Alcaraz impone su ley ante Rune y jugará las semifinales de Wimbledon
Carlos Alcaraz se llevó con suficiencia la victoria en su duelo de jóvenes ante Holger Rune y se mete en semifinales de Wimbledon
Así vivimos la victoria de Carlos Alcaraz ante Rune en cuartos de final de Wimbledon
En el tenis en estos momentos hay dos leyes vigentes. La primera la dicta un tenista que ha hecho historia y que para muchos es el mejor de la historia. La otra, que pondera más si cabe –a la vista está el ranking– y que apunta hacia una sorpresa en forma de gesta en Wimbledon, es la que escribe día a día Carlos Alcaraz. El genio de El Palmar sigue superándose y ya está en semifinales en Londres, después de demostrar a Holger Rune que él es el rey de la generación de 2003, en un duelo de jóvenes, el mayor de la historia del torneo a estas alturas, que se decantó (7-6, 6-4, del lado del príncipe que quiere ser rey.
Alcaraz no brilló en exceso, aun dejando siempre puntos para el recuerdo como parte de su inabarcable repertorio de recursos, pero mostró su versión más sólida del torneo y, sobre todo, la más determinante. Ni él ni Rune pudieron jugar al 100% durante los dos primeros sets, pero en ambos el color que acabó reinando fue el que impuso Carlitos, que dominó con puño de hierro y vuelve a presentar candidatura al título con un triunfo en tres actos en el que bajó a la tierra a todo un top-6.
Primero en un tie-break en el que decidió con suficiencia y calidad, gritando a los cuatro vientos su triunfo parcial, y más tarde aprovechando los nervios de un Rune agarrotado en el momento decisivo, para hacerse con un break que le permitía colocarse con 2-0 en el luminoso. Ya en el tercer set, la versión desquiciada de Holger hizo acto de presencia, por saberse y mostrarse inferior a su rival, y Alcaraz, sin apenas dudas, pudo continuar su escalada hacia el olimpo del tenis, haciendo parada en unas semifinales de Wimbledon donde tendrá un escollo a la altura de la cita: el ruso Daniil Medvedev.
Alcaraz, campeón justo ante Rune
Fueron dos horas y 23 minutos de partido menos divertido quizá de lo esperado, pero que respondió punto por punto a la ley dictada por el ganador. Primer set de tanteo y máxima igualdad hasta la llegada de un tie-break, todo un clásico de la hierba, donde se impuso la experiencia y el ranking superior de Alcaraz. Un segundo con una sola pelota de break, a favor de Alcaraz y aprovechada entre las dudas de un Rune que en el tercero cedió pronto su servicio y dejó que Carlos condujera a merced hasta cerrar su triunfo y el consiguiente pase a semifinales de Wimbledon.
Centrándonos en el primero, el servicio de Rune era el arma que podía marcar la diferencia del lado del danés, mientras que precisamente en su box temían que la derecha de Alcaraz fuera la que causara estragos. Así, con mucho tanteo y ni uno ni otro a su nivel real, el choque quedó en destellos, comienzos con 0-30 neutralizados con notable facilidad por los sacadores y un tie-break que fue irremediable y en el que, ahí sí, se pudo ver a uno de los dos contendientes a su máximo esplendor.
Fue Carlos Alcaraz, que se soltó con un punto de maestro, un va y viene a Rune que le mareó como si lo hubiera montado en una montaña rusa y que quién sabe si le forzó a hacer una doble falta que marcaría el resto de la muerte súbita. Dos detalles, ese fallo y un resto ganador cumplían el objetivo de Alcaraz, que se quitaba la presión gritando como un poseso.
Victoria de mínimos de Alcaraz
Pasamos a un segundo set, en el que se podía esperar reacción de Rune o despegue de Alcaraz, pero ni una cosa ni la otra. Para la calidad, inabarcable, que tienen ambos tenistas, y el desparpajo que se les presupone por edad, su actuación fue de lo más responsable, perjudicando de nuevo en el segundo a un Rune que tenía que acercarse pero todo lo que logró fue jugar al empate… hasta que se le desmontó el castillo de naipes. En el primer parcial había sido una doble falta en el tie-break y en esta ocasión, con 4-4, fue un remate sencillo marrado por el nórdico, lo que ponía en bandeja el set para un Alcaraz que esperaba agazapado mientras cosechaba premios que le acercaban a un nuevo triunfo en Wimbledon.
Es cierto que Alcaraz tuvo golpes de mago, alguna dejada digna de mención y varios reveses, posiblemente su mejor golpe en este partido, para dejar constancia de su calidad, pero la sensación es que Carlitos dejó sobre el verde su versión más estrategia y, de esto no cabe duda, le funcionó a las mil maravillas. Ya con la cabeza algo tocada por los dos golpes sufridos, a Rune se le vio más disperso en un inicio de tercer set en el que mezcló aciertos, errores y pelotas que facilitaban el dominio de Alcaraz, que más temprano que en los anteriores tomaba una ventaja que ya no iba a ceder. De nuevo sin provocar una sola opción de break, mérito también de un gran Carlitos al servicio, Rune siguió con su versión apagada y no pudo si no poner la alfombra roja para que el número uno terminara la función con la vitola que mejor sabe lucir: la de ganador.
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