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Liga Santander: Getafe - Atlético

Suárez arregla el desastre de Griezmann

Dos goles a última hora del charrúa dan la vuelta a un partido que vuelve a despertar muchas dudas

Griezmann volvió a ser intrascendente y Simeone le mandó al banquillo con el equipo perdiendo 1-0

La expulsión de Aleñà a los 73 minutos acabó con un buen Getafe que mereció mejor suerte

Mucho ruido y pocas nueces

¿El mejor Atlético de la historia?

No está en forma, no puede ganar una sola carrera a ningún central, pero su calidad es tan excelsa que no necesita ni siquiera eso. Luis Suárez evitó una derrota humillante del Atlético con dos goles que sólo alguien como él es capaz de marcar, pero ni siquiera la victoria a última hora impide que el campeón vuelva a ser señalado por sus problemas en defensa y su escasa producción en ataque. La sensación es que el equipo no tiene nada que ver con el que ganó la Liga el pasado curso. Le queda trabajo por delante al cuerpo técnico.

1.765 minutos llevaba el Getafe sin marcarle un gol al Atlético de Madrid. Nunca lo había conseguido con Simeone en el banquillo rojiblanco. El cabezazo ganador de Mitrovich en el límite del primer tiempo acaba con la maldición y enciende todas las alarmas en el Metropolitano. El pésimo rendimiento del equipo en ataque ha dejado de ser una excusa para convertirse en un verdadero problema focalizado sobre todo en Griezmann, que no ha aportado absolutamente nada en ninguno de los partidos que ha jugado.

Con la lección aprendida del empate a cero de la pasada temporada el Atlético salió al campo con las garras afiladas y una buena nómina de atacantes encabezada por Luis Suárez con el objeto de marcar territorio desde el primer momento y no desperdiciar la primera parte. Un encomiable tratado de buenas intenciones que luego no se tradujo en nada positivo. Al paso por el minuto 15 el campeón no había creado ni una sola oportunidad  y, muy al contrario, el Getafe había empezado a perder el miedo y ya se había atrevido a cruzar a terreno adversario en más de una ocasión.

Correa rompió la monotonía a los 17 minutos con un truco de magia marca de la casa que permitió a Llorente llegar hasta el área sin que nadie pudiera darle caza, pero el centro del madrileño fue interceptado in extremis por Djené cuando Luis Suárez ya se relamía en el segundo palo. Poco después Savic cabeceó una falta botada por Carrasco, pero no acertó con la portería.

El Getafe respondió con un contragolpe llevado por Aleñá, que consiguió llegar hasta posiciones de peligro y cederle el balón a Macías, que disparó mordido en una situación privilegiada, abortando la primera llegada doméstica de la noche. Míchel no daba crédito mientras Simeone le señalaba algo a Nelson Vivas, preocupado por los nuevos titubeos defensivos del equipo.

No había acabado de ajustar mecanismos el entrenador argentino cuando llegó la primera gran oportunidad del partido, pero no como producto de virtudes rojiblancas, sino más bien de errores ajenos. A los 37 minutos Djené cabeceó hacia atrás para quitarse el balón de en medio y en realidad lo único que consiguió fue habilitar a Luis Suárez en el área pequeña. El banquillo atlético se levantó como un resorte para celebrar el 0-1, pero el gatillo del uruguayo sigue sin estar afinado y su disparo se estrelló en la pierna de Soria, que salió a cubrir portería y se llevó el premio gordo. El rebote le cayó a Correa, pero Iglesias le molestó y el argentino acabó rematando alto.

El error de Luis Suárez acabó siendo decisivo. A los 44 minutos Oblak demostró que hasta el mejor escriba comete un borrón. Se le escapó un balón sencillo, el rebote continuó en manos del Getafe y el centro posterior de Iglesias lo cabeceó a la red el central Mitrovic para júbilo general del estadio y desespero particular de Simeone, que no daba crédito a lo que veía.

Tal y como había sucedido el pasado fin de semana ante el Athletic, el Atlético llegó al descanso inmerso en un océano de dudas. La dupla Griezmann-Luis Suárez había pasado desapercibida, tampoco Correa y Carrasco habían aportado demasiado y, para colmo, el que nunca falla, Oblak, también había mostrado algún titubeo. Muchas nubes negras mientras la oscuridad caía sobre el estadio del Getafe con toda su crudeza.

El Atlético salió hambriento en la segunda parte y durante los cinco primeros minutos encerró al Getafe en su área. Fue en este intervalo cuando Griezmann disparó por primera vez a puerta, pero sin el menor atisbo de portería. Tampoco la tuvieron el resto de sus compañeros, que llegaron con frecuencia al área, pero sin ser capaces de obligar a Soria a trabajar. Lo mismo le sucedió a Griezmann, que ensayó el remate tras un saque de banda a los 55 minutos. Se acercó mucho más al gol, pero aún sin acertar con la portería.

Harto de no encontrar soluciones, Simeone empezó a mover el banquillo. A vestuarios los dos laterales y al campo Hermoso y De Paul. Llorente bajó a la banda derecha. Cunha tampoco tardó en incorporarse al escenario  desactivando a Griezmann, que completó otro partido siendo absolutamente intrascendente. Es evidente que el Atlético espera mucho más del francés de lo que ha ofrecido hasta ahora.

Suárez dio señales de vida para cabecear al larguero en la antesala del zafarrancho de ataque al que se lanzó el Atlético desde que a los 73 minutos Aleñà fue expulsado por una entrada por atrás sobre Cunha. Fue la segunda vez que el gol se le negó al uruguayo, que estaba claro que no iba a desperdiciar una tercera oportunidad. A los 77 minutos Hermoso advirtió su desmarque y el pistolero resolvió como solo él sabe hacerlo. El hombro de Cuenca le habilitó, según la revisión del VAR, y el campeón se quedó con un margen de 14 minutos más el alargue para ir a por los puntos.

No necesitó exprimirlos todos. A los 90 minutos Vrsaljko, recién salido al campo, colgó un balón sin aparente peligro que no atacaron ni Soria ni los centrales. Luis Suárez, atento, apareció en el segundo palo para meter la cabeza y dar la vuelta definitiva al partido para jolgorio del banquillo rojiblanco y desesperación de Míchel. El Getafe mereció mejor suerte, pero la expulsión de Aleñà y la picardía de Suárez resultaron definitivos.