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La razón por la que los verbos nuevos acaban todos en ‘-ar’

Los verbos nuevos
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Si en los últimos años has tenido la sensación de que todos los verbos nuevos en español terminan en «-ar», no estás solo. Desde wasapear hasta googlear, desde tuitear hasta streamear, pasando por repostear, bichear, postear, toxicar, likear o teletrabajar: la lista crece sin parar. Este patrón tan visible no es casual, ni un simple capricho. Es una tendencia lingüística asentada, coherente y, según los expertos, prácticamente irreversible: la primera conjugación («-ar») es la única capaz de generar nuevos verbos que se incorporen al uso cotidiano.

En latín, los verbos se dividían en cuatro conjugaciones, cada una con sus propias terminaciones y reglas; cuando el latín evolucionó hacia las lenguas romances, el sistema se simplificó, pero no desapareció del todo. El español conservó tres conjugaciones principales: -«ar» (amar, cantar, saltar), «-er» (comer, tejer, entender) e «-ir» (vivir, salir, decidir). Sin embargo, casi todos los verbos heredados del latín que terminaban en «-er» o «-ir» ya existían antes de que el español se formara como lengua, es decir, son verbos antiguos. En cambio, la mayoría de los verbos que terminaban en «-are» en latín (primera conjugación) pasaron al español como un grupo más homogéneo, flexible y regular.

Verbos modernos que acaban en ‘-ar’

La primera conjugación es considerada la más regular y la más simple, y ésta es la razón por la que casi todos los verbos modernos terminan en «ar». Su conjugación es predecible, se pueden integrar fácilmente en el habla cotidiana y admiten sufijos típicos como «-ear», «-izar», «-ificar» o «-cionar».

Por el contrario, los verbos modernos en «-er» o «-ir» no se crean porque suenan mal y, además, o hay un patrón claro para conjugar nuevos verbos terminados en estas terminaciones. Imagina intentar construir humoricer, fareír, googleir o streamir. A simple vista, resultan difíciles de pronunciar, extraños y artificiales. Lingüísticamente, esto se conoce como falta de productividad morfológica.

Aunque la terminación final sea «-ar», muchos verbos modernos se forman mediante sufijos «altamente productivos». Entre ellos, el más frecuente es «-ear», presente en verbos como parqu»ear», googl»ear», surf»ear», guas»ear» o for»ear». Otro sufijo habitual es «-izar», usado especialmente en ámbitos técnicos, como digit»aliz»ar, optim»iz»ar, monet»iz»ar o robot»iz»ar; también encontramos «-ificar» en intens»ific»ar, electr»ific»ar o pac»ific»ar, y menos frecuente, «-cionar», como en promoc»ionar» o sanc»ionar».

Aunque podamos pensar que la RAE o los lingüistas deciden cómo se forma un verbo nuevo, en realidad la creación depende del uso real de los hablantes: las personas «inventan» los verbos y la lengua oficial los recoge después una vez se consolidan. Un verbo no existe porque la RAE lo apruebe, sino que la RAE lo aprueba porque existe. Por ello, cuando surge una nueva acción cotidiana, la gente tiende a formar un verbo que, casi siempre, termina en «-ar».

Verbos vocálicos

Se denominan verbos vocálicos los que poseen raíces terminadas en vocal, como actu-ar, aire-ar, anunci-ar, averigu-ar, ca-er, desvi-ar, inco-ar, le-er, o-ír y sonre-ír. Estos verbos pueden contener diptongos en todas las formas del paradigma, como anunciar (anuncio, anuncié, anunciaré, etc.) o averiguar, o solo en algunas, como enviar (en.via.ré, pero en.ví.o) o actuar. Por ello, los primeros se denominan verbos vocálicos de diptongo fijo o sistemático, y los segundos, verbos vocálicos de diptongo variable o de alternancia «diptongo-hiato».

Son verbos de diptongo fijo, por ejemplo, algunos que terminan en «-iar», como acariciar, agobiar, anunciar, cambiar, copiar, limpiar, odiar, pronunciar y renunciar. De manera similar, también pertenecen a esta categoría unos pocos verbos en «-uar», como aguar, averiguar y menguar. Por su parte, los verbos vocálicos de alternancia «diptongo-hiato» incluyen algunos acabados en «-iar», tales como ampliar, confiar, desviar, enfriar, enviar, guiar y vaciar; además, encontramos algunos verbos en «-uar», entre ellos actuar, continuar, efectuar, evaluar y situar; finalmente, se suman los verbos en -uir, como construir e incluir, los cuales presentan además otras irregularidades.

Asimismo, se asimilan a los verbos vocálicos aquellos que contienen un diptongo en una posición no final de su raíz, ya que también pueden clasificarse como de diptongo fijo, por ejemplo bailar o causar, o variable, como aislar o aunar. Mientras que en los verbos de diptongo creciente («ia», «ie», «io», «ua», «ue», «uo»), como viajar, inquietar, aguantar o frecuentar, este suele ser sistemático en todas las formas, los verbos con diptongo decreciente («ai», «ei», «oi», «au», «eu», «ou») pueden pertenecer a ambos paradigmas. Por ejemplo, son de diptongo fijo algunos verbos con «au» como aplaudir y causar, con «ei» como peinar y reinar, y con «ai» como bailar.

En cambio, al grupo de diptongo variable pertenecen verbos con «au» como aullar y aunar, con «ei» como descafeinar, con «ai» como aislar, y otros con diptongo decreciente, como prohibir, rehusar o reunir. Cabe destacar que los diptongos «iu» y «ui» no son crecientes ni decrecientes y los verbos que los contienen, como cuidar o triunfar, son de diptongo sistemático, explica la RAE.

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