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El insólito material que pesa casi lo mismo que el aire, pero además repele el agua y conduce la electricidad

Desde hace tiempo, la investigación en nuevos materiales se ha convertido en una de las principales líneas de trabajo para avanzar hacia modelos productivos más eficientes. Usualmente, cada material desarrollado busca reducir consumo energético, optimizar recursos y ofrecer soluciones técnicas a problemas estructurales y ambientales aún pendientes.

Dentro de este marco apareció un material experimental que concentra la atención de universidades y centros tecnológicos. Su estructura, basada en carbono y aire, plantea un cambio de paradigma en la forma de concebir componentes industriales, al estar agraciado con un peso mínimo, siendo así altamente funcional para múltiples aplicaciones futuras.

¿Cuál es el material que pesa casi lo mismo que el aire y de qué está compuesto?

El aerografito es un material desarrollado por investigadores de la Universidad Tecnológica de Hamburgo junto a otros centros alemanes. Su principal característica es una densidad extremadamente baja: alrededor de 0,2 miligramos por centímetro cúbico.

En términos prácticos, este material está compuesto en un 99,99% por aire, lo que lo convierte en uno de los materiales más ligeros jamás fabricados.

La clave de este material reside en su estructura interna. Se trata de una red tridimensional formada por microscópicos tubos de carbono completamente huecos. Estos tubos se conectan entre sí creando una matriz estable, pese a que la mayor parte del volumen es aire. Esta arquitectura explica por qué el material puede ser tan liviano sin perder cohesión estructural.

El hallazgo fue publicado en la revista científica Advanced Materials, donde se detallan tanto el proceso de fabricación como las primeras pruebas mecánicas y eléctricas realizadas en laboratorio.

Las propiedades físicas del aerografito y su comportamiento mecánico

Más allá de su peso, el aerografito destaca por su comportamiento mecánico. El material puede comprimirse hasta reducir su volumen de forma drástica y, una vez retirada la presión, recuperar su forma original sin perder conectividad interna. Este comportamiento elástico es poco habitual en materiales con una densidad tan baja.

Según los investigadores, el material es capaz de soportar cargas que superan ampliamente su propio peso. La explicación se encuentra nuevamente en la red de microtubos de carbono, cuya disposición reparte las tensiones de forma homogénea. Esta propiedad abre la puerta a su uso como componente estructural en sistemas donde el peso es un factor crítico.

A estas características se suma otra propiedad relevante: el material es hidrofóbico, lo que significa que repele el agua. Esta cualidad amplía su potencial en entornos donde la humedad o los líquidos representan un problema técnico.

Conductividad eléctrica y aplicaciones energéticas de este material

Uno de los aspectos que más interés genera es la conductividad eléctrica del aerografito. A pesar de estar formado casi por completo por aire, el material permite el paso de corriente eléctrica gracias a la continuidad de su red de carbono. Esta conductividad es suficiente para considerar su uso en dispositivos electrónicos y sistemas energéticos.

Entre las aplicaciones que se estudian se encuentra el desarrollo de baterías y pilas ultraligeras, especialmente en tecnologías como las baterías de ion de litio.

La reducción de peso en estos sistemas podría tener un impacto directo en vehículos eléctricos, bicicletas eléctricas y dispositivos portátiles, donde cada gramo cuenta en términos de eficiencia.

El material también se investiga como posible componente en sensores, sistemas electrónicos para aeronáutica y satélites, así como en estructuras conductoras integradas en composites industriales.

¿Cómo se fabrica este material y cuál es el futuro de su proyección industrial?

El proceso de fabricación del aerografito se basa en técnicas de deposición química de vapor. Inicialmente, se utilizan estructuras de óxido de zinc que actúan como plantilla. Estas se someten a altas temperaturas hasta quedar recubiertas por una capa de carbono.

Posteriormente, el zinc se elimina mediante reacciones químicas, dejando únicamente la red porosa de carbono.

Este método permite obtener un material con una estructura extremadamente controlada y repetible, algo esencial para su posible escalado industrial.

Aunque por ahora su producción se limita al ámbito experimental, los investigadores consideran que el proceso podría adaptarse a mayores volúmenes en el futuro.

En paralelo, se analizan otras aplicaciones como sistemas de purificación de agua, donde el material podría actuar como absorbente de contaminantes, o en la construcción de estructuras ultraligeras destinadas a reducir el consumo de recursos.