Zidane, qué bueno que viniste
La primera alineación de Zidane era como el discurso de Pablo Iglesias la noche del 20-D: una declaración de intenciones. Este Zizou tiene pelotas. Los fichajes más caros de las dos últimas temporadas, a chupar banquillo. Ni los 80 millones que costó James –el tercer jugador más caro de la historia del club– ni los 35 que pagó el Madrid por Danilo sirvieron al colombiano ni al brasileño para entrar en el once titular en el estreno del técnico francés.
Entraba Carvajal en el lateral derecho después de mes y medio sin jugar, se mantenía Pepe en el centro de la zaga en lugar de Varane, que acabará siendo titular en ese puesto, y el cuarto magnífico era Isco, que también volvía a un once titular más de un mes después de jugar aquella noche en el Carranza de infausto recuerdo. Precisamente Isco, protegido del Bernabéu y niño de las portadas, era la primera apuesta de Zizou. James será entonces el primer debate. Lo mismo habría pasado si hubiera sido al revés. Los debates, querido Zidane, van en el sueldo.
Salió motivado el Madrid, con Bale hiperactivo en la banda derecha. Un par de buenos centros del galés no encontraron rematador ni en Isco primero ni en Cristiano después. El sistema de Zidane era poliédrico: 4-4-2 en defensa y 4-3-2-1 en ataque, con libertad total para la BBC.
Un duro disparo de Cristiano desde la izquierda lo rechazó a córner Lux junto a su palo derecho a los cinco minutos. Dominaba el Madrid con la pelota, pero le seguía faltando presión a su presión. En defensa se parecía más al Madrid de Ancelotti que al de Mou. El primer susto del Deportivo lo dio Lucas Pérez a los diez minutos. Pepe se comió su desmarque de ruptura y Keylor Navas salvó el mano a mano.
No se inmutó el Madrid, que siguió atacando con esmero, agilidad y fluidez. El premio del gol llegó desde la esquina. Kroos botó el córner, Ramos enganchó una volea medio picuda y Benzema, de espaldas a la portería, la tocó lo justo de tacón para desviar la trayectoria y despistar a Lux. Así son los goles de Karim, como el rostro de Carmen Lomana: suaves, delicados y muy plásticos.
A los 21 llegó el segundo. Fue un gol de manual de un equipo que domina y ataca con mecanismos simples e imparables. Benzema se descolgó hasta la mediapunta. Recibió la pelota y vio el desdoblamiento de Carvajal por la derecha. Le puso el balón y el lateral remontó hasta la línea de fondo para dibujar un centro de Play Station. Atacó la pelota Bale, suspendido en el aire como helicóptero. El galés tiene un pie en la cabeza, así que su testarazo bien dirigido acabó de la única forma posible: en golazo. Zidane sonreía en el banquillo.
Cristiano desencadenado
Cristiano, que se movía con más libertad que Tarzán por la selva, buscada en suyo con interés: activo, con mucho desborde y con su pierna derecha convertida en un cañón al que sólo le faltaba afinar el punto de mira. Era un Cristiano reconvertido, libre y feliz. A pesar de no marcar, Ronaldo brillaba como el vestido de Nochevieja de la Pedroche.
Pudo marcarlo el luso después de una jugada coral de la BBC, pero su testarazo a bocajarro –después de una asistencia de billar de Bale– se estrelló contra el poste derecho de Germán Lux. Se lamentaba CR7 porque el gol se le resistía a pesar de estar completando su mejor primer tiempo de la temporada.
Cuando Pérez Montero pitó el final del primer tiempo, el madridismo se dio cuenta de que se había pasado volando, como un trailer de Star Wars, no como en la era Benítez, que en cada partido te daba tiempo a uno a aprender noruego y a hacer marmitako.
Nada más arrancar el segundo tiempo Bale hizo el tercero. Fue a pase de Cristiano, que había caído a banda derecha en esa libertad ofensiva total que ha declarado Zidane. El remate del galés, con el interior de la diestra y a un toque, se coló junto al palo izquierdo de Lux. El Bernabéu disfrutaba y recordaba que el fútbol puede ser maravilloso.
‘VendaBale’
Con el partido resuelto, el Madrid levantó un poco el pie. Se tomó un respiro, pero conservó la posesión como un terrateniente de la pelota y convirtió al Depor en un equipo menor. En el 62 llegó el cuarto. Otra vez de córner, otra vez de Bale. Lo volvió a sacar Kroos y el galés se elevó como en un saque lateral de rugby. Su cabezazo se coló por el centro de la meta de Lux. Hat-trick para un jugador que está llamado a ser decisivo en el Madrid de Zidane. Decían que iba a estar triste sin Benítez. Pues no lo parece.
Zizou repartía minutos y dosificaba esfuerzos. A Ramos lo había cambiado en el descanso por Varane. El siguiente fue Isco para meter a James a los 66 minutos y el tercer cambio fue Jesé, un jugador al que Zidane quiere recuperar cuanto antes porque sabe que puede ser revulsivo en muchos partidos. El sustituido fue Bale, que se llevó una de las mayores ovaciones que jamás le haya dado el Bernabéu.
Con Zidane hay espectáculo hasta el final, así que el quinto llegó en el descuento, en una contra comandada en estampida por Jesé y Cristiano. Al luso se le quedó la pelota atrás y fue Benzema, que llegaba emboscado desde segunda línea, el que cerró la goleada para demostrar que, aunque lo pareciera, a los jugadores del Madrid no se les había olvidado jugar al fútbol.
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