Las guerras del basket: Ourense enfrenta a ACB y CSD

ACB y Consejo Superior de Deportes, enfrentados por las inscripciones de los clubes
ACB y CSD se han enfrentado este verano acerca de la inscripción del CB Ourense (iStock)
Rafael Gallego

El baloncesto siempre ha gozado de una envidiable capacidad para generar conflictos, siendo la ACB protagonista en un número importante de ellos. El particular sistema de ascensos y descensos entre la máxima categoría del baloncesto nacional lleva varios años creando problemas y disfunciones, pero ha sido en este 2015 cuando más cerca podría estar de llegar a parar la competición, en un caso extremo.

El problema aparece con un anquilosado sistema para moverse entre la ACB, una asociación privada de clubes, y las categorías inferiores, dependientes de la Federación Española de Baloncesto. Las reglas para acceder a la ACB imponen unas reglas de entrada propias de otro tiempo mucho más boyantes en lo económico en el baloncesto. Los mayores problemas: un canon cercano a los cuatro millones de euros (3.001.876,13 más IVA), un presupuesto mínimo importante y una auditoría que acredite la viabilidad económica.

El CB Ourense logró el ascenso deportivo esta última campaña y procedió a intentar lo que otros clubes no habían conseguido en el pasado: ingresar en ese selecto ‘club privado’, pese a llevar cuatro ejercicios en causa de disolución. Falló en la auditoría, aunque la ACB si aplicó una moratoria, que le valió una querella desde Fuenlabrada: de admitirse al CB Ourense y manteniendo una liga de 18 equipos, el madrileño perdería su plaza.

El CB Ourense recurrió al TAD y el expediente terminó en el Consejo Superior de Deportes, que procedió a tramitarlo de urgencia. La intervención del CSD se sutanció en una estimación parcial del recurso orensano, exhortando a la ACB a inscribir al club gallego esta próxima temporada.

Fue el 31 de agosto cuando, en una asamblea extraordinaria la ACB decidió no obedecer al CSD mostrando su “disconformidad” en lo que interpretaron como una injerencia en el ámbito privado. Miguel Cardenal no ha ocultado su enfado con la ACB, presidida por un debilitado Francisco Roca, afirmando que “no se puede consentir de ninguna manera que la ACB pretenda cerrar la competición para favorecer sus propios intereses e impedir que los equipos que se ganan el derecho deportivo lleguen a esa competición. Es una asignatura pendiente que tiene el deporte español”.

Burgos acusa al CSD de «doble vara de medir»

Durante todo el verano, desde Burgos se han quejado amargamente de la, en su opinión, “doble vara de medir” del CSD en todo este trámite. El CB Tizona, nombre del club tenedor de la licencia deportiva, lleva tres temporadas consecutivas ganándose el derecho deportivo a participar en la liga ACB, pero la Asociación nunca ha determinado que el conjunto burgalés cumpliese los requerimientos económicos.

En su momento, en este mismo verano de 2015, el entonces director de gabinete de Miguel Cardenal y recientemente nombrado director de deportes del CSD Óscar de Graefenhaim sí que había declarado que “la ACB es una entidad privada que cuenta con su propio ámbito auto organizativo” y que “el Consejo Superior de Deportes carece de competencia sobre el particular”.

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