El invento barato para abrir los tarros de conserva sin esfuerzo: vas a ahorrar mucho tiempo


Todos hemos pasado alguna vez por esta situación en la cocina: vas preparar la comida, buscas ese bote de garbanzos o de tomate triturado, intentas abrirlo con un poco de fuerza… y nada. Por más que aprietas, giras, empujas con una toalla o pruebas alguno de esos trucos que circulan por Internet, la tapa se resiste como si estuviera sellada con pegamento. Puede parecer exagerado, pero abrir los tarros de conserva es un gesto tan cotidiano que no lo valoramos hasta que se convierte en un problema.
Estos tarros se suelen sellar al vacío, lo que significa que hay que romper esa presión interna antes de que la tapa gire fácilmente. En teoría, basta con girar, pero todos sabemos que eso no siempre ocurre. Ahí es cuando empiezan las soluciones improvisadas: golpecitos en la tapa, meter el frasco bajo agua caliente, usar un cuchillo para hacer palanca… Todos métodos que, aunque a veces funcionan, no son seguros ni prácticos. La solución a este problema llega en forma de un utensilio sencillo pero muy efectivo: un abridor de botes que se fija a la parte inferior de los armarios superiores de la cocina.
El mejor invento para abrir los tarros de conserva
El abridor tiene una especie de «V» con dientes en su interior que se ajustan al borde de la tapa. Sólo hace falta encajar el bote y girar con ambas manos para que la tapa ceda sin hacer ningún esfuerzo. En el mercado existen muchos tipos de abridores: desde los eléctricos hasta los manuales que se apoyan en la tapa y funcionan con una palanca. Sin embargo, el modelo que se instala debajo del mueble tiene una ventaja clave: no requiere sostener el abridor con una mano mientras se gira con la otra.
Para instalarlo, basta con elegir el lugar adecuado (normalmente debajo de un armario cerca de la encimera), asegurarse de que haya espacio para girar los frascos cómodamente, y fijarlo con un par de tornillos. En menos de 10 minutos está listo para usarse.
Aunque pueda parecer un producto específico para personas mayores o con dolencias, la realidad es que este abridor es útil para todo el mundo. ¿Tienes niños que quieren aprender a ayudar en la cocina? Este utensilio les permitirá participar de forma segura. ¿Tienes las manos húmedas después de lavar los platos? No importa, el abridor te permitirá abrir los botes.
Vivimos rodeados de dispositivos inteligentes, electrodomésticos con pantalla táctil y aplicaciones para todo. Pero a veces, la tecnología más útil es la más simple. Este abridor no tiene luces, no se conecta a Internet ni tiene un diseño futurista. Y sin embargo, puede ser una de las mejores compras para cualquier hogar.
Abridor automático
El abridor automático de tarros de conserva facilita enormemente la tarea de abrir frascos y botellas de vidrio. Su diseño compacto y ergonómico permite usarlo simplemente pulsando un botón, haciendo que la tapa gire y se abra sin necesidad de esfuerzo manual. Esto lo convierte en una herramienta ideal para personas mayores, personas con artritis, tendinitis o cualquier tipo de dolor en las muñecas y manos.
Este abridor funciona sujetando firmemente la tapa del tarro con sus brazos ajustables, que se adaptan a distintos tamaños, siempre y cuando sean de vidrio. Una vez colocado, sólo hay que presionar un botón para que el mecanismo se active y gire la tapa automáticamente.
Además, su tamaño reducido permite guardarlo en cualquier cajón de la cocina sin ocupar mucho espacio. Es un complemento perfecto para cualquier hogar, ya que agiliza una tarea cotidiana y evita lesiones o molestias al abrir conservas, salsas, mermeladas o cualquier frasco cerrado herméticamente.
Consejos prácticos
Para garantizar que una conserva se mantenga en perfecto estado durante toda su vida útil, es importante almacenarla correctamente. Lo ideal es guardar los tarros en un lugar fresco, seco y alejado de la luz solar directa. Las despensas o armarios cerrados son perfectos para ello. También conviene colocar las conservas más antiguas al frente y las nuevas al fondo, de modo que se vayan consumiendo por orden.
Una vez abierta una conserva, el contenido que no se consuma se debe trasladar a otro recipiente hermético y guardarlo en la nevera, preferiblemente no en el mismo envase metálico o de cristal original si este ha quedado expuesto al aire. Muchos alimentos pueden mantenerse en buen estado durante varios días si se conservan bien, pero conviene consumirlos en un plazo máximo de tres a cinco días.
Si al abrir un tarro notas que la tapa está abombada, que el contenido huele extraño o tiene una textura sospechosa, no lo consumas. Estos son signos de que la conserva podría estar contaminada, lo que puede suponer un riesgo para la salud. Aunque es poco común, el botulismo es una intoxicación grave que puede derivarse del mal almacenamiento o manipulación de conservas, sobre todo si son caseras.