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Parece que cepillarse los dientes es una tarea muy sencilla. Al fin y al cabo, todos nosotros llevamos haciéndolo a diario desde que somos pequeños. Sin embargo, según alertan los odontólogos, hay algunos errores comunes que pueden hacer peligrar la salud bucodental. Estos errores tienen que ver tanto con la técnica del cepillado como con la forma de guardar el cepillo de dientes.
Cómo afecta la humedad al cepillo de dientes
¿Sabes lo que nunca debemos hacer bajo ningún concepto con el cepillo? Guardarlo en un lugar húmedo, y esto se explica por una razón muy sencilla: la humedad favorece la proliferación de bacterias.
En el año 2014, investigadores de la Universidad de Manchester revelaron que un cepillo de dientes puede alojar más de 10 millones de bacterias. Parece increíble teniendo en cuenta que se trata de objeto de pequeño tamaño, pero así es.
Y lo cierto es que no es de extrañar, porque en las cerdas se dan todos los factores necesarios para el desarrollo de gérmenes. Lo primero a tener en cuenta es que el cepillo de dientes se guarda en el baño, una estancia con un ambiente húmedo, sobre todo si hace calor.
A esto hay que sumar que, cada vez que nos lavamos los dientes, estamos pasando restos de comida de la boca al cepillo. Y, aunque al final de cada lavado lo enjuaguemos, esto no es ni mucho menos suficiente para hacer desaparecer a todos los microorganismos.
Los investigadores de la Universidad de Manchester hallaron un dato de lo más desagradable durante su estudio. En el ambiente del baño hay bacterias fecales. Cuando tiramos de la cadena del WC, se crean aerosoles que permanecen varias horas flotando en la estancia e, inevitablemente, alguna que otra bacteria se adhiere al cepillo.
¿Cómo guardarlo?
Después de cada uso, es fundamental enjuagar el cepillo con energía para eliminar la mayor cantidad de microorganismos posibles. Debemos hacerlo con agua muy caliente. Luego, es recomendable dejarlo unos cinco minutos en remojo en un vaso con enjuague bucal con clorhexidina.
Después, debemos secar el cepillo con un poco de papel de cocina absorbente. Hacerlo con una toalla no es una buena opción porque suele estar húmeda y también acumula una gran cantidad de bacterias.
Y, por último, dejamos secar el cepillo al aire libre, sin capuchón. No debemos guardarlo dentro del armario porque tardaría mucho tiempo en secarse del todo y, durante el proceso, proliferarían las bacterias.