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En 2019, un estudio del laboratorio de la Universidad Estatal de Zúrich liderado por Thomas Crowther reveló que había espacio suficiente en la Tierra para 1,2 billones de árboles adicionales. Según este análisis, plantar árboles en esa magnitud podría absorber hasta dos tercios de las emisiones de carbono generadas por la humanidad a lo largo de su historia.
Este planteamiento se presentó como una solución poderosa para mitigar el cambio climático. La teoría tuvo un impacto global, convirtiéndose en la base de iniciativas como la campaña Un billón de árboles de las Naciones Unidas. Sin embargo, la realidad ha resultado ser mucho más compleja.
¿Por qué plantar árboles podría no ser la solución?
Durante la COP28, Crowther sorprendió al afirmar que las plantaciones masivas pueden ser dañinas cuando se utilizan como una herramienta para justificar la inacción en la reducción de emisiones.
Según el científico, este enfoque se ha convertido en una forma de greenwashing, donde empresas y gobiernos compensan sus emisiones de carbono mediante certificados de reforestación sin abordar las causas estructurales del cambio climático.
Crowther señaló: «Las plantaciones de árboles son realmente perjudiciales cuando sirven como excusa para evitar la reducción de emisiones». Esto pone en evidencia cómo la práctica de plantar árboles masivamente ha sido malinterpretada y sobreexplotada, priorizando beneficios económicos y políticos sobre los verdaderos objetivos ambientales.
¿Cuál es el impacto real de plantar árboles?
Un enfoque más integral y sostenible es imprescindible para proteger el planeta y garantizar un futuro equilibrado para las próximas generaciones. Por eso, hay que tener en cuenta las siguientes claves a la hora de plantar árboles de forma masiva:
- Podrían desplazarse ecosistemas existentes: plantar árboles en áreas como praderas o sabanas puede alterar profundamente esos ecosistemas, que también son importantes para almacenar carbono.
- Falta de sostenibilidad a largo plazo: los bosques plantados necesitan mantenerse durante décadas para capturar carbono de forma efectiva, algo difícil de garantizar.
- Aumento de temperaturas locales: en ciertas latitudes, el efecto albedo de las copas de los árboles puede incrementar la radiación solar absorbida, agravando el calentamiento global.
Dicho todo esto, Karen Holl, experta en ciencias ambientales, advierte que esta obsesión con plantar árboles desvía la atención de las verdaderas causas del cambio climático, como la quema de combustibles fósiles. «Más que plantar árboles, deberíamos dejar que los ecosistemas se regeneren naturalmente», afirma.
Plantaciones masivas: los casos emblemáticos alrededor del mundo
- La Gran Muralla Verde de África: un ejemplo positivo es este proyecto que busca frenar la expansión del desierto del Sáhara mediante un cinturón de bosques. Si bien enfrenta desafíos, su enfoque incluye la colaboración con las comunidades locales, lo que aumenta las posibilidades de éxito.
- Los problemas en China y Uganda: en China, el programa Grain for Green ha provocado la pérdida de agua y tierras de cultivo debido a la plantación de especies no autóctonas de crecimiento rápido. En Uganda, las plantaciones de pinos y eucaliptos generan beneficios económicos inmediatos, pero a costa de la sostenibilidad ambiental y social.
¿Qué proponen los expertos para una reforestación responsable?
Crowther propone que cualquier iniciativa de reforestación debe priorizar la biodiversidad y el beneficio directo para las comunidades locales.
Utilizar especies autóctonas y evitar competir con las necesidades agrícolas son pasos esenciales para garantizar que los proyectos sean efectivos tanto para el clima como para las personas.
Además, los expertos coinciden en que el foco debe volver a la reducción de emisiones mediante energías limpias, eficiencia energética y cambios en los sistemas de transporte. Solo así se podrán enfrentar las verdaderas causas del cambio climático.
En conclusión, aunque plantar árboles puede ser una herramienta útil, no debe ser vista como la solución definitiva al cambio climático. Un enfoque más integral y sostenible es imprescindible para proteger el planeta y garantizar un futuro equilibrado para las próximas generaciones.