Un experto explica la razón por las que las vacunas se ponen en el brazo
Es la zona del cuerpo con mayor presencia de células inmunes
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Actualmente damos por hecho que las vacunas se ponen en el brazo. Pero lo cierto es que no siempre ha sido así. A lo largo de la historia se han administrado en otras zonas del cuerpo, como los glúteos o los muslos. Es más, a día de hoy EE.UU está probando una vacuna contra la gripe por vía nasal.
En cualquier caso, las vacunas en el brazo son las más extendidas a nivel global. Pero, ¿por qué? Expertos de todo el mundo arrojan luz sobre esta cuestión. René Nájera, epidemiólogo y miembro del Colegio de Médicos de Filadelfia, explica que se debe a razones tanto prácticas como fisiológicas.
Hay determinadas vacunas, como las del Covid-19, que se tienen que administrar en zonas del cuerpo en las que haya una cantidad de tejido muy elevada para que los anticuerpos se pongan en marcha. En los músculos hay mucha vascularización, lo que hace que la presencia de células inmunes sea mayor. Son precisamente estas células las que pueden «recoger» las vacunas y transportarlas hasta las células precisas.
En las vacunas contra el coronavirus que han desarrollado diferentes farmacéuticas lo que se quiere es despertar las células que atacan al SARS-CoV-2, presentes principalmente en los músculos. Por lo tanto, inyectar las vacunas en la sangre no tendría ningún sentido por dos motivos: el número de células es mucho menor que en los músculos y, además, la sangre diluiría en tiempo récord los componentes de las dosis.
Ahora bien, también hay otras zonas del cuerpo humano con mucho tejido y músculo, como los glúteos o los muslos. Entonces, ¿por qué se ponen las vacunas en los brazos? El experto explica que tanto los glúteos como los muslos tienen más tejido graso, haciendo así que las dosis no sean tan efectivas.
Las capas de grasa no albergan las células que son necesarias para que el organismo desarrolle la respuesta inmune contra el Covid-19. Los antígenos tardan más tiempo en llegar al torrente sanguíneo, lo que conlleva un retraso en la respuesta inmune.
A todo esto hay que sumar que administrar la vacuna en el antebrazo es lo más cómodo porque los pacientes no tienen que desvestirse, lo que acelera de forma notable el ritmo de vacunación. Ahora mismo esto es algo esencial teniendo en cuenta que el objetivo es alcanzar el 70% de población vacunada para lograr la inmunidad de grupo.
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