El Espanyol arranca un empate ante el Barça y pone emoción a la Liga

Hernán-Pérez-Leo-Messi
Hernán Pérez disputa un balón con Leo Messi. (Getty)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Salió sin miedo el Espanyol. Los de Galca apretaban muy arriba al Barça, que no se esperaba tamaño descaro. Busquets estaba asfixiado por la presión de Caicedo y Asensio y la pelota tenía que salir por Mascherano y Piqué. Los azulgranas no salían de su propio campo, con los tres tenores –Messi, Neymar y Suárez– esperando recibir una pelota para entonar su aria del gol. De salida, el derbi era perico.

La primera maniobra de Suárez a los ocho minutos a punto estuvo de costarle el gol al Espanyol si Jordi Alba, solito en el segundo palo, hubiera acertado con la portería de Pau López en lugar de echarla fuera. Era el primer aviso del Barça. No se asustaron los pericos, que siguieron a lo suyo: presión alta, pierna fuerte y fútbol directo. Los azulgranas, mientras tanto, trataban de dormir el partido caminando con la pelota.

Pasaron diez minutos insulsos hasta que a los tres genios azulgranas les dio por jugar al billar entre una legión de defensores espanyolistas. La jugada se quedó en un tris de acabar en gol, porque a Luis Suárez se le quedó la pelota atrás justo en boca de gol. La presión de los pericos iba perdiendo gas, mientras que el Barça crecía en torno a la pelota, sin prisa pero sin pausa.

El Espanyol buscaba la suya en una sucesión de córners que empezó con un rifirrafe entre Álvaro y Mascherano resuelto por el nervioso González González con la salomónica decisión de repartir una amarilla para cada uno. En el siguiente, El Jefecito cometió penalti sobre el central espanyolista, pero el colegiado, o no lo vio, o se hizo el longuis. En el tercero pudieron marcar los pericos con un centro envenenado que se le escapó a Claudio Bravo sobre la línea.

Pues sí, Messi estaba en el campo

El Barça no se inmutaba, pero el partido estaba donde quería el Espanyol, lejos de su área y cerca de la de Bravo, la zona en la que González González perdonó la roja a Mascherano después de una mano del argentino que cortaba un centro al área. Era el minuto 32 y la acción pudo haber cambiado el devenir del partido. Tres minutos después una sensacional falta botada por Messi –sí, Leo estaba jugando aunque no lo pareciera– se estrelló contra la cruceta, que evitó el primer gol de los azulgrana.

Al descanso se fueron los pericos resoplando, pero con la satisfacción del deber cumplido y con un 0-0 que sabía a gloria bendita. Pero bastaron los primeros tres minutos para comprobar que el Barcelona había decidido acelerar, por lo que el gol visitante parecía solamente una cuestión de tiempo.

El dominio del Barça era absoluto. Luis Suárez tuvo una ocasión clarísima después de un pase interior de Rakitic. El uruguayo controló y dribló a un defensa y al portero, pero su disparo con la zurda a dos metros de la portería acabó estrellándose contra el palo. Era el minuto 54 y al Espanyol se le iba a hacer muy largo el segundo tiempo.

De vez en cuando se estiraban los de Galca con la potencia de Caicedo, la velocidad de Hernán y el talento de Asensio, pero el partido se jugaba al completo en la mitad de campo del Espanyol. Era un monólogo azulgrana, una incesante sucesión de llegadas, disparos, ocasiones, córners… Pero los pericos capearon el temporal y el Barça levantó el pie.

Ni Neymar ni Messi se sentían cómodos, así que todos los ataques azulgranas vivían de la movilidad y las ganas de un incansable Luis Suárez. A falta de 20 minutos, Luis Enrique movía el banquillo y metía a Sergi Roberto por un desaparecido Dani Alves. El Espanyol llegaba vivo y con la puerta a cero al último cuarto de hora del derbi.

Pasaban los minutos y el Barça no atinaba. El toque se convirtió en precipitación hasta que Diop hizo una falta innecesaria a unos diez metros de la frontal. Messi se preparó, cogió carrerilla, lanzó y la pelota se marchó alta por muy poco. Era el minuto 89 y el Espanyol tocaba el punto con los dedos. Era cuestión de aguantar apenas cuatro minutos más para alcanzar la orilla. Lo lograron los periquitos merced a un buen planteamiento táctico y después de dejarse hasta la última de sus plumas en el esfuerzo por sacar un empate que pone emoción a la Liga.

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