JUEGOS OLÍMPICOS RÍO 2016

La primera ‘medalla’ para los refugiados sirios

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Yusra Mardini, del equipo de refugiados, nadando en Río. (AFP)
Miguel Zorío

El equipo de refugiados ha conseguido entrar en los libros de historia de los Juegos Olímpicos. Ya era un hecho insólito que participaran en la cita. Cuando desfilaron el pasado viernes en Maracaná todo el estadio se puso en pie para darles una calurosa ovación. Pero entre todos ellos llamaba la atención una deportista en particular, la nadadora siria de 18 años Yusra Mardini. El pasado sábado se lanzó a la piscina dispuesta a buscar una plaza en la final.

Pese a no poder entrar en la final al quedarse a 13 segundos de la sueca Sarah Sjöström, que hizo la mejor marca, Mardini consiguió algo histórico, ganó la primera de las eliminatorias de 100m mariposa con un tiempo de 1 minuto 9,21 segundos, dando así el primer triunfo para el equipo de refugiados que compite bajo la bandera olímpica. Desató los aplausos de todo el público presente en la piscina. Esta nadadora tiene una historia bastante conmovedora. En 2015 tuvo que abandonar su país, Siria, por la guerra. Cogió un bote junto a su hermana, también nadadora, y 30 refugiados más. Una noche se paró el bote en el que iban y ella, su hermana y otra mujer se lanzaron al mar sin pensar.

Después de tres horas y media nadando, arrastrando y empujando el bote consiguieron llevarlo a puerto, en Líbano. Hace unos días, en la sala de prensa de Río, Mardini recordó ese momento y dijo que «mientras empujaba el bote, pensaba, ‘qué vergüenza si me muriera ahogada, yo, que soy una gran nadadora…». Tras llegar a Líbano cruzaron por tierra hasta Esmirna (Turquía) donde embarcaron hacia Lesbos (Grecia). Antes de todo eso, ya había representado a Siria en los Mundiales de Estambul en piscina corta en 2012 con tan sólo 14 años.

Varias semanas después de emprender su camino por tierra desde Grecia, llegaron a Berlín. Allí se entrena dos horas diarias antes de comenzar sus clases de bachillerato, que empiezan a las siete de la mañana, y también después de acabar las clases. «Al poco de estar en Berlín fui a un club de natación y dije, hola, soy nadadora, ¿me podéis ayudar? No tenía ni bañador ni gorro de baño. Me hicieron una prueba de nivel y me aceptaron. Ahora son como mi familia», recordaba Mardini.

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