El Atlético sigue en la pelea con gol de Gameiro y Oblak como héroe (0-1)
El Atlético de Madrid se impuso al Eibar en Ipurúa por 0-1 gracias a un solitario de Kevin Gameiro tras asistencia de Griezmann. La pareja francesa volvió a funcionar y llevó al conjunto rojiblanco a un triunfo que le ayuda a distanciarse de sus perseguidores y seguir presionando al Barcelona, que en caso de pinchar ya comenzará a sentir el aliento de los del Cholo Simeone en el cuello.
Con Diego Costa sancionado, le tocó a Kevin Gameiro formar pareja de ataque con Antoine Griezmann en Ipurúa. Tampoco pudieron estar Savic ni Gabi, que cedieron sus puestos a Giménez y Thomas. El uruguayo formó en la zaga con su compatriota Godín, con Vrsaljko y Lucas Hernández, que actuó en el flanco zurdo sustituyendo al lesionado Filipe Luis. En la medular, junto al ghanés, partieron de inicio Saúl, Koke y Correa. En la portería, el insustituible Jan Oblak.
El cuadro rojiblanco trataba de hacer daño con un fútbol rápido y de contragolpes ante un Eibar que tenía un ligero mayor porcentaje de posesión de balón. La banda derecha armera era el principal arma de los de Mendilíbar. En esa zona se vivió una trepidante batalla entre dos canteranos colchoneros: Lucas Hernández defendiendo los intereses del Atlético e Iván Alejo, en filas locales.
Y de esta forma, bajo una lluvia intensa cuando corría el minuto 25, se adelantó el Atlético de Madrid. Una contra a toda pastilla cogió descolocada a la zaga el Eibar. Griezmann recibió solo, corrió hasta el área armero y realizó un pase de la muerte para que Gameiro batiese por el medio de las piernas a Dimitrovic. A falta de Diego Costa, buena es la conexión francesa, con baile incluido en la celebración de Kevin.
Si la banda derecha era por donde llegaba el peligro del Eibar, también lo era la del Atlético de Madrid. Un Correa muy activo escorado a ese flanco quería convertise en puñal y dejar atrás esa etiqueta que tiene de revulsivo. Pese a sus buenos minutos, en el minuto 53 dejaría su puesto a Yannick Carrasco, que el repliegue del equipo le costó aprovechar su electricidad y velocidad para hacer daño al conjunto vasco.
Tras el descanso, el Eibar mostró una cara más ofensiva. Los de Mendilíbar continuaron llevando el timón del juego, pero delante, como le pasa a cualquier equipo que se enfrente al Atlético, se encontró una defensa rocosa que no dejaba pasar ni una. El liderazgo y jerarquía de Godín, la seriedad de Lucas, el cumplir de Vrsaljko y el trabajo del mini-Godín Giménez, hicieron que el área de Jan Oblak fuese un auténtico fortín.
Abonados al unocerismo
Desde la llegada del Cholo Simeone la filosofía del partido a partido se instauró rápidamente en la afición colchonera. Como también lo ha hecho el unocerismo. Ya es bien conocido por todos lo peligroso que es el Atlético de Madrid, que con pocas ocasiones es capaz de ganarte ya que, prácticamente, no concede ni una al rival. Y este guión se repitió en Ipurúa.
Los rojiblancos regalaron el balón al Eibar, que intentaba trazar un plan de cómo romper a la zaga del Atlético. Los de Simeone estaban cómodos así, sobre todo, al ver como los locales eran incapaces de penetrar y crear peligro serio a Jan Oblak. Sí pudieron hacerlo a través de saques de esquina, de los que los armeros gozaron de un gran número – diez por uno del Atleti -. Pero otra vez, el poderío aéreo de los colchoneros se mostró implacable.
La vida sigue igual
El Cholo Simeone lo tenía claro: amarrar el resultado. Para ello pensó en fortalecer el centro del campo, y por eso dio entrada a Augusto Fernández en la medular. El sacrificado fue el goleador de la tarde, Kevin Gameiro. Y funcionó. Con un Eibar colgado del travesaño de Oblak, el Atlético quería matar el encuentro con un contragolpe similar al del primer tanto.
La tuvo Griezmann, que previa cabalgada de Yannick Carrasco se plantó solo ante Dimitrovic, con tan mala fortuna para el francés que el guardameta del Eibar evitó el gol sacando, de una forma providencial, su pie. El delantero galo metió el miedo en el cuerpo a los locales, que se vieron obligados a replegarse un poco y no tener a todo el equipo arriba buscando el empate como pollo sin cabeza. Sería la última que tendría El Principito, porque instantes después abandonaría el tapete para dejar su sitio a Fernando Torres.
Y como decimos, la vida sigue igual. El Atlético se puso por delante pronto en el marcador y, desde ese momento, decidió aferrarse a la solidez defensiva que le ha convertido en uno de los mejores equipos del mundo en estas labores. Como en la mayoría de los casos, el rival fue incapaz de superar el sólido muro rojiblanco. En Ipurúa le tocó sufrirlo al Eibar, que vio como los de Simeone se llevaron los tres puntos con tan poco.
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