La Fundación Vizcaína Aguirre dona Hanging Figures de Juan Muñoz al Museo de Bellas Artes de Bilbao

Hanging Figures, 1997. Juan Muñoz. @MuseoBellasArtesdeBilbao
Hanging Figures, 1997. Juan Muñoz. @MuseoBellasArtesdeBilbao

El Patronato de la Fundación Museo de Bellas Artes de Bilbao aprueba la incorporación de la Fundación Vizcaína Aguirre como nuevo patrono del museo y acepta su propuesta de donación de la obra titulada Hanging Figures (Figuras colgantes) (1997) de Juan Muñoz (Madrid, 1953–Ibiza, 2001), un artista hasta ahora no estaba representado en los fondos de escultura contemporánea del museo.

Por este motivo, Unai Rementeria, diputado general de Vizcaya y presidente de la Fundación Museo de Bellas Artes de Bilbao, da hoy la bienvenida a la Fundación Vizcaína Aguirre y a la importante donación de una obra representativa de la trayectoria de Juan Muñoz, unánimemente considerado como una figura fundamental en la renovación de las prácticas escultóricas internacionales de las tres últimas décadas del siglo XX. Hanging Figures se ha exhibido desde octubre del año pasado dentro del programa ‘La Obra Invitada’. Instalada en el hall del edificio antiguo, la obra pasa ahora a formar parte de la colección del museo, y a mantener así un diálogo permanente con el espacio arquitectónico, gracias a la donación de la Fundación Vizcaína Aguirre.

En memoria y homenaje a su fundador, y como reconocimiento a este mecenazgo ejemplar, el vestíbulo de entrada al museo se denominará a partir de ahora “Hall Pedro de Icaza y Aguirre”. De este modo, la Fundación Vizcaína Aguirre retoma su vinculación con el museo, que se remonta al año 2001, fecha en la que se creó el Patronato. En ese momento, y hasta 2015, fue patrono con el objetivo de poner en marcha el proyecto ARTEDER Base de Datos de Arte Vasco, un recurso de estudio y documentación que ya es de referencia para la investigación y difusión de la creación artística de nuestro entorno. Este proyecto respondía a una parte fundamental de la misión del museo, como es la de estudiar y difundir su patrimonio, pero también a los fines establecidos en los estatutos de la Fundación Vizcaína Aguirre –creada en 1916 como entidad sin ánimo de lucro– cuyo objeto es “la implantación y sostenimiento en Bizkaia de una o diversas instituciones que contribuyan al progreso de las ciencias, letras artes o industrias… sea mediante la investigación, innovación o desarrollo, sea a través de museos, exposiciones o centros de información…».

La Fundación Vizcaína Aguirre reafirma ahora su compromiso con la cultura y con el Museo de Bellas Artes de Bilbao al entrar de nuevo a formar parte del patronato y al donar esta obra destacada de uno de los grandes renovadores de la escultura contemporánea internacional.

Cada figura pesa 20 kilos aproximadamente Museo de Bellas Artes de Bilbao Dos figuras humanas realizadas en resina, con rasgos y vestimentas indiferenciados permanecen suspendidas a 4,5 m del techo por sogas que salen de su boca. Transmiten al espectador una soledad y una extrañeza que responden a dos intereses fundamentales del artista: la representación trascendente de la figura humana y la alteración de la forma habitual de contemplar la escultura. Al mismo tiempo, la tridimensionalidad de la obra actúa intensamente con el espacio en el que está expuesta, otra de las constantes del trabajo del artista.

Siguiendo estas ideas, en el montaje de la pieza han sido esenciales la colaboración de la escultora Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956) y su profundo entendimiento de la obra de Juan Muñoz. Su exhibición central en el espacio, la singularidad del repertorio arquitectónico del edificio antiguo del museo y la iluminación natural que baña el espacio crean una atmósfera escénica que provoca sorpresa y desconcierto en el espectador. Su posición elevada y la lenta rotación de las dos piezas sobre su eje, que rompe el estatismo propio de la escultura, obligan a alzar la vista y a buscar una contemplación dinámica desde diversos puntos de vista.

Como en otras piezas destacadas de su trayectoria, Juan Muñoz consigue transformar por completo la forma habitual de contemplar la escultura que, instalada ahora de forma permanente en el espacio historicista del edificio antiguo del museo, multiplica su intensidad expresiva

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