Cultura

Así es cómo una errata arruinó la biblia del rey Jacobo e instaba a cometer adulterio

Fueron sólo tres letras, un adverbio, el que arruinó la edición publicada en 1631 de la Biblia del Rey Jacobo (la primera vio la luz en 1611). Ana Bustelo lo cuenta como punto de partida curioso, ingenioso y que ejemplifica a la perfección lo que el lector podrá encontrar en este didáctico Manual del editor de mesa.

“En 1631 se publicó una versión en la que el séptimo mandamiento —Thou shalt not commit adultery— apareció sin el adverbio not, que es una palabra clave para transmitir el mensaje. Por tanto, la biblia instaba a cometer adulterio, casi lo ordenaba: Thou shalt commit adultery, «cometerás adulterio».

Por lo visto, olvidarse del «not» era un error —¿o una errata?— bastante común en la época. En este caso era imperdonable”. Los impresores fueron condenados a pagar una abultada multa y se les retiró la licencia para imprimir. No podría quedar ni a la vista ni a la mano del pueblo un solo ejemplar, ni uno, tarea imposible. Se salvaron 15 en todo el mundo, que hoy constituyen verdaderas joyas y que se guardan en Estados Unidos, Reino Unido y Nueva Zelanda. El mandato inmoral estaba ahí. Y a la Historia ha pasado.

Recuerda la autora, antes de entrar en materia, su primera errata (errata cometida entre nueve personas), que tiene “clavada como una espina”, un baile de números que cambiaban el sentido de una historia y de la Historia y que tenían como protagonista a Napoleón. Fue en 1989, y aún duele. Para evitar en lo posible esas erratas y errores (quien esté libre de ellos que levante la mano) Bustelo empieza por el principio, que es por la definición de un editor de mesa y las funciones del organigrama editorial, un who is who empresarial donde se delimitan las funciones de cada cual. “Hoy, cuando hablamos de editores o editoras, en principio, nos referimos quienes editan (en el sentido de hacer una corrección de estilo) o adaptan un texto. Es la definición más conocida, que procede del inglés. Lo que no mucha gente sabe es todo lo que hace un editor, además de leer, corregir y adaptar el texto para su publicación”, escribe. El editor de mesa es quien recibe el manuscrito, quien se encarga de la traducción y la corrección y quien posteriormente revisa ambas.

¿Cuántas son las fases de la edición y cuándo se escribe el informe de lectura y en qué apartados se divide? ¿Por qué es necesario corregir un libro y qué tipos de revisiones hay? ¿Es lo mismo una colección que un sello? ¿Es clave establecer una buena relación entre editor y autor? ¿Sirven para lago las ferias? ¿Ha de ser proporcional el ego del autor a la paciencia del editor?

Destacado siempre en cada capítulo con un fondo gris, para que no se nos escape (y no se escapa, porque actúa para el lector como un imán) no olvida la editora sus experiencias, como la de aquel libro de un notable historiador que aparecía incompleto, con frases sin acabar y corchetes que instaban a comprobar los datos… Cuando se publicó el volumen, de cuya increíble edición ella había advertido, cayó el chaparrón. Lo habitual era que “le terminaran los libros” que él dejaba a medias. Conversación de por medio, las aguas volvieron a su cauce. También fue receptora de un original “cuyo autor era amigo de un amigo de un amigo de algún alto mando”, es decir, que “venía de arriba”, un texto que arrancaba con exabruptos, improperios y un taco encadenado con otro. Imposible publicarlo y así se lo dijo al autor, que le espetó una frase de peso: “Usted no sabe con quién está hablando”. El original acabó de nuevo devuelto a su dueño.

Dios también anda entre los teclados. Uno de los textos que recibió Bustelo tiempo atrás pesaba una barbaridad y a punto estuvo de fundir el sistema. Cuando consiguió abrirlo, gracias a la ayuda del departamento informático. “El supuesto autor decía que él tenía los derechos de la palabra de Dios, porque Dios en persona se los había cedido y nos mandaba sus escritos (desconocidos para el mundo), que se iban a vender como nunca se había vendido en el mercado editorial internacional (…) ¿Te parece que ese señor merecía una respuesta por nuestra parte? ¿Crees que la editorial tiene la obligación de leer un adjunto como aquel?”, se pregunta de manera retórica.

Corregir las pruebas en papel (no hace tanto de  esto) era una aventura, una batalla a la que había que ir pertrechado con un bolígrafo rojo, otro azul, un lápiz y los sentidos bien abiertos. ¿Cómo se corrigen hoy las pruebas o galeradas de un libro? En formato PDF. “Cuando yo empecé a trabajar en este mundo, era un paquete de papel impreso solo por una cara. Tras la crisis de 2008 y con el inicio de la preocupación por el planeta, se empezaron a imprimir por las dos para ahorrar. Esas pruebas se corregían con un bolígrafo rojo y hay todo un lenguaje con sus símbolos correspondientes para hacer la corrección.

Había editoriales que especificaban que no podíamos hacerlo con uno azul, porque cada color tenía su significado. El rojo era para corregir, el azul era para rectificar lo corregido, el lápiz era para hacer sugerencias al autor o al editor que revisaría las pruebas después. Ahora el asunto se ha complicado con los PDF. Están mejorando las herramientas para corregir, aunque todavía les queda un poco”. ¿Quién no ha comprado un libro por la cubierta? Bustelo lo hizo y así pudo descubrir a John fante. El libro era Ask the dust.

Bustelo ha tratado con grandes, con escritores que empezaban, con autores-divo, con algunos demasiado susceptibles. Se ha reído con Mingote y ha puesto a más de uno en su sitio. Pero si hay una conclusión al final de estas páginas es que “no se puede dar nada por bueno. El editor debe comprobarlo todo en su búsqueda del texto perfecto”. Corregir, corregir y corregir. El manual se cierra con una útil y breve guía de estilo, un glosario, un listado de lecturas recomendadas y un anexo con tres ejemplos de informes de lectura.

Ana Bustelo Tortella estudió Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid. Su primer trabajo fue en la revista Historia16, del desaparecido Grupo16, donde aprendió a corregir y editar textos. Después se marchó a Estados Unidos, donde obtuvo un máster en Periodismo escrito en la Universidad de Boston y trabajó como traductora y redactora, para varias empresas y periódicos.

Al regresar a España trabajó como autónoma unos años, antes de volver a trabajar como editora Cátedra y en Taurus. La última editorial en la que trabajó fue Planeta, casi ocho años durante los que siguió aprendiendo los trucos del oficio de editor y conociendo a autores interesantes. Ahora vuelve a ser autónoma. Escribe, traduce y edita para diversas empresas y editoriales; ayuda a autores que quieren escribir y publicar, mientras intenta escribir sus propios textos. Este es su primer libro.