Laporta destruye el control económico de la Liga
Con una resolución sin precedentes y tomada con una urgencia inusitada, el CSD ayer se cargó, de facto, el Control Económico de la Liga y la reglamentación que se lleva imponiendo frente a los clubes durante mucho tiempo. Cualquier club estará legitimado a partir de ahora para seguir los pasos del Barça de Joan Laporta, aunque podemos sospechar que en esos hipotéticos casos no habría favor gubernamental.
Lo cierto es que empieza a cundir en el fútbol español cierta sensación de hartazgo por esa excepción llamada Fútbol Club Barcelona. Muchos clubes sufren en el día a día para cuadrar sus cuentas y cumplir la normativa, pero el Barça suele encontrar soluciones creativas que son aceptadas por diferentes instituciones dejando con cara de tonto al resto.
Si nos remontamos simplemente un par de décadas nos encontramos con un club que no se presentó a un partido de Copa que no le convenía y fue indultado de la sanción correspondiente que le impedía competir en Copa el año siguiente; un club que recibió una sanción de dos partidos de clausura de su estadio por el recibimiento a Figo, pero también se vio indultado por Villar; un club que logró colocar un partido pasadas las 12 de la noche para que Ronaldinho pudiera jugar; un club que llegó tarde al Sadar sin que ello le supusiese perder los puntos; un club que hizo una venta fake de algo llamado Barça Studios y que le permitió inscribir a jugadores decisivos para volver a ganar una Liga; un club que estuvo pagando durante 17 años al vicepresidente de los árbitros y todavía no ha pagado consecuencia alguna mientras el entonces responsable del CSD conocía los hechos y hacía la vista gorda. Ese club siempre es el mismo. La excepción a la norma siempre es la misma.
Mientras tanto, es habitual escuchar a sus dirigentes y aficionados acusar al Real Madrid de ser un Club Estado y beneficiarse de esa redundancia absurda conocida como madridismo sociológico. La proyección consiste en imputar en los demás lo que realmente tienes dentro de ti. Laporta es todo un especialista en ello, pero a él no se le exige por parte de muchos culés un comportamiento mínimamente decoroso en un palco, mientras a Vinicius se le exige máximo temple ante las patadas y provocaciones de los rivales, los insultos de la grada y las injusticias arbitrales.
Laporta pensará que sale ganando el Barça en todo esto. A corto plazo está claro que es así, pero el agua ya parece que rebosa el vaso del fútbol español y en el barcelonismo se pospondrá la purga de un presidente que está gestionando de pena una entidad tan importante.
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