Curiosidades
Especies invasoras

Parece inofensivo, pero este simpático pececillo es una de las peores especies invasoras que existen en España

  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

En el mundo animal, muchas veces nada es lo que parece. Cuando se ve un animal simpático, que parece inofensivo e incluso que se podría adoptar… este puede ser un depredador sin problema. Y ese es el caso de este pececillo.

Si bien su apariencia es común, nada que destacar, la realidad es que se ha convertido en uno de los depredadores más voraces que hay. Lo sufren los ecosistemas, las especies autóctonas, y así pasa con las 250 especies invasoras que se conocen en España.

Este es el pez invasor que hace mucho más daño del que parece

El nombre de este pez es Scardinius erythrophthalmus, más conocido como gardí. Fue introducido en España a través de la pesca deportiva, y desde entonces ha ido ocupando espacios donde no tenía que estar. Hoy se ha convertido en una amenaza común.

El cuerpo del gardí es alto y comprimido por los lados, tiene escamas grandes y una boca en la parte superior de la cabeza. Las aletas son de un tono rojizo intenso que llama la atención. Su tamaño en la península rara vez supera los 20 cm, aunque en otros lugares puede llegar hasta los 50.

Lo que realmente lo hace peligroso no es su tamaño ni su aspecto, sino su capacidad de adaptación, su dieta amplia y su facilidad para reproducirse. Vive en bancos, en aguas tranquilas, con vegetación abundante. Este pez puede resistir condiciones que otras especies no aguantan, y eso le da una gran ventaja.

El hábitat que prefiere es de aguas lentas, con vegetación y zonas húmedas con nutrientes. Se reproduce en primavera, cuando el agua pasa de los 15 ºC, y puede vivir más de 17 años.

¿De dónde viene y dónde habita este pez invasor?

Originario de Europa y parte de Asia Occidental, el gardí llegó a España entre 1910 y 1913. Empezó en el lago de Bañolas, en el noreste, pero pronto se movió por cuencas como la del Ebro y ríos catalanes como el Ter, Llobregat, Muga o Tordera.

Fuera de España este pez también ha sido introducido en países como Canadá, Estados Unidos, Marruecos, Nueva Zelanda o Túnez. Su área natural incluía desde el norte de Europa hasta el mar Caspio y el Aral.

¿Cómo es la amenaza de este pez en el ecosistema español?

El gardí empieza su vida alimentándose de crustáceos, caracoles e insectos. Cuando crece, cambia el menú a peces pequeños, lombrices, plantas acuáticas e incluso insectos terrestres. No se especializa en nada, y eso le permite adaptarse con facilidad a casi cualquier entorno.

El problema es que compite con especies como la trucha por recursos clave, altera la vegetación subacuática y puede incluso atraer depredadores como el cormorán, que viene buscando gardís pero se alimenta también de truchas y otras especies autóctonas.

Su presencia modifica la cadena alimenticia, cambia el equilibrio ecológico y deja un rastro que cuesta revertir. No hay un enemigo natural, y su capacidad para formar híbridos con otras especies vuelve más preocupante la situación.

En términos económicos, afecta a la pesca deportiva tradicional. Y aunque no supone una amenaza para la salud humana, su efecto sobre el patrimonio natural es evidente.

¿Qué se está haciendo para controlar a esta especie invasora?

El gardí está incluido en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, regulado por el Real Decreto 630/2013. Está prohibido devolverlo al agua si se captura, y las liberaciones en el medio natural también están vetadas.

La realidad es que no existen estrategias de control activas, ni campañas públicas que realmente frenen su avance. Se han propuesto acciones de sensibilización, especialmente dirigidas a pescadores deportivos, pero no hay constancia de que se hayan llevado a cabo con continuidad.