos que sabemos que nos vamos a morir. ¿Cuándo? No lo sabemos. Entonces es que no nos vamos a morir».
Las subvenciones tiran el precio
El segundo motivo es el de las subvenciones a las renovables. Ya no son la locura de Zapatero (de donde vienen los arbitrajes internacionales y los embargos al Reino de España) pero se sigue garantizando una rentabilidad a estas instalaciones, actualmente del 7,1%, mediante un sistema llamado Recore. Este sistema exige que las plantas produzcan un mínimo de horas de electricidad al año a cualquier precio. Y por eso, la venden a precio cero o negativo, ya que lo que importa es colocarla para cobrar la subvención.
Y eso perjudica, como es lógico, a quienes no la cobran, es decir, a quienes no están en el Recore o quienes llevan muchos años (las instalaciones más antiguas que ya están casi amortizadas y cobran muy poco porque la prima se calcula sobre el valor neto de la inversión). Y sí, hay muchas instalaciones que no están en el Recore, bien porque no ganaron alguna de las subastas del Gobierno y decidieron ir a pulmón o porque se salieron del sistema cuando el megawatio se disparó con la invasión de Ucrania. «Con la luz a 200 euros/MW, me sale mucho mejor vender directamente en mercado y renunciar a la subvención», pensaron muchos. Sí, a 200 euros sí. A 1,76, no.
Y lo mismo les ha pasado a muchas empresas que han basado su negocio en la instalación de paneles solares en las viviendas para autoconsumo, con el atractivo de poder vender el exceso de producción a la red. Eso era un gran negocio con el megawatio a 200 euros, pero, con los precios actuales, nadie se gasta el dinero en poner paneles en su casa. Son los casos de la catalana Holaluz o la murciana Soltec.
La subida de tipos las remata
Para cerrar el círculo, tenemos la cuestión financiera. Todas estas empresas han realizado sus inversiones hiperapalancadas, es decir, con un fortísimo endeudamiento cuyo coste se ha disparado con la subida de los tipos de interés. Si el coste de la deuda se va a las nubes y tus ingresos se van casi a cero por el precio de la luz, tienes un problemilla. Además, muchas de estas empresas son muy pequeñas y no tienen tamaño ni conocimientos para cubrirse de las bajadas de precio mediante derivados o para vender su producción a precio fijo a grandes clientes. De ahí las refinanciaciones a la desesperada como la de Holaluz o la que está negociando Soltec. Y las que quedan.
¿Cómo va a acabar la burbuja renovable? Pues muy mal, salvo que haya otro shock que dispare el precio de la luz y que no se atisba en el horizonte. Vamos a asistir a una serie de quiebras de pequeñas empresas que no van a poder aguantar este entorno durante mucho más tiempo. Pero bueno, al final eso es el capitalismo, la «destrucción creativa» de Schumpeter, la selección darwinista de los mejores y la desaparición de los peores en los nuevos sectores que siempre se llenan de exceso de jugadores. Pasó en la burbuja de Internet y en la inmobiliaria.
Claro que, conociendo a este nuestro Gobierno, no se puede descartar una nueva lluvia de subvenciones para mantener vivas a estas empresas zombies. Holaluz, haciendo gala de catalanidad, ya ha pedido un rescate a la Generalitat. Sería algo muy del gusto de Ribera con la excusa de mantener el liderazgo español en renovables del que tanto presume. Y del de Yolanda Díaz, ni les cuento.