Se cumplen tres años de lucha y misterio por el estado de Schumacher
Vivir sin estar vivo, o todo lo contrario. Ésta y no otra es la triste situación de Michael Schumacher, el piloto más grande de la historia de la Fórmula 1, según los libros de estadísticas. Después de toda una vida jugándose el pellejo en los circuitos de medio mundo, una fatal caída esquiando junto a su hijo le provocó al heptacampeón una lesión cerebral que le tiene postrado en una cama desde entonces. Sobre su actual estado de salud poco se sabe. Decisión de la familia.
Sin ahondar en aquel suceso, que acabó siendo mucho más grave de lo que parecía en un principio, es mejor recordar a Schumacher como lo que fue, un caníbal de los circuitos. Y más este año que se ha cumplido una década de su primera retirada, la de verdad. Porque los años de Mercedes fueron una sombra. Aquel 2006 vimos a un piloto que, habiendo triunfado más que nadie en la historia, buscaba con ansia su octavo mundial. Lo perdió a manos de Fernando Alonso y de los caprichos del destino. ¡Ay aquella rotura de Suzuka cuando era líder! Esta derrota no significó ni mucho menos una mancha en su historial. Pocos pilotos pueden dejarlo en lo más alto de su rendimiento. Y Schumacher lo hizo, peleando hasta el final.
Más allá de sus números, que se han repasado en infinidad de ocasiones, ‘El Kaiser’ será recordado por ser la piedra angular que resucitó Ferrari después de uno de los periodos más negros de su historia. Le costó, es cierto, pero cuando encajaron todas las piezas se convirtieron en un rodillo que masacró al resto de la parrilla durante cinco años seguidos. Schumacher tuvo la habilidad y la paciencia para rodearse de los mejores en cada campo, dejar que hiciesen su trabajo y recoger los frutos. Ganó mucho. Y lo ganó con Ferrari, que siempre es un plus.
Antes de eso, mucho antes, tuvo una irrupción en la Fórmula 1 como la que este año ha tenido Max Verstappen. El joven insolente, rápido y talentoso que desafía el orden establecido. La historia acabó como sabéis, así que a Max puede que le espere algo grande en el futuro. Esperemos, eso sí, que no caiga en el lado oscuro que a veces mostraba Schumacher. Su deseo de ganar le llevó en ocasiones a traspasar la línea de lo admisible. Y fue castigado por ello. Aún con esas sombras que solamente la ambición desmesurada puede explicar, fue grande. Muy grande.
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