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Revolución en el espacio: un planeta enano recién descubierto podría ser la pieza que falta en el Sistema Solar

El Sistema Solar continúa revelando secretos que desafían la comprensión de los astrónomos. La reciente identificación de un planeta enano situado a gran distancia de Neptuno abre nuevas líneas de investigación sobre la formación y evolución de los cuerpos transneptunianos.

Recordemos que los planetas enanos han ganado relevancia en la astronomía moderna. Su estudio permite reconstruir la historia del Sistema Solar exterior, comprendiendo cómo ciertos cuerpos lograron mantener órbitas estables durante miles de millones de años. Dicho esto, la investigación sobre este planeta recién descubierto brindaría un registro único de estos procesos.

¿Cuál es el planeta enano recién descubierto?

El planeta enano, denominado oficialmente 2023 KQ14 y apodado ‘Ammonite’, fue identificado mediante una búsqueda focalizada con el Telescopio Subaru, de 8,2 metros, ubicado en Mauna Kea, Hawái, el 16 de mayo de 2023.

Fue identificado mediante una búsqueda focalizada que combinó tiempo de telescopio y análisis de imágenes de archivo. La investigación fue liderada por Ying-Tung Chen del Institute of Astronomy and Astrophysics, Academia Sinica (ASIAA) en Taiwán y publicada en Nature Astronomy.

‘Ammonite’ forma parte de un grupo muy reducido de objetos llamados sednoides, caracterizados por tener perihelios extremadamente lejanos del Sol. Su órbita estable se mantiene prácticamente intacta desde hace aproximadamente 4.500 millones de años, lo que lo convierte en un registro valioso para entender la evolución del Sistema Solar exterior.

Además, su trayectoria no se alinea con otros sednoides, llenando un vacío previamente identificado en el catálogo de cuerpos transneptunianos.

Características orbitales y físicas de este planeta enano recién descubierto

El planeta enano se mueve en una órbita amplia y estable que evita la influencia gravitatoria directa de Neptuno. Su perihelio, el punto más cercano al Sol, se sitúa en aproximadamente 66 unidades astronómicas (AU), mientras que el tamaño medio de su órbita alcanza los 252 AU.

Esta distancia lo coloca entre los objetos más alejados y aislados del Sistema Solar conocido. Este completa una órbita en aproximadamente 4.000 años.

La estimación de su diámetro oscila entre 135 y 235 millas, lo que lo hace lo suficientemente grande como para ser clasificado como planeta enano, aunque su observación resulta compleja debido a su lejanía y baja luminosidad.

Este rango físico lo distingue de otros cuerpos transneptunianos, siendo su estudio clave para la comprensión de la dinámica de objetos que se encuentran en el Kuiper Belt y más allá.

La existencia de Ammonite y la hipótesis de un planeta oculto: la pieza clave que faltaba

La existencia de ‘Ammonite’ desafía la teoría de Planet Nine, que postula la presencia de un noveno planeta distante capaz de alinear las órbitas de sednoides conocidos.

A diferencia de estos objetos, el nuevo planeta enano presenta una órbita que apunta en dirección opuesta, debilitando la evidencia principal que apoyaba la hipótesis.

Según los investigadores, un posible planeta nueve aún podría existir, pero su órbita tendría que ser mucho más lejana o seguir un camino distinto al inicialmente propuesto.

Las simulaciones indican que la estabilidad de ‘Ammonite’ limita las posibles trayectorias de cualquier objeto masivo presente en el Sistema Solar exterior, ofreciendo nuevas restricciones para modelos de formación planetaria.

Una mejor comprensión del Sistema Solar 

El seguimiento detallado de 2023 KQ14 permite reconstruir eventos primordiales que afectaron la distribución de cuerpos en el Sistema Solar exterior. Los análisis sugieren que los sednoides, incluido ‘Ammonite’, podrían haber compartido un agrupamiento orbital hace unos 4.200 millones de años, posteriormente dispersado por interacciones con planetas gigantes.

Estos cuerpos transneptunianos con perihelios distantes (q > 60 AU) y semi-ejes mayores (a > 200 AU) son esenciales para refinar modelos de formación del Sistema Solar.

Su observación, aunque limitada, proporciona datos que descartan teorías incompatibles y permiten ajustar las simulaciones de evolución del sistema planetario.