Koeman cede ante la evidencia: el sistema
Ronald Koeman terminó por ceder ante la presión de la plantilla que imperaban por un cambio de sistema debido a que con el anterior no estaban logrando los resultados que pretendían
El 3-4-2-1 sacó la mejor versión de Messi y Pedri, el nuevo binomio culé

En el José Zorrilla se ganó una batalla. No la del Barça ante el Valladolid, que también, sino la del vestuario culé ante Ronald Koeman. Hace algo más de una semana, se hacía público el malestar que existía en el vestuario con los planes del holandés. No era nada referente a las situaciones personales que se había podido dar con hombres como Griezmann, no. Era un tema meramente futbolístico pero que estaba quebrando la fe en el técnico, el sistema.
Por aquel entonces, Koeman tenía instaurado, casi como una ley, el clásico 4-2-3-1. Es uno de los sistemas más básicos del fútbol, tanto como el 4-4-2 o el habitual 4-3-3 en Can Barça. Con la llegada del holandés, una de sus premisas era ese 4-2-3-1. Creía en él, en su funcionalidad, y pensaba encajarlo con las piezas de las que disponía en el Barcelona. Le funcionó con Holanda y quería repetir con los culés. El inicio de competición no fue el esperado. La falta de fichajes, las lesiones y el runrún constante en el club hicieron mella y los números pasaron a ser de los peores de la historia reciente.
A principios de diciembre, tras la derrota ante la Juventus que relevaba al Barça a la segunda posición del grupo y a un cruce ante un primero en los octavos de Champions League, se hacía público el malestar de la plantilla. Nadie quería el 4-2-3-1 que había obligado a formar Koeman ya que muchos pensaba que era perjudicial para los jugadores, no les hacía brillar, y que el mismo generaba desorden y concedía muchos espacios al rival. Partía al equipo en dos: los que atacan y los que defienden.
El técnico llegó a desmentir tales acusaciones en rueda de prensa pero, como suele ser habitual en estos lares, el que habla es el césped, el fútbol. Tras aquella noticia, llegaron los primeros cambios de Koeman. Como pedían en las informaciones de Sport, el holandés toqueteó el esquema y apostó por un once que formaba con mayores similitudes con el 4-3-3. Volvía al ADN culé, al menos se acercaba a él, en una clara concesión de cara a la plantilla. Koeman cedía, y no salía del todo mal: se enlazaban dos victorias seguidas y se lograba un triunfo con honores ante la Real Sociedad.
Fue ante el Valencia cuando el equipo volví a hacer aguas. Esas similitudes con el 4-3-3 no cuajaron del todo bien y ya dejó un aviso en el tramo final del partido. El holandés acababa con tres centrales. La ecuación la volvía a repetir unos días después en el José Zorilla ante el Valladolid. Sorprendía con la suplencia de Griezmann, con los tres centrales de inicio y con Pedri y Messi como mediapuntas.
El nuevo esquema, el 3-4-2-1, dejó un gran sabor de boca a los culés ante el Valladolid. Es cierto que no era el rival más exigente, en estos momentos en zona de descenso, pero apostaron por un presión alta en los primeros compases y el Barça salió airoso. La nueva formación resultó ser la que destapó la mejor versión del binomio Pedri-Messi. Con algo más de libertad, con ambos por dentro, el canario y el argentino se pusieron el disfraz de mago y comenzaron a agitar la varita. El 0-3 fue la muestra de que cuando se juntan, salen chispas.
Koeman parece haber abandonado decididamente el 4-2-3-1 unas pocas semanas después de que éste negara que el vestuario presionara por cambiar. Lo hiciera o no, el holandés ha movido el árbol y ha recolocado las piezas de tal forma que funcionó la mezcla. Está por ver si lo sucedido en Pucela fue un espejismo o el principio de un nuevo rumbo que traigas buenas nuevas a los blaugranas.
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