Atlético 24-25: el penalti de Julián marcó la temporada
Lo que pudo ser un curso histórico acabó simplemente cubriendo objetivos mínimos
La irrupción de Julián Álvarez ha sido lo mejor de una temporada difícil de olvidar
El Mundial de clubes se presenta como la última oportunidad de ganar un título
Finalizada la primera vuelta en primera posición, con seis puntos de ventaja sobre el FC Barcelona, el Atlético encaró 2025 con el convencimiento de que estaba ante un año mágico en el que podría pelear por ganar la Liga y quién sabe si por algo más. No le faltaban argumentos para pensarlo porque, además de su liderato en el torneo doméstico, estaba vivo en la Copa y se había saltado la eliminatoria previa de Champions. Sin embargo nada salió como se esperaba en una temporada difícil de olvidar que quedará siempre marcada por el doble penalti de Julián Álvarez.
La temporada arrancó dubitativa, con dos empates en las tres primeras jornadas y la sensación de que el equipo no arrancaba. La lesión de Le Normand en el derbi ante el Real Madrid y dos dolorosas derrotas en Champions ante Benfica y Lille agriaron un horizonte que se oscureció por completo tras el 1-0 encajado en Sevilla ante el Betis, en un partido en el que incluso Simeone se quejó públicamente del comportamiento del equipo.
En el Metropolitano empezaron a afilarse los sables y a punto estuvieron de desenvainarse en la eliminatoria de Copa ante el modesto Vic, pero ahí apareció Giuliano, hasta entonces actor secundario, para desatascar un partido que pintaba mal y provocar un penalti que no sólo abrió las puertas de la siguiente ronda, sino que fue el arranque de una racha fabulosa de victorias. Hasta 16 consecutivas sumó el equipo, incluyendo dos de especial calibre en París ante el PSG y en Montjuic ante el Barça en la última jornada del año. El Atlético se fue de vacaciones como líder de la Liga e instalado en una nube.
Sin embargo, el proyecto comenzó a desmoronarse de la forma más inesperada posible, en el primer partido de la segunda vuelta en Leganés. El Atlético acumuló ocasiones suficientes para golear, incluyendo un penalti fallado por Griezmann, pero acabó perdiendo y poniendo punto y final a la más prolífica racha de victorias seguidas de su historia.
La derrota en Butarque se tomó como un simple accidente, y más cuando varios días más tarde se vivió en el Metropolitano una noche histórica ante el Bayer Leverkusen. Sin embargo esa misma semana se presentó en Madrid el Villarreal y arrancó un dolorosísimo empate a uno que ya encendió las primeras alarmas. El Real Madrid cobró una ventaja de cuatro puntos en la clasificación y el Barça se quedó sólo a tres.
Un golazo de Julián en el derbi ante el Real Madrid mantuvo la distancia entre ambos, pero permitió al Barça acercarse primero y superarle después. En la jornada 24 los de Hansi Flick recuperaron el liderato, que ya no perderían hasta el final. El Real Madrid les aguantó, pero el Atlético se diluyó definitivamente en Getafe perdiendo un partido que iba ganando hasta los minutos finales.
Aquellos fueron los siete peores días de la temporada. Marcaron todo el año. El nueve de marzó cayó 2-1 en el Coliseo y tres días después, tras igualarle al Real Madrid el 2-1 del partido de ida de los octavos de final de la Champions, fue eliminado en los penaltis en la acción del doble toque de Julián que pasará a la historia negra del club y de la UEFA, que luego manipuló vergonzosamente el vídeo para no desacreditar al árbitro del partido, el polaco Marciniak. Con el equipo roto, ese mismo domingo visitó el Metropolitano el Barça en un choque clave para la Liga. Simeone consiguió rehacer a los jugadores, pero el destino le golpeó de una forma inmisericorde: tras ir ganando 2-0 el líder le marcó cuatro goles en los veinte últimos minutos, el tercero tras un rebote desafortunado. En el plazo de una semana se esfumaron la Liga y la Champions.
Al Atlético le quedó solo la Copa del Rey. Por segundo año consecutivo se plantó en semifinales, y esta vez con mejor pinta porque en la ida ante el Barça arrancó un empate a cuatro en Montjuic. Sin embargo en la vuelta mandó un solitario gol de Ferran en la primera parte que el equipo no pudo remontar. De nuevo con la miel en los labios. De nuevo ahogándose en la orilla.
La temporada acabó con el tercer puesto y la decimotercera clasificación consecutiva para Champions. Un hito histórico, pero insuficiente a la vista de las oportunidades que se fueron presentando. A nivel individual Oblak se convirtió en leyenda ganando su sexto Zamora, el joven Giuliano sorprendió a propios y extraños haciéndose por propios merecimientos con una plaza en el once titular y Julián se consolidó como el pilar sobre el que edificar el nuevo proyecto. Un proyecto que llegará cargado de cambios, aunque antes hay que afrontar el Mundial de clubes, un torneo que el Atlético se toma muy en serio, no sólo por el prestigio deportivo, sino también por el enorme beneficio económico que supone ir pasando rondas.
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