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Final Four Euroliga: Real Madrid - CSKA

Llull y Chacho, amigos y enemigos por primera vez

  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

Hay que remontarse al Europeo Junior de Zaragoza de 2004 para ver la primera estampa pública de dos chavales que harían historia en el baloncesto español. Sergio Rodríguez, MVP y estrella de aquel equipo español campeón y heredero de los juniors de oro, y Sergio Llull, un año más pequeño pero con la ambición suficiente como hacerse un hueco, agrandaron la leyenda del baloncesto español siendo los campeones del Europeo de la categoría de 18 años.

De esa concentración y posterior torneo de casi un mes de duración se forjó una amistad que se ha consolidado con los años y que ha tenido en el apoyo de cada uno en los momentos más flojos la secuencia de una hermandad que cada verano se reúne en la selección española. «Para mí va a ser raro, pero tenemos que hacerlo», explica Sergio Rodríguez, quien ya se enfrentó a Llull el 25 de marzo de 2006, en los albores de su marcha a la NBA.

En aquel partido entre Estudiantes y Manresa, Chacho, además de llevarse el triunfo a casa, firmó 12 puntos y 8 asistencias en 29 minutos de juego, mientras que Llull apenas dispuso de minutos de la basura –7 en cancha– para irse sin anotar.

Aquel mal sabor de boca se le quitó a Llull más pronto que tarde. A la temporada siguiente, su explosión en Barcelona no pasó desapercibida para unos blancos que se lanzaron como un resorte a por el menorquín. Pese a que su aterrizaje no fue el soñado, el escolta fue adquiriendo más y más protagonismo al tiempo que al Chacho se le apagaba su estrella en la NBA con McMillan.

En esa época, los dos vivieron un verano complicado en 2008 quedándose fuera de los Juegos Olímpicos de Pekín. Llull debutaría un año después y no volvería a faltar con la selección jamás salvo por lesión. El Chacho, tras regresar al Madrid, quitaría el polvo a su camiseta de la selección española tras cinco años de ausencia en los Juegos Olímpicos de 2012.

La unión hace la fuerza

Pese a que los dos vivieron malamente los tiempos oscuros de Messina en el Real Madrid hubo algo que los unió para mejorar y salir adelante: el tiro. Tanto Rodríguez como Llull aprendieron de la mano de Jota Cuspinera a dar un tremendo salto en su juego. En esos tiempos, Chacho empezó a ser una amenaza desde la línea de tres, al tiempo que nacían las mandarinas de su amigo.

Ambos se retroalimentaron en el Real Madrid para ir rompiendo récord y más récords a base de títulos bajo la batuta del hombre que mejor entendió sus necesidades e inquietudes: Pablo Laso. Un ejemplo de esta armonía ocurrió en la Copa del Rey de 2014 con una jugada coral entre ambos que terminó en título sobre la bocina de Llull.

Con todo ganado de blanco, al Chacho le entraron las ganas de volver a Estados Unidos a intentar demostrar que su gatillazo juvenil fue cosa de la inexperiencia al tiempo que Llull crecía como el mejor jugador de Europa liderando noche sí y noche también al Real Madrid.

Rodríguez fue de los primeros que supo que Llull se había destrozado en un amistoso de la selección española el pasado 9 de agosto. Un mes antes, el Chacho le había roto el corazón a todo el mundo decidiendo regresar a Europa, pero a mercer del CSKA. El canario regresó a la que fue su casa el pasado octubre, pero allí no estaba de corto Llull.

Tras meses y meses de larga espera, el menorquín se verá, y al más alto nivel, con uno de los jugadores que más ha influenciado su carrera y que le ha empujado a ser mejor. «Sabemos que Llull sacará ese fuego y carácter en la pista para ayudarnos a ganar. Hace siete años cuando jugamos la primera Final Four no sabía controlarlo. Ahora es el que mejor maneja este tipo de partidos», explica Jaycee Carroll. «Yo sólo espero que no tenga el día contra mí. Nosotros necesitamos este triunfo tanto o más como el Madrid», zanja Sergio Rodríguez. Gane el que gane, a alguno se le romperá el corazón.