El ‘caso Rubiales’ queda visto para sentencia
El José Manuel Fernández-Prieto dará su veredicto en un plazo de siete a 10 días sobre el caso Rubiales
La enorme felicidad del juez del caso Rubiales al terminar el juicio: «Aunque parezca mentira…»
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El juicio a Luis Rubiales por el beso presuntamente no consentido a la futbolista Jenni Hermoso y las posteriores coacciones, en las que han imputado a Albert Luque, Jorge Vilda y Rubén Rivera, ha quedado visto para sentencia este viernes. Tras 11 días de vistas orales, el magistrado José Manuel Fernández-Prieto ha escuchado ya todas las versiones y tomará su decisión en un plazo estimado de siete a 10 días.
El juez del ‘caso Rubiales’ ha dado por finalizada la vista oral, que arrancó el pasado 3 de febrero, y que se ha prolongado a lo largo de nueve sesiones en las que han declarado, entre otros, el propio Rubiales y Hermoso, que centraron sus alegatos en si hubo o no consentimiento en el beso, propinado durante la entrega de medallas tras la victoria en el Mundial Femenino de Fútbol en 2023.
Todos los acusados han descartado hacer uso de su derecho a la última palabra. «Pues aunque parezca mentira hemos terminado», ha espetado el juez en torno a las 12.00 horas de este viernes.
Por la sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares también han pasado futbolistas como Laia Codina (Arsenal) y Misa Rodríguez (Real Madrid), mientras que otras compañeras de Hermoso como Alexia Putellas e Irene Paredes, ambas del FC Barcelona, declararon por videoconferencia desde Barcelona.
En el juicio, uno de los más mediáticos en la historia de la Audiencia Nacional -más de un centenar de medios se han acreditado y la presencia de la prensa ha sido abundante-, el magistrado ha escuchado cómo los acusados se han desmarcado de las presuntas coacciones a Hermoso y su entorno.
Cabe destacar que Vilda, Rivera y Luque se enfrentan a 1 año y seis meses de cárcel por esas presiones. Rubiales, por su parte, afronta una petición de dos años y seis meses de prisión, puesto que al delito de coacciones hay que sumar el de agresión sexual.
Rubiales y su abogada, sin embargo, han sostenido que sí hubo consentimiento, que Hermoso accedió a recibir «un besito» de su entonces presidente, y que el hecho de que pudiera «no haberle gustado» no obsta a que accediera a ello.
En la sesión de este viernes, también se han expuesto los informes finales de las defensas de Vilda, Rivera y Luque, que han coincidido en negar las coacciones, aseverando que los encausados no hicieron uso de la violencia o la intimidación.
El abogado del primero, Luis Jordana de Pozas, ha recordado que el ex seleccionador no vio el beso, y ha incidido en que su representado tenía «afecto» por Hermoso y por eso trató de «mediar» para intentar «arreglarlo».
Vilda, en concreto, se acercó en el avión de vuelta a España desde Sidney a Rafael Hermoso, el hermano de la futbolista, con quien tuvo una conversación en la que también estuvo presente Vitoriano Martín, amigo común de ambos.
«Estaremos de acuerdo que en este pasaje no hay coacción alguna. Si coaccionar es con violencia o intimidación impedir a alguien hacer lo que no quiere hacer u obligarle o impedir que haga lo que no quiere con violencia o intimidación, es evidente que decir me manda el ‘presi’ (Rubiales) para que hable contigo para hacer un vídeo conjunto es una conducta atípica», ha sostenido.
Según su abogado, «el señor Vilda es evidentemente ajeno a cualquier concepto intimidatorio». Si habló sobre las «consecuencias personales y profesionales» que podía tener Hermoso, ha continuado, no fue para presionar a la jugadora, sino a modo de «preocupación» por lo que le podía «suponer la presión mediática» a la delantera.
«Rogar no es intimidar, rogar es pedir, es lo que hacemos todos los días los abogados en tribunales y no por eso tenemos que considerar que su señoría está permanentemente coaccionada», ha explicado el letrado al juez.
A juicio del abogado de Vilda, es «un disparate, contrario a la lógica y una osadía» que el hermano y el amigo de Jenni Hermoso hablasen de que recibieron presiones del seleccionador y que después, «por deferencia hacia el señor Vilda, hacia el amenazador», trasladasen esas coacciones a la jugadora.
Por su parte, el abogado de Luque, Jorge Navarro, ha solicitado de igual forma una sentencia absolutoria descartando que el ex dirigente de la RFEF coaccionase a Hermoso o a su amiga, Ana Ecube, destacando que ésta última le dijo «de quedar en Madrid en tres ocasiones» después de los supuestos episodios de presiones.
«Esa víctima que no quería pactar con el diablo quería quedar con el diablo en Madrid para hablar», ha destacado, justificando los mensajes que Luque envió a Hermoso después de que ésta se negase a quitar importancia al beso, entre los que calificó a la jugadora de mala persona y le deseó que se quedase muy sola en la vida.
«Estamos en un tema de libertad individual, de libertad de expresión, de conductas normales para poder expresar lo que uno considera oportuno en el ámbito de las relaciones personales», ha sostenido.
Por último, el abogado de Rivera, Joaquín Jiménez, ha iniciado su informe final trasladando a los otros acusados su «enhorabuena porque aunque ha encarecido la responsabilidad civil ha valido la pena contratar abogados caros». «De verdad, este procedimiento, señoría, ha sido desde luego tremendamente inusual», ha arrancado.
En este contexto, el letrado ha cuestionado que Hermoso inicialmente solo planteara formular querella «por el delito de agresión sexual y contra Rubiales». «Y luego pone la coletilla genérica de todo lo demás que venga por aquí, hasta la muerte de Manolete», ha criticado, apuntando que la jugadora no habló en su primera declaración en Fiscalía de coacciones.
Según la defensa de Rivera, a su representado se le ha sentado en el banquillo de los acusados «únicamente por pasar un teléfono, cargar un teléfono (el de Hermoso) y por pedir a Hermoso y Ana Ecube de manera educada sin violencia e intimidación que hablasen» con Albert Luque. «Y yo me pregunto, ¿esto que está sucediendo es normal?», ha lamentado.
Para concluir, su letrado ha incidido en que «el señor Rivera no conocía nada de la magnitud de lo del beso ni de una especie de complot que no ha quedado acreditado». «No podía saber que estaba coaccionando», ha zanjado.