El auténtico enemigo de la economía: el interés político
En pleno proceso de recuperación, cuando más necesitamos la confianza de los inversores y los empresarios para recuperar el daño, el Gobierno de España, así como numerosos gobernantes autonómicos, se empeñan en salpicar el contexto.
Los economistas tienden a escoger un determinado campo de estudio en el que especializarse, así como centrar su atención y su investigación. En mi caso, escogí la macroeconomía y la economía internacional. Pero al margen de este campo, existen máximas que todos los economistas conocen y que se han estudiado ampliamente. Si algo he podido observar a lo largo de los años que llevo analizando y estudiando la economía, es que la incertidumbre política, en un escenario en el que no existe consenso y no hay capacidad institucional para aplicar políticas y sacar adelante reformas, penaliza la economía y el desarrollo de los países.
Desde el consumo de los hogares hasta las inversiones que realizan las empresa todo está condicionado al escenario que presenta un determinado territorio, a la estabilidad de este y por tanto a la incertidumbre política. Determinados niveles de incertidumbre no solo lastran el desarrollo económico, sino que frenan la atracción de capitales del exterior. Según decía BBVA Research hace unos meses, en años pasados, esta misma incertidumbre nos costó entre dos y tres décimas de crecimiento anual de nuestro PIB.
Muchos inversores prefieren paralizar su capital antes de exponerse al peligro de un mercado sin estabilidad institucional
Esta misma incertidumbre es la que está llevando a muchas economías emergentes a recibir una menor inversión extranjera directa. La hostilidad de determinados gobiernos, así como la inestabilidad de estos en el poder calman los deseos de unos inversores extranjeros que, aun no encontrando opciones de inversión en los mercados de bonos de economías desarrolladas por las políticas de estímulo de los bancos centrales, prefieren paralizar su capital antes de exponerse a una situación en la que sus inversiones corran el peligro de fracasar por no contar con la suficiente estabilidad institucional.
Nuestros políticos siguen empeñados en aumentar los niveles de incertidumbre con numerosas mociones de censura
Sin embargo, pese a toda esta literatura, pese a que los datos que se ofrecen son bastante clarividentes en lo que respecta al crecimiento, pese a que la observación de las economías emergentes y su alta exposición a la incertidumbre política muestren lo citado, nuestros políticos siguen empeñados en aumentar los niveles de incertidumbre con numerosas mociones de censura en las distintas autonomías que integran el país. En pleno proceso de recuperación, cuando toda décima de crecimiento cuenta, cuando más necesitamos la confianza de los inversores y los empresarios para recuperar el daño y no seguir consolidando las pérdidas en materia de empleo, el Gobierno de España, así como numerosos gobernantes autonómicos, se empeñan en salpicar el contexto con más incertidumbre política.
Tenemos los datos. España es la economía del mundo que ha sufrido la mayor contracción económica, del 11% del PIB. De la misma forma, la destrucción de empresas comienza a registrarse, con un 30% de las empresas en el país en situación de quiebra técnica. El empleo sigue sin mostrar una clara recuperación. Pese al menor acoplamiento, el paro estructural ya asciende por encima del 16%, a la vez que el paro juvenil nos sitúa a la cabeza del ranking en la Unión Europea. La deuda se incrementa mientras dura la pandemia, hasta situarse cerca del 120% del PIB, y todo ello a la vez que la mayor flexibilidad que han ofrecido los mandatarios en Bruselas, y dado el coste de la pandemia, acercan nuestro nivel de déficit nuevamente a máximos.
Asimismo, estas mismas características hacen de nuestra economía una economía menos capaz. Los estímulos aplicados por España, la respuesta fiscal, no ha ascendido para superar el 4% del PIB, mientras Alemania, así como otras economías que gozaban de un mayor colchón fiscal para aplicar estímulos, superaban ampliamente el 11% de su PIB. Todo esto, sumado a que, como dice el FMI, la solidez de la recuperación también se encuentra condicionada por los ritmos de vacunación, y España es un país que podría incumplir con dichos ritmos, nos dejan un escenario en el que, como ya afirman muchos expertos, también de BBVA research, el PIB podría dejarse un 2%.
Teniendo todo esto en cuenta, debemos saber lo que estamos haciendo cuando presentamos una moción de censura, y tratamos de dinamitar los distintos gobiernos autonómicos que se encuentran gestionando la pandemia, en pleno proceso de recuperación económica. Gobiernos autonómicos que se enfrentan a la ardua tarea de gestionar unos fondos europeos que podrían ampliar nuestra respuesta fiscal ampliamente, reforzando nuestro crecimiento. Unos gobiernos que deben cumplir con las vacunas, consolidando la fortaleza de la recuperación y permitiendo la reapertura de aquellos sectores más dañados.
En definitiva, unos gobiernos que deben gestionar una recuperación que, ante la crisis que ha devastado nuestra economía, se posiciona por delante del interés político. Por ello, por los españoles, por todos aquellos ciudadanos que han perdido algo o a alguien en esta crisis, debemos tener políticos a la altura, valientes, y que apuesten por la recuperación. Pero no políticos que solo traten de salpicar el escenario de incertidumbre, tratando de dinamitar un gobierno que nos llevará recuperarlo y constituirlo más de 4 meses, condenando a los españoles, nuevamente a una recuperación más tardía y a mayor sufrimiento.